jueves, 26 de mayo de 2011

Voz de los movimientos. Programa de radio número 60


Programa de audio Voz de los Movimientos 60


Minga Informativa de Movimientos Sociales








EL SALVADOR: Informe desde la CLOC/ VC El Salvador sobre propuesta para una Ley de Soberanía alimentaria. Entrevista a Oscar Recinos, representante de CNTC.




MÉXICO A un año del asesinato de Betty Cariño activista mexicana, no hay resultados en las investigaciones de su muerte. Un informe desde la Marcha Mundial de las Mujeres – México.



COLOMBIA: Los Pueblos indígenas del Norte del Cauca vienen desarrollando un trabajo intenso dentro de su proceso organizativo. El Consejo Regional Indígena del Cauca se reúne esta semana para dar cuenta de los avances. Tenemos un informe especial desde CRIC.



Duración: 16’02’’



"Voz de los Movimientos" es una producción de la Minga Informativa de Movimientos Sociales, que congrega a una decena de redes y coordinaciones sociales de América Latina y el Caribe. http://www.movimientos.org


miércoles, 18 de mayo de 2011

"Es urgente pensar rutas contra y más allá del capitalismo..."

Razones para la(s)

autonomía(s)

Autor y fuente:

Jóvenes en Resistencia Alternativa


Partimos de la idea de que es urgente pensar las rutas contra y más allá del capitalismo; tenemos como premisa la emergencia social y planetaria frente al ecocidio y la barbarie, representada en el sistema de guerra, poder y dinero en que vivimos. En medio del desastre global, en los últimos 20 años han surgido numerosas y diversas experiencias desde abajo, de autogestión, autoregulación y autoorganización de la reproducción social de la vida. Aunque las colectividades de los subalternos les llaman de muchas formas, en ocasiones las definen como autonomías.

Esta forma de organización y acción social, como estrategia de cambio y emancipación, como forma de hacer política, y como posibilidad embrionaria de un mundo poscapitalista se ha enfrentado y en ocasiones polarizado con la vía canónica y dominante del cambio social: la organización en la forma partido, la toma del poder y la reorganización social desde el Estado.

Frente a dicha tensión nosotras, nosotros, como jóvenes en resistencia alternativa, hemos tomado la definición por las autonomías, debido a tres razones.

La primera de ellas es que sostener la tesis de que es a través de los partidos políticos dominantes como se pueden lograr cambios , es sostener una estrategia de inmovilidad, inacción y heteronomía; es soslayar la profunda crisis de la representación y hacer caso omiso de la crisis del Estado mismo, que no es sólo producto del neoliberalismo.


Sostener la vía partidaria hoy puede ser-si se quiere- realista, en el sentido pragmático, pero nos condena a hacer una política de espectadores, a observar una política ajena, la de ellos, la de los de arriba. Sostener la vía partidaria significa en los hechos centrar nuestra atención y nuestra energía en lo que ellos dicen, hacen, no hacen; de sus ideas y de sus alianzas, sus opiniones y sus debates, de si se pican el ombligo o se sacan la lengua. Nosotros frente a esa política decimos NO. No queremos orbitar ni queremos depender de una política de ellos, definida por ellos. Queremos una política que nos haga sujetos, que haga sujetos políticos a los subalternos, que cuestione las relaciones de dominación y explotación desde abajo. Que no espere sino actúe, que no delegue sino organice, que no se deje guiar sino que construya camino propio. Por eso decimos que la autonomía es una forma de hacer política. No es que pensemos que la clase política y el Estado sean irrelevantes, pero sabemos con certeza que para ellos, nosotros sí lo somos. En la autonomía como forma de hacer política se juega la constitución de nuevos sujetos colectivos o la dependencia y heteronomía de las clases dominantes. Nosotros optamos por la autonomía.

La segunda razón por la que nos sentimos afines a una política de autodeterminación y autonomía se refiere a los supuestos límites de la estrategia de cambio social, la revolución y la toma del poder.

Hoy la estrategia insurreccional pareciera no estar de moda. A pesar de que los levantamientos populares de Bolivia, Ecuador y Argentina hablaron en esta década con el lenguaje de la rebeldía, la desobediencia generalizada y cuyo poder destituyente abrió y despejó el camino directa o indirectamente para los Kirschnner, Correa y Morales. Hoy la estrategia insurreccional no está de moda aunque sea a través de ellas como se rompen y desarticulan las dictaduras de Egipto y Túnez con la insurgencia civil.

Hoy está de moda tomar el poder a través de la democracia liberal representativa. Democracias que si bien – al menos en América Latina- costaron sangre, muertos y años de lucha, hoy se nos presenta como visión hegemónica de la política, lo político, como única forma de cambio social. Sostener dicha vía, así, a secas, sin matices ni visión crítica, nada dice de las profundas contradicciones de la izquierda partidaria e institucional de la democracia representativa. Se calla sobre las alianzas de la izquierda en todo el continente con el capital inmobiliario y turístico que despoja a vecinos y comunidades de lo único que tienen en nombre del mal llamado desarrollo; se calla frente a las alianzas de la izquierda partidaria en el poder con la agroindustria, con la soya transgénica, con los productores de etanol, supuestamente justificados por su utilidad para la atracción de capitales pero que deja una estela de destrucción y devastación ambiental. Se guarda silencio cómplice con las izquierdas partidarias cuyos grados de corrupción y clientelismo son escandalosos. Nada se dice de los gobiernos aliados al capital extractivo que al llevarse el petróleo o el oro sólo dejan muerte y destrucción a los pueblos.

Si la vía insurreccional no está de moda, o hay que esperar ciclos centenarios para ella, nos dicen, lo que queda – ni modos- es aceptar lo que hay, el camino menos peor: aceptar la izquierda corrupta y su perversa alianza con el capital para gobernar. No hay para dónde hacerse, hay que aceptar la política como el arte de lo posible, parafraseando uno de los temas desarrollados por Benjamín Arditi, aquí presente, en el libro que hoy presentamos.

Nosotras, nosotros, nuevamente, tercamente, decimos que NO. Que necesitamos una estrategia de lucha que no esté derrotada antes de comenzar. Una estrategia que se basa en el horizonte por el que luchamos, no separando los medios ni los fines. Una estrategia que no se acomode a lo posible, cuya definición y alcance siempre es ideológico, que no se conforme, que no se asfixie en sí misma, que no sea fatalmente pragmática, o que posponga el cambio hacia un futuro incierto. Una estrategia de lucha que no sólo esté basada en la eficacia de las mayorías votantes, ni sólo en los fríos cálculos de las maniobras para lograr mayoría o hegemonía. Una estrategia de lucha que privilegia la autoorganización como herramienta de liberación, que experimenta la autoregulación como gestión colectiva de lo común, que construye autodeterminación desde abajo para, desde ahí, construir emancipación. Que privilegia la acción directa de los subalternos, que experimenta su liberación cotidiana en los intersticios, en la periferia de la política dominante, desde donde, no sin contradicciones, existe la posibilidad de empujar relaciones sociales alternativas al mercado, pero también al Estado. No es que creamos que sólo desde ahí, desde estos pequeños espacios sociales se lograrán los cambios generales; tampoco es que apostemos sólo a lo pequeño y lo local; tampoco es una vocación de marginalidad la que nos mueve. Lo que más o menos intuimos, sin embargo, es que ninguna lucha por la libertad y la emancipación rendirá frutos sino se parte de esos espacios y de la autodeterminación de los subalternos. Ninguna lucha y política alternativa para superar al capitalismo será posible si no cambiamos nosotros para cambiar al mundo, sino surgen colectividades y una humanidad distinta, digna y autónoma, de manera simultánea al proceso de antagonismo y lucha, coincidiendo con el planteamiento que ha realizado Raquel Gutiérrez en varios de sus trabajos. Como jóvenes en resistencia alternativa optamos por los experimentos sociales de los de abajo; preferimos actuar de manera directa, aquí y ahora con los subalternos, incluso en sus derrotas.

