Presos de San Sebastián Bachajón:
tortura institucional
Lo llevaron a algún lugar en
Palenque. Allá lo sentaron en una silla, le quitaron la camiseta que le cubría
la cabeza y lo golpearon tan fuerte que se le oscureció la vista. Después le
vendaron los ojos con tanta violencia que hasta ahora tiene una cicatriz de 5
centímetros en el tabique nasal.
Entonces empezó el verdadero
suplicio. Hay cosas que son indecibles. No porque no se puedan contar los
hechos, sino porque éstos no expresan lo que realmente importa. “Así como
ningún ser humano puede imaginar lo que nos sucedió, es inimaginable que
alguien pueda contar nuestras experiencias”, dijo un sobreviviente de
Auschwitz.[1] A Antonio lo acostaron en alguna superficie dura y le pusieron
una bolsa de plástico en la cabeza para asfixiarlo. Los métodos de
“investigación” de la policía y el funcionamiento de la justicia mexicana.
Torturar a la víctima hasta que confiese lo que se quiera que confiese.
(“Resultado de los trabajos de inteligencia…”, dice el boletín del gobierno de
Chiapas que anuncia la detención.) A Antonio lo acusaban de asaltar, él se
rehusaba a culparse de delitos que nunca cometió. Por eso lo asfixiaron hasta
que se desmayó. Y cuando se recuperó, lo volvieron a asfixiar. Y así
sucesivamente. Después lo sumergieron en un tambo de agua de 200 litros. Cuando
estaba a punto de ahogarse lo sacaban, lo golpeaban atrás de la cabeza, lo
volvían a sumergir. Amenazaban matarlo, lo golpeaban, lo sumergían, Antonio no
se culpaba. Entonces le amarraron un trapo con fuerza tapándole nariz y boca y
dejaban caer agua en el mismo. ¿Técnicas producto de la inventiva nacional o
cortesía de la Escuela de las Américas? Antonio intentaba respirar y su nariz y
boca se llenaban de agua. Veía la muerte llegar, pensaba en su mujer y sus dos
hijos. Hasta que no pudo más. Confesó lo que le exigían, dio los nombres de dos
personas que sabía que asaltaban y otro nombre inventado cuando le exigieron
que nombrara a sus “cómplices”.
Horas después la policía allanó
los hogares de los dos hombres mencionados por Antonio y detuvo a uno de ellos
(el otro se dio a la fuga). Serían más de las 2 de la mañana cuando llevaron a
Antonio al banco de arena en la carretera Ocosingo-Palenque, cerca del crucero
Agua Azul. Allá le exigieron que dijera dónde cometía los asaltos. Como lo
volvió a negar, lo volvieron a golpear. Después jalaron un tronco hacia la
carretera con una cadena, atravesaron una camioneta RAM blanca, cubriéndole el
logotipo y la placa con cinta canela, y tomaron fotos de la escena y de una
pistola, dos machetes y un pasamontañas: las “pruebas” del asalto en el que
supuestamente la policía detuvo a Antonio in flagranti. A las 10 de la mañana
Antonio fue presentado ante el Ministerio Público en Palenque, donde lo
obligaron a firmar una declaración previamente redactada, bajo amenazas de
nuevas torturas.
Esto fue el 8 de agosto de 2011,
y es la fecha que consta en la documentación oficial como el momento de su
detención, a pesar de que, en realidad, fue detenido un día antes. Antonio
Estrada Estrada es miembro de la Otra Campaña del ejido de San Sebastián Bachajón,
participa en la resistencia por la defensa del territorio y contra la
imposición de proyectos megaturísticos en la región y es hijo del principal
Leonardo Estrada. Hoy está preso en el CERESS 17 de Playas de Catazajá, enfermo
por los golpes que recibió, con fuertes dolores de cabeza, garganta y nariz. Su
esposa lo visita sólo una vez al mes porque no tiene dinero para el pasaje, y
cuando llega tiene que enfrentarse a los maltratos y a las revisiones
humillantes.
–
Un mes y medio después de la
detención de Antonio, Miguel Vásquez Deara soñó que un perro lo perseguía.
Había llegado a Palenque esa tarde de Crucero Ch’ich, ejido de San Sebastián
Bachajón, donde vivía, para iniciar su semana de trabajo en la empresa de
transportes Votán. Esa mañana, 26 de septiembre de 2011, salió a la calle a las
9 de la mañana a buscar pasaje, y dos horas después fue detenido por policías
preventivos acompañados por personas que él conocía: Juan Álvaro y Manuel
Jiménez Moreno, ambos operadores del secretario de gobierno Noé Castañón.
