Los estudiantes chilenos
Marcos Roitman Rosenmann
Domingo 28 de ago. de 11
No se trata de idiotas, terroristas que lanzan coctel molotov o delincuentes que roban a las mujeres, como los calificó el presidente de la Asociación de Bancos de Chile. Ni tampoco criminales, subversivos o traidores a la patria. Son estudiantes. Para darnos cuenta del talante negociador y dialogal del gobierno con su juventud baste rescatar las palabras del senador pinochetista Carlos Larraín, quien se despachó a gusto diciendo que al gobierno ...no le va a doblar la mano una manga de inútiles subversivos. Y si queremos incursionar en la Iglesia católica, el arzobispo de Santiago, monseñor Ezzati, subrayó: las utopías cuando no tienen racionalidad son solamente utopías. No podía ser de otra forma, la gran beneficiaria de la privatización de la educación en Chile ha sido la Iglesia, que controla más de 20 por ciento de la educación total y representa 70 por ciento del sector privado. Una verdadera bicoca. Sin duda no les apetece hablar de educación pública, gratuita y de calidad. La diatriba de insultos para descalificar las reivindicaciones de los estudiantes no es algo nuevo, pero en esta ocasión ha sobrepasado los límites de lo aceptable. La huelga de hambre, mantenida durante 37 días por seis estudiantes secundarios en la localidad de Buin, se levantó para evitar males mayores y no agregar leña al fuego. Su portavoz hizo gala de sentido común y responsabilidad cuando anunciaba su final. Con esto demostramos nuestro rechazo al gobierno que ha mantenido una postura de intransigencia e indolencia ante nuestras demandas y con una nula preocupación por la inminente pérdida de vidas humanas. El gobierno lo calificó de fantochada inútil.
La actitud del presidente Piñera y la bancada pinochetista se ha caracterizado por cerrar cualquier canal de entendimiento y tildar a los estudiantes de provocadores y necios. El nombramiento de una comisión parlamentaria sin ninguna capacidad legislativa para cambiar nada, se queda como una artimaña para dilatar y mantener el rumbo, buscando apagar el fuego inmediato y que los alumnos vuelvan a las aulas. Ya lo hicieron en la anterior huelga de los pingüinos. Pero los estudiantes han sido claros, es cuestión de decencia, si tenemos que estar un año en huelga lo haremos. Se trata, dice la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, Camila Vallejo, de concebir la educación como un derecho universal y garantizado por el Estado en un sistema más igualitario, más inclusivo, más diverso y más democrático, y eso es una demanda del pueblo chileno, es una demanda de nuestras familias...
Iracundos, senadores y diputados han preferido la solución de fuerza. No en vano, en materia represiva, Chile obtiene matrícula de honor. Un sobresaliente cum laude. Sus fuerzas armadas y carabineros se han graduado en la tortura y la violación de los derechos humanos. Buen ejemplo es la lucha antiterrorista contra el pueblo mapuche. Han asesinado a un menor de 14 años, Manuel Gutierrez. Pero también, en estos días, llama la atención el uso de perros policías. Su tarea consiste en perseguir, morder e inmovilizar a la presa, en este caso los estudiantes. Perros de caza adiestrados para la cacería humana. Una vez conseguido el objetivo, esperan la llegada de su amo, quien remata la faena. Es decir, sacar la porra y darle una buena tunda de palos. El ritual es simple, primero costillas, luego los riñones, después las extremidades inferiores y por último las superiores. Sin olvidar, claro está, de incursionar en las partes nobles. Tanto estudiante en la calle no es bueno. Chile pierde imagen y se crea la sensación de caos. Mejor pecar por exceso de celo. Las cifras entre detenidos y heridos superó casi el millar en las dos jornadas de huelga general.
Mientras esto sucede a plena luz del día, una nueva generación de dirigentes estudiantiles hace gala de madurez política. No en vano 80 por ciento de la sociedad chilena les avala y defiende. El fracaso del sistema educacional chileno articulado a la lógica del mercado es palpable. La educación se ha convertido en un negocio, ya no se trata de formar en valores democráticos ni en principios solidarios. Por el contrario, se busca el beneficio y la rentabilidad a costa de perder la honra.
La derecha pinochetista y los partidos de la Concertación han sido cómplices de esta política de rapiña educativa que supone una guerra a la educación con valores éticos. Resulta innoble que los que hasta hace unos años dirigieron el país y dieron por bueno este sistema, ex ministros, diputados y senadores del PPD, el Partido Socialista y la Democracia Cristiana, digan compartir las inquietudes y reivindicaciones de los estudiantes, sumándose al carro en el último minuto. No se puede ser mas hipócrita. Nuevamente Camila Vallejo apostilla. El pueblo chileno se cansó de eso. Hoy día creemos que es necesario cambiar el sistema político, cambiar el sistema económico para que justamente la redistribución del poder sea más justo, la distribución de la riqueza más justa y que tengamos condiciones dignas para desarrollarnos como seres humanos, y eso hoy en día no está garantizado. Llevamos 30 años con este modelo y ya no da abasto, la gente no lo quiere y quiere hoy día ser parte de la construcción de algo nuevo.
La clase política en Chile está en entredicho y no tiene muchas salidas, salvo incrementar la represión, cuestión que lamentablemente no podemos descartar. Hoy el pueblo chileno y lo mejor de su juventud está en la calle, defendiendo la dignidad y dejando al descubierto uno de los sistemas educativos mas injustos, elitistas y excluyentes. Sin duda, lo que Salvador Allende, en pleno bombardeo de La Moneda, vaticinaba para Chile, se está cumpliendo. Cuando mostraba su fe en Chile y su destino, señalaba a los estudiantes, entre otros, como depositarios de las futuras luchas democráticas. Sus nuevas generaciones han tomado el testigo y cumplen su voluntad, abrir las grandes alamedas por donde pueda pasar el hombre libre. Vivan los estudiantes chilenos.
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