Eso nos lleva a la última razón por las autonomías y es la importancia de esos experimentos sociales desde abajo que se construyen por todo el orbe y con especial profundidad y radicalidad en América Latina. Estas experiencias, asediadas, contradictorias, presas de la represión o de la cooptación no sólo son la posibilidad de hacer una política autónoma ni de tener una estrategia de lucha social alternativa a la dominante. Estas prácticas prefigurativas, embrionarias, incipientes, son quizá, las piezas sueltas de un rompecabezas diseminadas por todo el orbe para superar el capitalismo.

Las prácticas autónomas, de autoregulación y autodeterminación desde abajo son, quizá, los hilos para tejer un entramado social poscapitalista. Cada hilo, de manera separada pareciera solamente una alternativa local, focalizada; pero si se les reúne, pueden ser un sistema alternativo democrático de gestión colectiva, de cadenas de producción, creación y autogestión de la vida y de mecanismos organizados de gestión de los bienes comunes. Señalan desde su particularidad un programa de programas, un sistema de alternativas. Todas estas prácticas entrelazadas indican posiblemente, la forma, funcionamiento, organización, mecanismos, dispositivos y modos de relación social de un posible sistema poscapitalista.

Estas autonomías son prefigurativas: vislumbran y practican hoy, las formas que sustituirán a las relaciones de dominio y explotación. Critican la estrategia de cambio social aplazada hacia el mañana –después de la toma del poder- y radicaliza la estrategia de REVOLUCIÓN HOY, considerando que desde ahora funcionan y pueden operar relaciones humanas alternativas fuera de la lógica estatal y del capital, formas que prefiguran desde ya, un mundo otro.

Estas autonomías son nuestro horizonte emancipatorio: que permiten discutir e imaginar desde las prácticas y potencias existentes hoy, un cambio radical de las formas de producción, distribución y consumo, y un cambio radical también de las formas de toma de decisiones sobre lo común. Que permite visualizar un mundo de redes de colectividades autorreguladas, un tejido de autodeterminaciones, federaciones de autonomías libres del capital, en relación simbiótica con el mundo no humano, pero también libres de las formas de dominación, opresión, centralización, homogeneización y monopolización estatales.

Sostenemos que más allá de las posiciones sobre los ritmos, situaciones, particularidades y diversidades de las formas de cambio social, estos experimentos de reorganización social deben construirse, multiplicarse, fortalecerse y entrelazarse antes de la toma del poder, sea a través de la vía insurreccional o electoral y deben ser la base de una gestión colectiva alterna generalizada, se haya tomado el poder o no.

En suma, la autonomía como forma de hacer política, como estrategia de lucha y como horizonte emancipatorio son tres coordenadas de nuestra propia definición de hacer política.

Por esas tres intuiciones y definiciones ha surgido PENSAR LAS AUTONOMIAS. Porque tenemos más dudas y preguntas que certidumbres. Tenemos muchísimas preguntas sobre estos procesos sociales llamados autonomías. ¿cómo hacer para que perduren? ¿cómo hacer que crezcan? ¿cómo hacer para que no se desvanezcan y desintegren frente a la erosión del mercado? ¿cómo hacer que sobrevivan frente al control, cooptación y represión del Estado? ¿cómo lograr que no sean experiencias focalizadas sino alternativas generalizadas? ¿cómo enfrentar sus contradicciones y sus límites? ¿cómo articularlas entre sí? ¿cómo luchar desde abajo, desde lo local y lo diverso y lo múltiple contra las formas centrales, hegemónicas, dominantes del Estado y del capital?.

Resolver esos nudos y muchos más (como los denomina Ana Esther Ceceña en su trabajo), es una tarea titánica. PENSAR LAS AUTONOMIAS es sólo una pequeña y modesta contribución basada en tres ejes de nuevas preguntas: ¿qué han pensando los teóricos y las luchas sociales sobre la autonomía como potencia, posibilidad y horizonte emancipatorio en el pasado? ¿Qué se está reflexionando hoy sobre los límites y contradicciones de esas autonomías en funcionamiento? ¿qué se está elaborando y reflexionando sobre las posibles salidas al capitalismo?.

Para nosotras y nosotros, las autonomías son sólo una posibilidad, abierta. Una potencia para construir un mundo otro, ese que decimos que es posible. Pensar las autonomías ha nacido para llenarnos de posibilidades, de potencias, de alternativas y en especial de nuevas preguntas. La lucha por la libertad y la emancipación estará siempre llena de ellas. Pensar las autonomías es sólo una caja de herramientas para pensar ese mundo otro, por el que luchamos, aquí, ahora, siempre.

Muchas gracias

Contacto para conseguir el libro:










Foto: Presentación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNAM (JRA)

lunes, 16 de mayo de 2011

Argentina... ir transformando la realidad...

Argentina se organiza contra los megaproyectos

La Unión de Asambleas Ciudadanas articula asambleas ambientalistas, movimientos campesinos, pueblos originarios, organizaciones sociales y colectivos culturales que actúan en contra de la depredación de los bienes comunes de la naturaleza.

Claudia Composto

Fuente y foto: DESINFORMEMONOS.ORG

Buenos Aires, Argentina. Durante los días 25, 26 y 27 de marzo tuvo lugar el XV Encuentro de la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC), espacio de reflexión, articulación y acción que nuclea a asambleas ambientalistas, movimientos campesinos, pueblos originarios, organizaciones sociales y colectivos culturales de toda la Argentina en contra de la depredación de los bienes comunes de la naturaleza y del avasallamiento territorial producido por el modelo (neo)extractivito -vigente en el país desde hace por lo menos dos décadas-.

Creada en 2006, esta red de resistencias constituye una exponente del ciclo de luchas socio-ambientales inaugurado en América Latina durante la última década como respuesta a la consolidación del modo de acumulación por desposesión en la región. Y si bien surge inicialmente con una fuerte impronta liberal, vecinal y ciudadana, la propia dinámica de construcción política autónoma y horizontal generada en su seno ha desatado intensos procesos de constitución de nuevas subjetividades y prácticas emancipadoras.

En sus últimas reuniones, la UAC1 ha confirmado su carácter anticapitalista, su vocación de aportar a la construcción desde abajo de un modelo de producción, desarrollo y consumo alternativo, que sea respetuoso de la naturaleza y de la autodeterminación de los pueblos que con ella conviven históricamente a partir de vínculos de reciprocidad y armonía. Para ello apuesta por visibilizar, denunciar y difundir las consecuencias del despojo; consolidar y extender lazos solidarios entre las distintas luchas; construir un espacio comunitario entre sus miembros que permita ir prefigurando la sociedad futura, y profundizar la movilización colectiva, como formas complementarias de ir transformando la realidad social.

Los pilares del (neo) extractivismo en Argentina

En la década del 70 se inaugura a nivel global una nueva etapa de expansión del capital cuya principal estrategia de acumulación es el despojo, esto es, la separación violenta de las poblaciones respecto de sus medios de producción y reproducción de la vida. Con el fin de crear nuevos circuitos de valorización, se mercantilizarán bienes comunes, activos públicos y relaciones sociales previamente ajenas -o no totalmente integradas- a la lógica de la ganancia privada, con lo que de desencadenará una oleada predatoria que implicará la ampliación de las fronteras extractivas hacia esferas de la vida antes impensadas.

Es así que los territorios, bienes naturales y saberes populares de América Latina adquieren renovado protagonismo como uno de los núcleos medulares del desarrollo capitalista, siendo las empresas transnacionales los agentes dinámicos y principales beneficiarios de este reeditado colonialismo donde la periferia del sistema constituye una fuente privilegiada de “recursos estratégicos” cada vez más escasos (biodiversidad, tierra, agua, hidrocarburos y minerales) que son apropiados y explotados por estos actores privados para asegurar la producción a bajo costo y el consumo sostenido de las economías centrales.

Por su parte, los Estados nacionales desempeñan un papel decisivo en el respaldo y promoción de estos procesos de desapropiación, garantizando la institucionalización y protección de los derechos de las transnacionales a la vez que les otorgan importantes beneficios y exenciones impositivas para fomentar su radicación en el país. En el plano supranacional, son diseñadas diversas iniciativas como la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) y el Plan Puebla Panamá (PPP) -ahora Plan Mesoamérica-, cuyo objetivo es viabilizar la fluida circulación de las materias primas extraídas de los territorios más recónditos hacia los mercados internacionales, para lograr así la efectiva consumación del saqueo de los bienes comunes y las energías sociales.

