¿Primavera mexicana?
Gustavo Esteva
Mayo 28 de Mayo de 2012
La Jornada
Es demasiado pronto para hablar
de primavera mexicana. Llamamos primavera árabe a un despertar radical que
permitió al mundo árabe deshacerse de algunos dictadores y desatar
transformaciones profundas que lo pusieron en sintonía con el resto del mundo. Es
una desproporción sostener que la reciente movilización de los jóvenes, que
apenas empieza a extenderse, tiene ya ese carácter. Pero no es un despropósito.
Sería igualmente desproporcionado considerarla irrelevante y efímera y
descartar la posibilidad de que adopte ese rumbo.
Fueron los Ocupa Wall Street
quienes hablaron de la primavera mexicana y la saludaron con entusiasmo.
Podemos hacer una extrapolación y decir a estos jóvenes lo que Naomi Klein dijo
a los de Wall Street: “Los confundidos líderes de opinión se preguntan en la
televisión ‘¿por qué están protestando?’. El resto del mundo, mientras, se
pregunta: ‘¿Por qué tardaron tanto? Nos preguntábamos cuándo iban a aparecer.
En todo caso: Bienvenidos’”.
Y sí, bienvenidos. Hacían falta. Esta
generación no pudo experimentar nuestro propio despertar en 1994: apenas habían
nacido. No pudieron enterarse de que, como decía Monsiváis, los zapatistas nos
enseñaron a hablar con la realidad. Les tocó más bien la fase en que muchos
reaprendieron a callarla, a cerrar los ojos, a acomodar de nuevo la realidad a
sus empeños. Quizás no han podido apreciar la medida en que gracias a los
zapatistas dejó de ser posible esconder la realidad bajo la alfombra, como
lograba normalmente el PRI, cuyo uso de intelectuales y medios llegó a extremos
espectaculares en tiempos de Salinas… hasta que los zapatistas le tumbaron el
teatrito.
Es útil traer a colación el
episodio. Hasta 1993 Salinas aparecía como un líder mundial que había sabido
entender los vientos que corrían por el mundo y sacaba a su país del
subdesarrollo. Era el candidato principal a dirigir la Organización Mundial de
Comercio, la institución que representa la quintaesencia del neoliberalismo.
Hablando con una comisión de alto nivel de Japón les dijo sin rubor: Pueden
negociar conmigo. Aunque voy de salida estaremos en el poder los próximos 25
años. El 31 de diciembre celebraba en Huatulco sus triunfos, convencido de que
dejaba todo bien atado, como decía Franco poco antes de morir.
En unos cuantos días la perspectiva
cambió por completo. Tres semanas después del levantamiento zapatista Salinas
se vio obligado a hacer a la oposición política más concesiones que las que el
PRI había hecho en los 50 años anteriores. Un año después se encaminaba al
exilio en Irlanda, mientras su hermano paraba en la cárcel.
Es espléndido que estos jóvenes
desafíen a los medios. Es signo de salud social que Televisa te idiotiza haya
llegado al primer lugar mundial en registro de audiencia, la medición en que se
finca el negocio de las cadenas comerciales. La frase se ha dicho hasta el
cansancio, pero es novedoso que un grupo prominente del sector que sostiene ese
aparato estupidizante lo diga con imaginación y eficacia y produzca el efecto
ajá que es síntoma de despertar colectivo. No es aún tiempo de cantar victoria,
dada la naturaleza de lo que enfrentan. Pero debemos reconocer su tino al hacer
suya la bandera de la reforma de los medios de comunicación.
Y esto lleva a lo que
probablemente sea el asunto principal. El rechazo tajante al PRI y a su
candidato puso en marcha a los jóvenes, los sigue unificando y puede contagiar
a mucha gente. No sería poca cosa cerrar el paso a la coalición mafiosa que hoy
usa la franquicia del PRI. Pero no debería pagarse el precio del año 2,000,
cuando un rechazo semejante se convirtió en Fox.
Si de elecciones se trata, es
útil recordar las frases del candidato Obama. No les pido que crean en mí, sino
en ustedes mismos. Una vez en la Casa Blanca no podré arreglar las cosas, pero
ustedes pueden. Quienes olvidaron esa advertencia sufren ahora la frustración
de lo que el presidente Obama no pudo hacer.
Nadie, allá arriba, ni persona ni
partido político, puede hacer lo que se requiere. El circo mediático de las
campañas no debe distraernos de ese hecho: la esperanza, toda la esperanza, se
encuentra abajo. A pesar de la movilización de los jóvenes tendremos las
elecciones de la ignominia, como las ha llamado Javier Sicilia, y seguiremos
teniendo medios cuya naturaleza es venderse al mejor postor, lo mismo a jabones
que a candidatos.
Es cierto: los jóvenes serán
decisivos en esta coyuntura y en los próximos años. Es su momento. Necesitamos
todos que lo asuman con lucidez y responsabilidad.
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