Manuel Jiménez Moreno, en particular, es hijo del ex regidor de Chilón,
organizó la detención de dos bases de apoyo zapatistas en 2008, fue
protagonista de conflictos con la comunidad zapatista de Bolom Ajaw, ha sido denunciado por numerosas agresiones y
amenazas de muerte y es ahora coordinador de campaña de Carlos Jiménez Trujillo
a la presidencia municipal de Chilón por el PRI.
A Miguel le taparon la cara con
su propio uniforme, le quitaron el dinero que traía y lo llevaron a un lugar
desconocido donde le vendaron los ojos, lo desnudaron, lo esposaron de manos y
pies, le pusieron una bolsa en la cabeza y lo golpearon en el estómago y en el
pecho con culatazos, y en la nuca con el puño cerrado. Lo interrogaban, le
exigían que se acusara del robo de un auto y de asaltos carreteros. Durante el
interrogatorio, Miguel reconoció las voces de otros opositores de la Otra
Campaña, presentes para acusarlo de delitos inventados. Le preguntaban qué
hacía en la organización, qué cargos tenía, quiénes eran los dirigentes. Lo
envolvieron en una cobija y lo patearon. Tanto lo golpearon, que posteriormente
defecó sangre. Lo forzaron a detener armas mientras lo fotografiaban y,
finalmente, lo obligaron a firmar una declaración donde se culpaba de robo y
potación de armas. Hoy Miguel está preso en el CERSS de Ocosingo. Era policía
comunitario de San Sebastián Bachajón y es miembro de la Otra Campaña.
—
Ese 26 de septiembre, mientras
Miguel Vásquez Deara estaba detenido y siendo sometido a tortura, un operativo
de unos 100 elementos de la Policía Estatal Preventiva en cuatro camiones
Torton invadieron la casa del ex preso político Juan Aguilar Guzmán, tumbando
dos puertas y disparando armas de fuego dentro de la residencia, y se llevaron
a su hijo Jerónimo Aguilar Espinoza a un lugar desconocido, donde lo
mantuvieron durante varias horas, interrogándolo sobre la dirección de la
organización de la Otra Campaña. Al día siguiente fue liberado. Juan Aguilar
Guzmán, principal del ejido de San Sebastián Bachajón, fue uno de los 117
presos el 3 de febrero de 2011, tras la toma violenta de la caseta de cobro a
las Cascadas de Agua Azul, controlada entonces por los ejidatarios adherentes a
la Otra Campaña. Salió libre el 23 de julio de ese año, tras una campaña internacional
por la liberación de los presos políticos de Bachajón.
—
Un año antes, el 7 de octubre de
2010, Miguel Demeza Jiménez salió de su comunidad de Lamal’tza, ejido de San
Sebastián Bachajón, rumbo a Ocosingo para comprar herramientas de albañilería.
Miguel era agricultor, pero de vez en cuando trabajaba como albañil para
complementar sus ingresos y así sustentar a sus cuatro hijos. Mientras comía en
un puesto de hamburguesas, fue detenido por elementos de la Policía Estatal
Preventiva. Como en los otros casos, fue trasladado a un lugar desconocido
donde fue brutalmente torturado hasta forzarlo a firmar una averiguación previa
autoinculpatoria, por el supuesto secuestro de la hija de un hotelero. Ya en
2009 Miguel Demeza y otros cinco miembros de la Otra Campaña de Bachajón habían
sido detenidos y torturados, y estuvieron presos durante casi tres meses,
siendo liberados en julio de ese año por falta de pruebas, tras denuncias del
Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, Amnistía Internacional
y la Organización Mundial contra la Tortura. Esta vez, Miguel estuvo arraigado
casi dos meses en la Quinta Pitiquito en Chiapa de Corzo y hasta ahora sigue
preso en el CERESS 14, El Amate, Cintalapa de Figueroa.
—
Como documentan la Red contra la
Represión y por la Solidaridad en Chiapas y el Grupo de Trabajo No Estamos
Todxs, estos casos son sólo las más recientes manifestaciones de una estrategia
gubernamental por criminalizar e intimidar —a través de la tortura y la
prisión— a las comunidades y organizaciones que se oponen al despojo de tierras
y territorios por los grandes proyectos turísticos planeados para la región.
Los cargos de robo, asalto carretero y portación de armas son los delitos
favoritos.
La lucha por la liberación del
profesor Alberto Patishtán y del base de apoyo zapatista Francisco Sántiz
López, que se extiende por cada vez más rincones de México y del mundo, abraza
también a todos los presos políticos y de conciencia y a todos los presos injustamente,
torturados y torturadas, violados y violadas en sus derechos fundamentales por
el gobierno del estado de Chiapas.
[1] Primo Levi, Lo que queda de
Auschwitz.
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