En el caso particular de Argentina, este nuevo extractivismo encarna fundamentalmente en dos grandes flagelos: la agricultura industrial basada en el monocultivo de soja transgénica y la minería metalífera a cielo abierto por lixiviación con cianuro (u otras sustancias químicas igualmente contaminantes). Ambas actividades se han expandido de forma vertiginosa en el país desde mediados de la década del 90. Quince años más tarde, la sojización del campo abarca 19 millones de hectáreas -el 56% de la superficie cultivada- que se fumigan periódicamente con 200 millones de litros de plaguicidas tóxicos como el glifosato2. En el caso de la minería a gran escala (principalmente de oro, plata, cobre y uranio para la producción de energía nuclear), existen más de 150 proyectos en etapa exploratoria distribuidos en 12 estados, 6 proyectos ya en etapa de explotación, y un proyecto binacional con Chile –Pascua Lama- en etapa de construcción, que se encuentra entre los más grandes del mundo3. A ello debe sumarse la destrucción provocada por la construcción de represas y plantas nucleares con el objetivo de proveer de energía a estos megaproyectos y a otras grandes industrias transnacionales como las pasteras de celulosa, curtiembres y refinerías de petróleo, que también producen toneladas de desechos contaminantes.

El saldo ingente de este modelo es la devastación de los territorios y bienes de la naturaleza, la desaparición de mundos de vida y culturas ancestrales, así como la expulsión y desplazamiento de poblaciones enteras a los márgenes olvidados de las grandes ciudades, donde la precarización de la existencia se encuentra a la orden del día.

Los pueblos dicen ¡Ya Basta!…y se crea la UAC

El brutal avance de megaproyectos depredadores no tardó en despertar el repudio y la rebeldía de las poblaciones afectadas. Así, en el ámbito rural fueron surgiendo organizaciones campesino-indígenas en resistencia al desalojo de tierras, el desmonte y la destrucción de la agricultura familiar o comunitaria por la sojización transgénica del campo. Paralelamente, en los pequeños pueblos y ciudades de la zona cordillerana se fueron conformando decenas de asambleas de vecinos autoconvocados contra la minería a cielo abierto y en defensa del medio ambiente. Asimismo, en el litoral argentino emergieron asambleas ciudadanas en defensa del agua y de las economías locales, y en contra de la instalación de pasteras de celulosa y sus respectivos monocultivos de eucaliptus -que constituyen la materia prima de la industria del papel- en las márgenes del Río Uruguay.

Hacia mediados de 2006 y a propósito de la realización de la Cumbre de Presidentes del MERCOSUR en Córdoba –estado ubicado en el centro-norte del país, que sufre la acelerada expansión de los agronegocios y la amenaza latente de la minería a gran escala-, se realizó el I Foro Nacional de Ambientalistas Autoconvocados bajo la consigna “se viene la unión de los pueblos”. Así quedó conformada la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC) que, a lo largo de 15 reuniones nacionales, acalorados y enriquecedores debates internos y numerosas acciones directas y movilizaciones conjuntas, ha recorrido un interesante camino de crecimiento no sólo en cuanto a la cantidad y composición de sus participantes o a la diversidad de luchas que se fueron sumando al espacio sino, principalmente, en términos de consolidación organizativa y maduración política.

Inicialmente, la UAC surge ligada a reclamos puntuales y resistencias locales que comienzan a identificar reivindicaciones y problemáticas comunes entre sí, haciendo sus primeros pasos como un espacio de conocimiento y reconocimiento mutuo, de puesta en común de experiencias e, incluso, de catarsis colectiva. En este primer momento son generales y difusas las definiciones políticas y acuerdos organizativos que se alcanzan. Si bien logran consensuarse consignas de lucha y acciones conjuntas -como marchas y escraches nacionales contra el saqueo y la contaminación, por la vida y la autodeterminación de los pueblos-, será sólo con el correr del tiempo que se alcanzarán consensos más profundos. Paralelamente y desde un principio, se lo definirá como un espacio autónomo, horizontal y asambleario, aunque implicará un prolongado proceso de aprendizaje colectivo construir estos preceptos como práctica permanente.

Con el transcurrir de los encuentros se irá incrementando el número de integrantes -hasta 600 en algunas reuniones, que pertenecen a más de 100 organizaciones, colectivos y asambleas de todo el país- a partir de la llegada de grupos con diversas experiencias políticas que imprimirán mayor heterogeneidad –pero también riqueza- al espacio. En este sentido, junto a las asambleas de vecinos auto-convocados que crean la UAC, comienzan a participar organizaciones campesinas y pueblos originarios, además de colectivos culturales (bibliotecas barriales, grupos de arte callejero, medios de comunicación alternativos, coordinadoras de educación popular, etc.) y organizaciones sociales urbanas (movimientos de trabajadores desocupados y agrupaciones estudiantiles, entre otras) que, en general, no han sido creados por el enfrentamiento puntual a algún mega-emprendimiento, sino sobre la base de un proyecto de transformación social más amplio, que encuentra afinidades con las luchas contra el despojo de la naturaleza y el territorio. Y, en esa trayectoria, comienzan a debatirse y comprenderse las articulaciones estructurales que ligan las diversas problemáticas con una lógica sistémica, la de la acumulación capitalista.

En cuanto a la organización, se establecerá una periodicidad de tres encuentros nacionales por año, cada uno de los cuales tiene como anfitrión a una de las diversas asambleas, organizaciones o colectivos que componen el espacio. Con el tiempo, también crecerá la necesidad de que los debates se desarrollen en comisiones de trabajo con coordinaciones rotativas que ayuden a democratizar el uso de la palabra y promover el respeto mutuo, así como el registro y la sistematización de todas las intervenciones para facilitar las discusiones plenarias. Asimismo, se irá reemplazando el voto mayoritario a mano alzada como forma de tomar decisiones por la construcción de consensos genuinos, aunque eso implique largas discusiones, muchas veces inacabadas, que se extienden durante varios encuentros hasta encontrar su cauce. Por otra parte, se irán construyendo acuerdos para la creación de diversas comisiones permanentes –abiertas y de participación voluntaria- que toman ciertas responsabilidades, mandatadas por la asamblea soberana, y garantizan la continuidad y el avance de las tareas concertadas entre uno y otro encuentro.

Así, cada una de estas instancias cumple importantes labores que van apuntalando el fortalecimiento y enriquecimiento del espacio. Por ejemplo, la comisión de prensa realiza transmisiones en vivo durante cada encuentro, que se reproducen en cientos de radios libres y comunitarias del país a través de la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA)4. La comisión de reflexión se encarga de realizar talleres que preceden al trabajo en comisiones como forma de integrar a los nuevos participantes y promover balances periódicos del camino que se va recorriendo. Luego, la comisión de legales apunta a generar y socializar mecanismos de defensa contra la criminalización y judicialización de la protesta; mientras que la de financiamiento coordina la generación de recursos propios que permitan sustentar la organización de las reuniones nacionales y los viajes de las organizaciones participantes que lo necesiten. Por su parte, la comisión de producción y consumo alternativo tiene la tarea de organizar ferias de intercambio de semillas y otros productos ecológicos durante cada encuentro para que acerquen a consumidores y cooperativas de trabajo autogestivo en la construcción de prácticas colectivas de economía solidaria, basadas en el comercio justo y el consumo responsable.

Algunas imágenes del XV Encuentro

La última reunión de la UAC fue organizada por la Asamblea Popular Ambiental de Colón, localidad situada en el estado de Entre Ríos, en las orillas del Río Uruguay. Hasta esta pequeña ciudad costera se acercaron alrededor de 200 personas en representación de las distintas luchas que atraviesan el país; algunas muy cercanas, como la Asamblea de Concepción del Uruguay y la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú5 –otras dos ciudades del mismo estado entrerriano- que resisten de manera conjunta la destrucción del litoral argentino. También participaron miembros del Movimiento Binacional de Afectados por Yaciretá, represa y central hidroeléctrica construida durante los años 90 sobre el Río Paraná –entre las localidades de Ituzaingó (Argentina) y Ayolas (Paraguay)-, que ya provocó la desaparición de un ecosistema único y el desplazamiento de más de 100 mil personas a causa de la inundación de 107.600 hectáreas de territorio selvático.

Desde la zona cordillerana llegaron asambleas de por lo menos siete jurisdicciones -La Rioja, Catamarca, Mendoza, Tucumán, San Juan, Santiago del Estero y Córdoba-, así como integrantes de la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita –habitantes ancestrales de los Valles Calchaquíes-, que desde más de una década enfrentan los embates de la minería a cielo abierto en sus respectivos territorios. En enero pasado, organizaron un bloqueo selectivo y simultáneo en cuatro rutas nacionales con el objetivo de informar a los vehículos particulares acerca de la problemática que los aqueja y, al mismo tiempo, impedir el paso de los camiones de las empresas mineras que circulan a diario por esos caminos transportando cianuro u otras sustancias igualmente nocivas, maquinaria y demás insumos. Marcos, integrante del pueblo Diaguita, compartía emocionado que “hemos demostrado que no es una cuestión de ambientalistas o fundamentalistas como nos dicen, sino de pueblos que reaccionan ante la imposición del sistema, el avasallamiento y la violación de los derechos humanos”. Este corte, del que participaron por lo menos 10 pueblos afectados por los megaproyectos depredadores, duró apenas tres días, pero tuvo enormes repercusiones mediáticas en todo el país.

Asimismo, y por primera vez, fueron parte del encuentro algunos miembros del Pueblo Qom –vocablo que en lengua toba significa “todos”-, cuyo territorio se encuentran dentro de las actuales fronteras de Formosa -estado del noreste argentino, limítrofe con Paraguay-. En noviembre de 2010, los habitantes de la comunidad La Primavera sufrieron una brutal represión tras dos meses de cortar la ruta nacional 86 como forma de protesta contra la sistemática usurpación perpetrada por el gobierno estatal en complicidad con los intereses sojeros. En el enfrentamiento fueron asesinados dos comuneros y, desde entonces, se encuentran acampando en la ciudad de Buenos Aires, a pocos metros del emblemático obelisco, en reclamo de justicia para sus compañeros y por la restitución de sus tierras ancestrales. Y, como expresaba un compañero Qom, se suman a la UAC porque “la idea es seguir pensando juntos, los hermanos del Famatina, los hermanos de Andalgála, los hermanos de Entre Ríos también, seguir pensando cómo nos podemos nuclear para dejar de ser brisa y ser huracán, para dejar de ser eco y ser voces o gritos…”.

Además se contó con la presencia de diversas organizaciones de la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, la Asamblea Unidos por el Río de Vicente López6, que resiste la construcción del Vial Costero, una ruta que atravesará todo el municipio como punta de lanza para el desembarco masivo de la especulación comercial e inmobiliaria en esa zona del Río de la Plata, lo que ya está significando el cercamiento de espacios públicos y la destrucción de kilómetros de áreas verdes y reservas naturales; la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Ciudad Evita7, que lucha contra los basurales a cielo abierto, la plantas de transferencia, los rellenos sanitarios y la incineración de desechos; y la Asamblea de Vecinos y Organizaciones por el Medio Ambiente del Partido de Luján8, que se enfrenta a la transnacional CURTARSA, una curtiembre que desde hace 15 años contamina el suelo y el agua con cromo, plomo y otros metales pesados, lo que ha provocado graves enfermedades entre los pobladores locales, cuyas movilizaciones han logrado se le revoque el certificado de aptitud ambiental, a pesar de lo cual la empresa continúa operando hasta la fecha.

Entre otras cuestiones, durante el trabajo en comisiones se debatió la necesidad de fortalecer las coordinadoras y acciones regionales, que han servido para tender nuevas solidaridades en los territorios y, gracias a la mayor cercanía geográfica, realizar encuentros y actividades con mayor periodicidad que enriquecen y retroalimentan las reuniones nacionales. Por otro lado, se llegó a un consenso acerca de la importancia de comenzar a diseñar una campaña a nivel nacional contra el Plan Nuclear Argentino, que denuncie las consecuencias planetarias de este tipo de energía así como los negociados e intereses económicos que se esconden detrás de su promoción en el país, al mismo tiempo que apunte a difundir información y generar instancias de discusión desde los pueblos que permitan impulsar una nueva matriz energética de cara al futuro.

Y como cada encuentro, este también hizo su cierre con una gran movilización por las calles de la ciudad que ofició como sede. Al ritmo de “vecina, vecino, no sea indiferente, la soja y las pasteras asesinan a la gente”, entre otras consignas coreadas a viva voz por cientos de manifestantes, se ratificó una vez más que “si tocan a uno, nos tocan a todos”. De esta manera, la UAC se hace visible en cada territorio que le abre las puertas y demuestra la irrefrenable rebeldía que, proveniente de todos los rincones de la Argentina, respalda la resistencia cotidiana de cada una de las organizaciones que le dan vida.

Hacia los cinco años de lucha y más allá…

El próximo encuentro (que coincidirá con el quinto aniversario de la UAC, a mediados de año) será organizado por el Movimiento Campesino de Santiago del Estero – Vía Campesina 10 (MOCASE – VC) en Quimilí -su central más importante, situada en pleno monte santiagueño-, como una forma de profundizar el apoyo al Movimiento Nacional Campesino Indígena11 (MNCI) en su lucha por la reforma agraria integral y en defensa de la agricultura familiar y comunitaria, autosustentable y orgánica, fuente primaria de la soberanía alimentaria.

Como balance del camino recorrido hasta aquí, puede afirmarse que uno de los rasgos más originales de la UAC es el haberse consolidado como una red en permanente construcción que, a partir del intercambio y la resistencia colectiva, ha permitido fortalecer a cada una de las organizaciones que la integran y, al mismo tiempo, potenciar la conformación de un frente articulado para denunciar la problemática acuciante del saqueo y la contaminación en todo el territorio nacional y también latinoamericano. Así, se ha logrado frenar el avance de varios megaproyectos depredadores y, con ello, abrir un debate serio sobre el modelo de desarrollo vigente que ya comienza a rebasar los ámbitos más directamente comprometidos con esta causa, para recalar en otras organizaciones sociales (como los sindicatos), universidades, escuelas y medios de comunicación.

Hoy, la UAC se constituye como uno de los espacios de lucha contra el despojo y en defensa de la vida más importantes del país. Y, tras varios años de caminar preguntando, se reconoce y pronuncia como anticapitalista. De aquí en adelante son cada vez mayores los desafíos que se presentan si se quiere profundizar el rumbo: ¿Cómo articular la lucha socio-ambiental con otras luchas contra la precarización de la vida? ¿Bajo qué modalidades continuar profundizando acuerdos en pos de un horizonte en común? ¿Cómo ir gestando alternativas autónomas al modelo de desarrollo que se nos pretende imponer? ¿De qué manera construir un proyecto civilizatorio alternativo? En función de estos y otros interrogantes se ha comenzado a debatir y explorar nuevas formas de producción y consumo que pongan en cuestión los patrones hegemónicos. El reto es bien grande porque se trata de sembrar y cultivar opciones concretas en cada territorio, buscando compartir saberes y prácticas pero sin copiar recetas ni homogeneizar experiencias. Hacia allí soplan los vientos de cambio…

domingo, 8 de mayo de 2011

EZLN: "Nos sentimos convocados por el dolor..."

Palabras del EZLN en la movilización de apoyo
a la marcha nacional por la paz.
7 de mayo del 2011.

Madres, padres, familiares y amistades de las víctimas de la guerra en México:

Compañeras y compañeros bases de apoyo zapatistas de las diferentes zonas, regiones, pueblos y municipios autónomos rebeldes zapatistas:

Compañeras y compañeros de la otra campaña y adherentes a la sexta declaración de la selva lacandona en México y en el mundo:

Compañeras y compañeros de la zezta internacional:

Hermanas y hermanos de las diferentes organizaciones sociales:

Hermanas y hermanos de las organizaciones no gubernamentales y defensoras de los derechos humanos:

Pueblo de México y pueblos del mundo:

Hermanas y hermanos:

Compañeras y compañeros:

Hoy estamos aquí miles de hombres, mujeres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional para decir nuestra pequeña palabra.

Hoy estamos aquí porque personas de corazón noble y dignidad firme nos han convocado a manifestarnos para parar la guerra que ha llenado de tristeza, dolor e indignación los suelos de México.

Porque nos hemos sentido llamados por el clamor de justicia de madres y padres de niños y niñas que han sido asesinados por bala y por la altanería y torpeza de los malos gobiernos.

Porque nos sentimos llamados por la digna rabia de las madres y padres de los jóvenes asesinados por bandas criminales y por el cinismo gubernamental.

Porque nos sentimos convocados por los familiares de muertos, heridos, mutilados, desaparecidos, secuestrados y encarcelados sin tener culpa o delito alguno.

Y esto es lo que nos dicen sus palabras y sus silencios:

Que la historia de México se ha vuelto a manchar de sangre inocente.

Que decenas de miles de personas han muerto en esta guerra absurda que no lleva a ninguna parte.

Que la paz y la justicia no encuentran ya lugar en ninguno de los rincones de nuestro país.

Que la única culpa de estas víctimas es haber nacido o vivido en un país mal gobernado por grupos legales e ilegales sedientos de guerra, de muerte y de destrucción.

Que esta guerra ha tenido como principal blanco militar a seres humanos inocentes, de todas las clases sociales, que nada tienen qué ver ni con el narcotráfico ni con las fuerzas gubernamentales.

Que los malos gobiernos, todos, el federal, los estatales y municipales, han convertido las calles en zonas de guerra sin que quienes las caminan y trabajan estuvieran de acuerdo y vieran la forma de resguardarse.

Que los malos gobiernos han convertido en zonas de guerra las escuelas y universidades públicas y privadas, y los niños y los jóvenes no entran a clases sino a emboscadas de uno y otro bando.

Que los lugares de reunión y diversión son ahora objetivos militares.

Que al ir al trabajo se camina con la angustia de no saber qué va a pasar, de no saber si una bala, sea de los delincuentes o sea del gobierno, va a derramar la sangre propia o la de un familiar o la de una amistad.

Que los malos gobiernos crearon el problema y no sólo no lo han resuelto, sino que lo han extendido y profundizado en todo México.

Que hay mucho dolor y pena por tanta muerte sin sentido.

Que alto a la guerra.

Que no más sangre.

Que estamos hasta la madre.

Que ya basta.

Las palabras y los silencios de esas buenas personas no representan a los malos gobiernos.

No representan a los criminales que roban, despojan, secuestran y asesinan.

Tampoco representan a quienes, desde la clase política, quieren sacar ganancia de esta desgracia nacional.

Los silencios y las palabras de estas personas son las de gente sencilla, trabajadora, honesta,

Estas personas no quieren un beneficio personal.

Sólo quieren justicia y que el dolor que han sentido y sienten no llegue al corazón de otras madres, otros padres, otros familiares, otras amistades, de niños, niñas, jóvenes, adultos y ancianos que no hacen otra cosa que tratar de vivir, de aprender, de trabajar y de salir adelante con dignidad.

O sea que las palabras, los silencios y las acciones de estas buenas personas demandan algo muy sencillo: una vida con paz, justicia y dignidad.

¿Y que les responde el gobierno?

Los padres y madres de unos niños y niñas muy pequeños que murieron y se lastimaron en un incendio por culpa de los malos gobiernos, demandan que se haga justicia, o sea que se castigue a los culpables, aunque sean parientes o amigos del gobierno, y que no se vuelva a repetir ese crimen, para que otros padres y madres no mueran un mucho al morir sus hijas y sus hijos.

Y el gobierno les responde con declaraciones y promesas mentirosas, tratando de cansarlos y de que olviden y se olvide su desgracia.

Los familiares y amistades de unos estudiantes que fueron asesinados dentro de una universidad privada demandan que se conozca qué pasó y se haga justicia y no se vuelva a repetir el crimen de convertir los centros de estudio en campos de batalla para que otros familiares, amistades, maestros y compañeros de estudio no mueran un mucho al morir los estudiantes.

Y el gobierno les responde con declaraciones y promesas mentirosas, tratando de cansarlos y de que olviden y se olvide su desgracia.

Los habitantes de una comunidad honesta y trabajadora, creada de acuerdo a su propio pensamiento, se organizan para construir y defender la paz que necesitan, combatiendo al crimen que el gobierno protege. Por eso uno de sus habitantes es secuestrado y asesinado. Sus familiares y compañeros piden justicia y que no se vuelva a repetir el crimen de que se maten el trabajo y la honestidad, para que otros familiares y compañeros no mueran un mucho al morir quienes luchan por el colectivo.

Y el gobierno les responde con declaraciones y promesas mentirosas, tratando de cansarlos y de que olviden y se olvide su desgracia.

Unos jóvenes, buenos estudiantes y buenos deportistas, se reúnen para divertirse o salen a pasear o a platicar sanamente, un grupo criminal ataca el lugar y los asesina. Y el gobierno los vuelve a asesinar al declarar que esos jóvenes eran criminales que fueron atacados por otros criminales. Las madres y los padres demandan justicia y que no se vuelvan a repetir los delitos de no proteger a los jóvenes y de acusarlos injustamente de ser delincuentes, para que otras madres y padres no mueran un mucho al morir dos veces la sangre que para estar viva fue nacida.

Y el gobierno les responde con declaraciones y promesas mentirosas, tratando de cansarlos y de que olviden y se olvide su desgracia.

Compañeros y compañeras:

hermanos y hermanas:

Hace unos días empezó a caminar en silencio el paso de un padre que es poeta, de unas madres, de unos padres, de unos parientes, de unos hermanos, de unas amistades, de unos conocidos, de seres humanos.

Ayer fueron sus dignas palabras, hoy es su silencio digno.

Sus palabras y sus silencios dicen los mismo: queremos paz y justicia, o sea una vida digna.

Estas personas honestas están pidiendo, demandando, exigiendo del gobierno un plan que tenga como principales objetivos la vida, la libertad, la justicia y la paz.

Y el gobierno les responde que seguirá con su plan que tiene como principal objetivo la muerte y la impunidad.

Estas personas no buscan ser gobierno, sino que buscan que el gobierno procure y cuide la vida, la libertad, la justicia y la paz de los gobernados.

Su lucha no nace del interés personal.

Nace del dolor de perder a alguien que se quiere como se quiere a la vida.

Los gobiernos y sus políticos dicen que criticar o no estar de acuerdo con lo que están haciendo es estar de acuerdo y favorecer a los criminales.

Los gobiernos dicen que la única estrategia buena es la que ensangrenta las calles y los campos de México, y destruye familias, comunidades, al país entero.

Pero quien argumenta que tiene de su lado la ley y la fuerza, sólo lo hace para imponer su razón individual apoyándose en esas fuerzas y esas leyes.

Y no es la razón propia, de individuo o de grupo, la que debe imponerse, sino la razón colectiva de toda la sociedad.

Y la razón de una sociedad se construye con legitimidad, con argumentos, con razonamientos, con capacidad de convocatoria, con acuerdos.

Porque quien impone su razón propia, sólo divide y confronta. Y es así incapaz de razón colectiva y por eso debe refugiarse en la ley y la fuerza.

Una ley que sólo sirve para garantizar impunidad a parientes y amigos.

Una fuerza que está corrompida desde hace tiempo.

Ley y fuerza que sirven para despojar de un trabajo digno, para solapar ineptitudes, calumniar, perseguir, encarcelar y matar a quienes cuestionan y se oponen a esa razón, a esa ley y a esa fuerza.

Tener miedo de la palabra de la gente y ver en cada crítica, duda, cuestionamiento o reclamo un intento de derrocamiento, es algo propio de dictadores y tiranos.

Ver en cada dolor digno una amenaza, es de enfermos de poder y avaricia.

Y mal hace el mando que les dice a sus soldados y policías que el escuchar a la gente noble y buena es un fracaso,

Que el detener una matanza es una derrota,

Que el corregir un error es rendirse,

Que pensar y buscar mejores caminos para servir mejor a la gente es abandonar con vergüenza una lucha.

Porque el saber escuchar con humildad y atención lo que dice la gente es virtud de un buen gobierno.

Porque el saber escuchar y atender lo que la gente calla es la virtud de gente sabia y honesta.

Compañeros y compañeras:

hermanos y hermanas:

Hoy no estamos aquí para hablar de nuestros dolores, de nuestras luchas, de nuestros sueños, de nuestras vidas y muertes.

Hoy no estamos aquí para señalar caminos, ni para decir qué hacer, ni para responder a la pregunta de qué sigue.

Hoy estamos aquí representado a decenas de miles de indígenas zapatistas, muchos más de los que hoy somos vistos, para decirle a ese digno paso silencioso:

Que en su demanda de justicia…

Que en su lucha por la vida…

Que en su anhelo de paz…

Que en su exigencia de libertad…

Nosotras, nosotros, las zapatistas, los zapatistas, los comprendemos y los apoyamos.

Hoy estamos aquí para responder al llamado de quienes luchan por la vida.

Y a quienes el mal gobierno responde con la muerte.

Porque de eso se trata todo esto, compañeras y compañeros.

De una lucha por la vida y en contra de la muerte.

No se trata de ver quien gana de entre católicos, evangélicos, mormones, presbiterianos o de cualquier religión o no creyentes.

No se trata de ver quién es indígena y quién no.

No se trata de ver quién es más rico o más pobre.

No se trata de quien es de izquierda, de centro o de derecha.

No se trata de si son mejores los panistas o los priístas o los perredistas o como se llame cada quien o todos son iguales de malos.

No se trata de quien es zapatista o no lo es.

No se trata de estar con el crimen organizado o con el crimen desorganizado que es el mal gobierno.

No.

De lo que se trata es de que para poder ser lo que cada quien escoge ser, para poder creer o no creer, para elegir una creencia ideológica, política o religiosa, para poder discutir, acordar o desacordar, son necesarias la paz, la libertad, la justicia y la vida.

Compañeros y compañeras:

hermanos y hermanas:

Estas nobles personas no nos están llamando o convenciendo para ser de una religión, una idea, un pensamiento político o una posición social.

No nos están llamando a quitar un gobierno para poner otro.

No nos están diciendo que hay que votar por uno o por otro.

Estas personas nos están convocando a luchar por la vida.

Y sólo puede haber vida si hay libertad, justicia y paz.

Por eso ésta es una lucha entre quienes quieren la vida y quienes quieren la muerte.

Y nosotros, las zapatistas, los zapatistas, elegimos luchar por la vida, es decir, por la justicia, la libertad y la paz.

Por eso…

Hoy estamos aquí para decirles sencillamente a esas buenas personas que en silencio caminan, que no están solos.

Que escuchamos el dolor de su silencio, como antes la digna rabia de sus palabras.

Que en su alto a la guerra….

Que en su no más sangre…

Que en su estamos hasta la madre…

¡No están solos!

Compañeros y compañeras:

hermanos y hermanas:

¡Vivan la vida, la libertad, la justicia y la paz!

¡Muera la muerte!

¡Para todos todo, nada para nosotros!

¡Democracia!

¡Libertad!

¡Justicia!

Desde las montañas del sureste mexicano.

Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena. Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Subcomandante Insurgente Marcos.

México, 7 de mayo del 2011.

viernes, 6 de mayo de 2011

Ética y Política: Tender puentes, no buscar escaleras...

La ética necesita un lugar otro para echar raíces y florecer

RAÚL ZIBECHI


Tomado de Revista Rebeldía No. 77, mayo de 2011



Febrero del 2011:


Don Raúl: Saludos. Hemos leído algunos de tus últimos escritos y creemos que estamos en la misma sintonía. Por eso queremos invitarlo a que se sume y aporte sobre este tema de Ética y Política. Un abrazo. SupMarcos.



A invitación del SCI Marcos, desde el Uruguay, Raúl Zibechi se une al intercambio epistolar sobre Ética y Política. Con esta carta se une al debate.



Carta al EZLN


Marzo de 2011


Para: Subcomandante Insurgente Marcos-Ejército Zapatista de Liberación Nacional.


De: Raúl Zibechi.



Abrazos a las y los compas zapatistas desde esta esquina del continente sudamericano. Y un abrazo de corazón a esas niñas y esos niños que sufren la guerra de arriba, esa guerra en cuya dirección se van turnando conservadores y progresistas, derechas y seudo izquierdas que tienen en común su aversión —y temor— a todos los abajos. Que sólo son aceptados como muchedumbres pasivas en sus desfiles, que ahora llaman manifestaciones y, sobre todo, en el sacrosanto día de acudir a las urnas.



A medida que el mundo, nuestro continente y nuestros diversos abajos están siendo cada vez más afectados por las múltiples guerras del arriba —la guerra del hambre por la especulación con alimentos, la guerra del silencio informativo para ningunearnos, la guerra de las políticas sociales para domesticarnos, y la guerra guerra de balas y cañones para eliminar matando— se vuelve urgente trazar “fronteras”entre los más diversos “nosotros” y los más diversos “ellos”, aun a riesgo de llevarnos alguna desagradable sorpresa.



Ante cada salto adelante de la revuelta mundial de los de abajo, cuando se enfrentan multitudes armadas de piedras con helicópteros artillados y cazas bombarderos, llega el turno de preguntarse: ¿de qué lado? ¿con quiénes? Preguntas que sólo pueden responderse con el corazón y el más elemental sentido de solidaridad humana, aunque todos los días vemos a los que ocupan los pedestales del arriba haciendo cálculos de ganancias y pérdidas, con razones mediocres que sirven para explicar cualquier cosa porque ciertas palabras, como decía León Felipe de la justicia, valen menos, infinitamente menos que el orín de los perros.



Cuando los miles y los millones ganan las calles, como hicieron en enero de 1994 en México y en el Río de la Plata en diciembre de 2001, no hay otra que celebrar, acompañar, dejar los quehaceres del momento y salir con ellos compartiendo alegrías y dolores. “¿Y después qué?”, era la pregunta que nos descerrajaban sesudos analistas y dirigentes de izquierda. Después, nunca se sabe. Lo único que podemos decir es: ahora, y basta.



Mientras las aguas están calmas, los márgenes para la especulación se ensanchan hasta volverse océanos de discursos; palabras y más palabras se pueden pronunciar una tras otra, una y otra vez, porque no están atadas a hechos, acciones, decisiones, compromisos. Son, digamos, palabras. Como las del político de arriba, que responden al capricho y al interés individual.



Pero cuando las aguas se encrespan, cuando el oleaje revienta en marejada, ya nada queda en su sitio. Los tiempos para el cálculo y la especulación dejan paso a respuestas casi automáticas, y es ahí donde los cada cuales responden según los valores que han ido cultivando. En las crisis, como en los naufragios, sólo hay salidas colectivas, por el sencillo hecho de que en la opción individual no caben los todos. Esta es una primera lección que están desempolvando las rebeldías que sacuden el mundo.



Un sistema en descomposición



Podemos hacer todos los esfuerzos intelectuales que sean necesarios para comprender lo que está sucediendo en el mundo. Recoger datos, clasificarlos, analizarlos, compararlos,


someterlos a la prueba del error, y así hasta ir redondeando alguna hipótesis sobre esto que llamamos crisis sistémica, que se va pareciendo cada vez más a un caos sistémico.



¿Cómo entender la crisis del sistema? Dicen que hay leyes que rigen la economía, que


muestran tendencias y signos inequívocos de que estamos ingresando en un período en el cual el capital encuentra límites para su acumulación. Y hay otras teorías que hablan de que la caída del capitalismo es inevitable y que el mundo unipolar, o sea el mundo centrado en la hegemonía de un solo país, los Estados Unidos, ya es insostenible.



En opinión de algunos, y podemos estar equivocados, eso que llamamos crisis sistémica, no es ni más ni menos que un ¡Ya Basta! masivo, contundente y generalizado de los de abajo de todos los rincones del mundo. Crisis es: cuando mujeres y jóvenes, niños y niñas, campesinos y obreros, indígenas y estudiantes, ya no aguantan más y sus peleas se hacen tan fuertes que los de arriba, los dueños del capital, empiezan a llevarse sus dineros a lugares más seguros. Y lo que arman es un casino gigante donde juegan a sacarse el dinero unos capitalistas a otros, porque los de abajo ya no se dejan robar y explotar tan fácilmente.



Dicen Giovanni Arrighi y Beverly Silver en su trabajo que abarca cinco siglos de historia del capitalismo, Caos y orden en el sistema mundo moderno, que esta crisis tiene un rasgo bien diferente a todas las anteriores. Ahora la lucha de los abajo es tan potente que por si sola hace entrar en crisis al sistema. Así sucedió en toda América Latina desde el Caracazo de 1989 hasta la segunda guerra del gas en Bolivia en 2005 y la comuna de Oaxaca en 2006. No fueron las “leyes objetivas” las que hicieron entrar en crisis el modo de dominación, sino los pueblos en las calles quienes desbarataron el modelo neoliberal.



Eso que llamamos crisis sistémica se parece a un huracán que nos afecta a todos y a todas. No hay pueblo ni grupo social que quede a salvo, y muchas de las herramientas que supieron construir a lo largo de los siglos de resistencias han quedado inservibles. No sólo las de antes, las organizaciones “históricas” de los de abajo, sino también una parte de las más nuevas, los llamados movimientos sociales, se han ido convirtiendo en objetivos en mismos, en grupos guiados por la lógica de la sobrevivencia. Por inercia, o por las razones que sea, una parte de lo inventado para resistir no está sirviendo para resistir en este período en el que todo se descompone. Incluso nuestro mundo se descompone. Por eso estamos forzados a reinventar nuestras herramientas de resistencia y nuestros mundos.



Qué decir de las teorías, las ideologías, los análisis científicos. Las previsiones de los “cuentistas” sociales y políticos se parecen a esos partes meteorológicos que lo único que aciertan es a decir a qué hora salen el sol y la luna, y todo lo demás es incierto. Los “cuentistas” sociales, como corresponde, no se hacen cargo de sus pronósticos. No ponen el cuerpo junto a sus análisis.



¿Qué hace un navegante cuando los mapas de navegación se muestran errados, cuando


las brújulas y los relojes y los sextantes ya no marcan con la precisión de antaño? ¿Y qué hacen los rebeldes sociales cuando ya nada se puede esperar de Estados e instituciones, de partidos y organizaciones que hablan de cambio y revolución pero en realidad están buscando el mejor modo de acomodarse en este mundo?



¿Podemos confiar en la ética como soporte y guía


de nuestros movimientos, de nuestras opciones, y


como machete para desbrozar senderos?



Es posible unir ética y política



Proponen los zapatistas abrir un debate/intercambio sobre ética y política. “¿Es posible traer la Ética a la guerra?”, nos pregunta el Subcomandante Insurgente Marcos en su carta a Luis Villoro. Podemos alargar la pregunta para incluir la política. ¿Ética y política pueden ir juntas? No es tan evidente la respuesta.



¿Cómo sería? ¿Alguien se imagina poniendo unas dosis de ética en alguno de los partidos que ocupan ministerios? ¿Y en las cámaras de diputados y senadores? ¿Cuánta? ¿Hasta llenar cuántas páginas de discursos? ¿Cuál debería ser la dosis de ética necesaria para remover décadas de prácticas guiadas por el mezquino cálculo de beneficios medidos en cargos, viajes y sueldos extraordinarios? Es evidente que allá arriba la ética es convidado de piedra o argumento para discursos. Son dos dimensiones que habitan mundos diferentes y que no pueden dialogar ni entenderse.



Una fría noche de 1995 el comandante Tacho se dirigió a la multitud en la plaza de San Andrés para explicar lo que habían discutido ese día con los representantes del gobierno, en unas pláticas que finalmente desembocaron en los Acuerdos de San Andrés. “Nos pidieron que les expliquemos qué es la dignidad”, dijo, provocando un terremoto de carcajadas. Con la ética pasa algo parecido. Es o no es, pero no puede explicarse, aunque he visto bibliotecas enteras pretendiendo analizarla.



La ética necesita un lugar otro para echar raíces y florecer. Y ese lugar es abajo y a la izquierda, allí donde ha ido naciendo otra manera de hacer política, donde la palabra está anudada a la vida y la vida son hechos contundentes, ni grandes ni pequeños, sino los hechos de todos los días de los de abajo. Esa política otra, la que nace en el subsuelo para quedarse allí, la política que no busca escaleras para llegar arriba sino puentes y barcas para llegar a otros abajos, y entre todos los abajos construir un mundo diferente. Esa política es ética, y sólo ella puede serlo.



La barca de la política de arriba, que es la misma política de los que quieren llegar arriba, tiene junto a su timón una enorme brújula que siempre apunta a un norte que se llama pragmatismo o realismo. Que es el arte de jugar con los elementos que existen, con la “correlación de fuerzas” (el latiguillo más gastado de las izquierdas de arriba), con la realidad real. El pragmático y realista mide con la mayor exactitud la coyuntura, la destripa para sacarle todo el jugo posible, para jugar con ella el juego de acomodar las piezas de ajedrez en el tablero del mejor modo posible para sus intereses. (Véase que el político de arriba no diferencia entre política y economía, y usa los mismos conceptos en ambas esferas).



El político pragmático y realista, cuando los pueblos se levantan, cuando ponen el cuerpo a las balas y a los cañones del tirano, no se inmuta por la sangre derramada. Se limita a calcular a quiénes puede beneficiar y a quiénes perjudicar la caída del tirano y el triunfo de los insurrectos. Saca sus cuentas, con el mismo fervor y la misma repugnante indiferencia con que hace cálculos electorales.



Renuncia, por lo tanto, a crear un mundo nuevo. Que no puede ser el simple acomodo de las piezas existentes sino otra cosa, otro juego. Administrar las cosas que existen, jugar con las piezas del sistema, implica aceptar las reglas del sistema y esas reglas se llaman, en segundo lugar, elecciones. En primero, someterse a la violencia de arriba, eso que llaman monopolio-de-la-violencia-legítima. (Los zapatistas la sufren a diario, es violencia a secas, y no vale la pena extenderse ahora). La política otra, la política ética, rechaza las piezas y las reglas del juego que nos quiere hacer jugar la política de arriba.



La política otra, ¿con qué piezas arma el juego del mundo nuevo?



En la política otra, la política abajo y a la izquierda, no hay piezas ni juego, salvo que a poner el cuerpo se llame juego.



Ética es poner el cuerpo



Dicen los zapatistas que el pensamiento crítico ha sido postergado, nuevamente, por las urgencias de los cálculos del momento. En su lugar gana espacio el marketing electoral. Pensar críticamente no es otra cosa que pensar contra sí mismo, contra lo que somos y hacemos; no para dejar de ser y hacer, sino para crecer y avanzar. El pensamiento crítico no


puede conformarse con el lugar al que ha llegado, por más interesante que sea. Ahora las izquierdas y los “intelectuales Petrobras” (ésos que se hacen financiar sus libros por multinacionales progresistas y estampan el logo de la empresa en la contratapa), se dedican a embellecer las supuestas realizaciones de los gobiernos progresistas. Su “pensamiento crítico” es más que curioso: critican al imperialismo del Norte, como si el del Sur no existiera, y a la “ultraizquierda” que, dicen, trabaja para las derechas. Pueblos enteros han sido avasallados por Petrobras, ávida de ganancias para convertirse en la primer petrolera del mundo (ya es la segunda). Esos intelectuales hablan de pensamiento crítico y de emancipación, como si no supieran que las empresas que los financian están manchadas de sangre.



Para nosotros el pensamiento crítico siempre fue, y será, autocrítica. Es el modo de pulir lo que somos, de mejorarnos, de hacernos mejores, más de verdad. Nunca estamos satisfechos con lo que hacemos porque siempre queremos ir más allá. No por afán de perfeccionismo ni de desataque. Los abajos necesitan ese motor que es la crítica/autocrítica porque no pueden conformarse con el lugar que ocupan en este mundo. No es un pensamiento científico en el sentido académico, porque no lo validan otros académicos sino la gente común, los abajos organizados en movimientos.



El pensamiento crítico es un pensamiento en tránsito, que no tiene vocación de fijarse sino de estar en movimiento, no sólo con los movimientos. No es un fin en sí mismo, porque debe servir a los más para sus resistencias que enfrentan siempre desafíos nuevos. Si no, ¿qué sentido tiene el pensamiento? No se aferra a las ideas que formuló en un determinado momento, está dispuesto a modificarlas porque no quiere tener razón para ser más que otros, sino con todos.



Es un pensamiento a cielo abierto, que nace y crece y siente cerca de los espacios de las resistencias. No cabe en academias ni en oficinas calefaccionadas/refrigeradas, y no depende de presupuestos. Si es de verdad, si es sincero y comprometido, pone el cuerpo junto a las ideas y los razonamientos. No piensa y manda a otros al frente, como los generales cobardes de los ejércitos que gastan millones de dólares en drones, esos aviones no tripulados que arrasan aldeas sin poner en riesgo la vida de ningún atacante. Para el que hace la guerra, es un videojuego: los drones se manejan con pantallas desde otro continente, por ahora Estados Unidos. Para el que la sufre, es el genocidio impersonal.



El pensamiento crítico, que es un pensamiento ético, no puede ser un videojuego donde el político pone las ideas y los demás ponen el cuerpo.



En las últimas páginas de la novela de Alejo Carpentier, “El siglo de las luces”, Sofía se lanza a la calle en el Madrid que se levantaba contra las tropas de Napoleón, el dos de mayo de 1807. Esteban intenta impedírselo porque era la muerte segura: cañones y fusiles contra gritos y cuchillos. Ambos acababan de sufrir la traición a los ideales de la Revolución Francesa:



—¡Vamos allá!


—No sea idiota: están ametrallando. No vas a hacer nada con esos hierros viejos.


—Quédate si quieres. ¡Yo voy!


—¿Y vas a pelear por quién?


—¡Por los que se echaron a la calle! Hay que hacer algo.


—¿Qué?


—¡Algo!



La ética como pensamiento crítico, y viceversa



Para navegar a favor de la corriente, para dejarse llevar sin mayor esfuerzo, no hacen falta pensamiento ni ética. ¿Qué sentido pueden tener la crítica y la ética si todo consiste en seguir la corriente? Si la senda ya está trazada, como dice la canción de un amigo uruguayo, y sólo nos queda transitarla, y además el camino es cuesta abajo, la crítica es un estorbo y la ética, a lo sumo, adorno. La crítica nos impele a salirnos del camino, a buscar laderas escarpadas, a embarrarnos hasta las orejas. La ética no puede transar con el conformismo.



Lo mismo puede decirse de aquellas prácticas políticas conducidas por dirigentes que concentran todo el saber y todo el poder, a quienes debe seguirse ciegamente. Quien haya conocido de cerca la experiencia de Sendero Luminoso en Perú, pudo comprobar que la relación entre los jefes “revolucionarios” y los militantes de base reproducía fielmente la relación vertical y autoritaria entre los hacendados feudales y los peones de hacienda.Ahí nunca hubo cambio sino mera reproducción de las relaciones de opresión, centradas en el “partido de vanguardia” cuyos timoneles navegaban impulsados por el viento de la historia.



“No hay otra cosa que haya corrompido más a la clase trabajadora alemana que la idea de que ella nada con la corriente”, escribió Walter Benjamin en “Tesis sobre la Historia”. Las mujeres y los indígenas, que no estaban contemplados en esa Historia grande, hicieron su camino contra corriente y por eso se convirtieron en sujetas y sujetos de sus vidas. ¿Será que la política electoral es fiel heredera de esa tradición conformista en la que no hace falta poner el cuerpo sino un papel en la urna cada cuatro o cinco años?



En la frase de Benjamin el sujeto no es “ella”, la clase trabajadora, sino la corriente histórica, así como en otras experiencias es el partido o el líder supremo. El infalible. Quienes venimos de la experiencia marxista/maoísta sabemos algo de eso. Los sujetos nunca fueron los campesinos de carne y hueso sino el Gran Timonel, el Libro Rojo (¿o era verde?), o la dirección superior. La gente común, a la que siempre nos referimos como “masa”, era eso: materia blanda moldeable por la dirección y/o la línea correcta. En la masa nunca supimos ver personas, nunca apareció un Viejo Antonio o una niña de nombre Patricia, hombres y mujeres verdaderos con pensamientos, tradiciones, identidades, con las que pudiéramos dialogar y de las cuales aprender. Los escasos nombres propios que aparecen en los principales cuentos del Gran Timonel, son personajes extranjeros o bien otros dirigentes de las alturas. Nunca el común, nunca el abajo.



En consecuencia, nos dedicamos a seguir los pasos de los “grandes”, de los verdaderamente importantes, de los jefes históricos (varones, ilustrados, hábiles en manejar la jerga correcta). Cada frase de los dirigentes era leída y releída hasta sacarle algún sentido extraordinario, cada gesto era estudiado, cada fotografía escudriñada, y ese ejercicio el mirar siempre hacia arriba— nos embotó la capacidad de ver, escuchar, sentir las alegrías y los dolores de los de abajo. De todos aquellos que no tenían un discurso pulido, que no frecuentaban los lugares y los modos del poder. Ellos, y ellas, eran tan invisibles para los “revolucionarios” como lo fueron para los funcionarios imperiales. (Si me extiendo en esta tradición no es porque sea excepcional, sino porque duele, lastima, y mantener vivo ese dolor es la única forma que conozco de no repetirlo).



Esa penosa tradición llega hasta nuestros días y asume formas mucho más refinadas y corteses, impersonales y científicas. Entre los académicos: cifras y datos objetivos que esconden a los seres humanos detrás de gráficas y estadísticas. ¿No hay algo en común entre todas las formas de hacer y de pensar que esconden el dolor humano?



Si es cierto, como dice Benjamin, que la vida cotidiana de los oprimidos es un “estado de excepción” permanente, y para comprobarlo basta ir a una comunidad indígena o a cualquier barrio pobre de cualquier periferia urbana latinoamericana, surge un imperativo ético. No es más posible pensar críticamente por fuera del estado de excepción, lejos del lugar donde se ejerce el poder desnudo de la violencia física. Para tomar distancia, para hablar en nombre de los de abajo, han sido creadas las agencias para el desarrollo. En adelante, el pensamiento crítico nacerá en las condiciones que nos impone el estado de excepción, o no será pensamiento ético.



Dirán que se pierde la distancia necesaria para poder ejercer la crítica. En este punto hay una diferencia fundamental, que tiene que ver con la forma como se elabora conocimiento: desde dónde y en qué circunstancias se habla, se piensa, se escribe. Hay dos opciones. O los de abajo son excusa para que otros hagan política o elaboren tesis, o una y otra se elaboran en minga, en trabajo comunitario, con los abajos. “No queremos seguir siendo escaleras de ustedes”, gritan los aymaras bolivianos a los políticos de arriba; a los de derecha, a los de izquierda y ahora también a los políticos “plurinacionales”, que es la última fauna nacida para parasitar los movimientos.



La mayor ambición que podemos tener los militantes, los pensadores, los escribientes, los que sea…, es dejar de ser lo que somos. Que los demás nos desborden, nos sobrepasen, que al volverse pensadores colectivos, escribientes colectivos, militantes que mandan obedeciendo, “anulen el terreno de su realización”, como dice la carta a don Luis Villoro. ¡Qué alegría mayor que un pensamiento lanzado al viento, llegue a encarnar en los más diversos colectivos, quienes lo amplifican, enriquecen y modifica n hasta volver irreconocible su origen, al convertirse en patrimonio de todos y todas!



Ahí quedan algunas ideas desordenadas, escritas al calor de la rabia que provoca la impotencia de comprobar cómo la rebeldía de los pueblos intenta ser negociada en el mercado de los intereses geopolíticos.



Salú a los indígenas chiapanecos que nos enseñan que se puede vencer el miedo en colectivo.



Raúl Zibechi


Montevideo, marzo 2011.