UNA MUERTE… O UNA VIDA
(Carta cuarta a Don Luis Villoro en el
intercambio
sobre Ética y Política)
SubComandante Insurgente Marcos.
Octubre-Noviembre del 2011.
Quien
nombra llama. Y alguien acude, sin cita previa, sin
explicaciones,
al lugar donde su nombre, dicho o pensado, lo está
llamando.
Cuando eso ocurre, uno tiene el derecho de creer que nadie
se va deltodo
mientras no muera la palabra que llamando, llameando, lo trae.”
Eduardo
Galeano.
“Ventana
sobre la Memoria”, en Las Palabras Andantes. Ed. Siglo XXI.
Para: Luis
Villoro Toranzo.
De:
Subcomandante Insurgente Marcos.
Don Luis:
Salud y saludos.
Antes que nada,
felicitaciones por su cumpleaños el 3 de noviembre. Esperamos que con estas
letras reciba también el abrazo cariñoso que, aún a la distancia, le damos.
Pues seguimos
con este intercambio de ideas y reflexiones. Acaso ahora más solitarios por el
barullo mediático que se levanta en torno a la definición de los nombres de los
3 bribones que habrán de disputarse el regir sobre los ensangrentados suelos de
México.
Con el mismo
frenesí con el que expiden sus facturas por “gastos de promoción de imagen”,
los medios de comunicación se alinean a uno y otro lado. Todos coinciden en que
las torpezas que exhiben con impudicia los respectivos aspirantes, sólo se
pueden tapar haciendo más ruido sobre las del contrincante.
La época del
furor navideño de compras ahora coincide con la venta de propuestas
electorales. Claro, como la mayoría de los artículos que se expenden en esta
época del año, sin garantía alguna y sin la posibilidad de devolución.
Después del
sepelio de su ahora ex-secretario de gobernación, Felipe Calderón Hinojosa
corrió gozoso al “buen fin” para demostrar que lo que importa es consumir, no
importa que los secretarios de Estado sean perecederos y con una fecha de
caducidad imprevista.
Pero aún en
medio del ruido hay sonidos que laten para quien sabe buscar y tiene los
arrestos y la paciencia suficientes para hacerlo.
Y en estas
líneas que ahora le mando, Don Luis, palpitan muertes que son vidas.
I.- El poder del
Poder.
“La libertad de
elección te permite elegir la salsa con
la que serás
comido.”
Eduardo Galeano.
“Ventana sobre
las Dictaduras Invisibles” Ibid.
“Qué nos
gobiernen, juzguen y cuiden las putas,
ya que sus hijos
nos han fallado”
Tomado del blog
laputarealidad.org
Debo haberlo
leído o escuchado en alguna parte. Era algo así como “el Poder no es tener
mucho dinero, sino el mentir y que te crean muchos, todos, o al menos todos los
que importan”.
Mentir en grande
y hacerlo impunemente, eso es el Poder.
Mentiras
gigantes que incluyen acólitos y feligreses que les den validez, certeza,
estatus.
Mentiras hechas
campañas electorales, programas de gobierno, proyectos alternativos de nación,
plataformas partidarias, artículos en periódicos y revistas, comentarios en
radio y televisión, consignas, credos.
Y la mentira
debe ser tan grande que no sea estática. Que cambie, no para hacerse más
efectiva, sino para probar la lealtad de sus seguidores. Los malditos de ayer
serán bendecidos apenas pasadas unas hojas en el calendario.
¿Es el Poder –o
su cercanía- el gran corruptor?
¿Llegan a él
hombres y mujeres con grandes ideales y es el accionar perverso y pervertidor
del Poder el que los obliga a traicionarlos hasta llegar a hacer lo contrario y
contradictorio?
Del empleo pleno
a la guerra sangrienta (y perdida)…
De “la mafia en
el poder” a la “república amorosa”…
Del “con seis
mil pesos mensuales alcanza para todo” al “ni en el buen fin consigo una
encuesta que me favorezca”…
Del “Dios mío,
hazme viuda” al “Lupita D´Alessio, hazme leona frente al cordero”…
Del grupo San
Ángel al Yunque totalmente palacio…
Del… del… del…
perdón, pero no encuentro nada significativo que Enrique Peña Nieto haya dicho…
Es más, no
encuentro que haya dicho nada, como si se tratara de un mal actor secundario,
de ésos que salen en las telenovelas, balbucean algún parlamento y en los que
nadie repara. Es más, puesto que lo evidente, no le haría mal inscribirse en el
CEA de Televisa (según el plan de estudios, desde el primer año enseñan
“expresión verbal”).
Sé bien que en
los medios de comunicación se ha “leído” la fotografía del registro de Peña
Nieto como único precandidato del PRI (donde aparecen los principales
personajes de ese partido), como una muestra del respaldo partidario que tiene
ese señor.
Mmh… a primera
vista a mí me pareció que era la foto de una nota periodística sobre un nuevo
golpe al crimen organizado. Que había sido desmantelada una banda de ladrones y
que el chaleco antibalas, con el que suelen presentar a los “indiciados”, había
sido sustituido por la camisa roja.
Luego miré la
foto con más detenimiento. Oiga mi buen, ésos no están dando una muestra de
respaldo. Es una banda de buitres que se ha dado cuenta de que Peña Nieto no es
más que un títere huérfano y que hay que meterle mano porque, de llegar a la
presidencia, no importará él, sino el ventrílocuo que lo maneje.
Su designación
como candidato a la presidencia será una muestra más de la descomposición del
Revolucionario Institucional, y la disputa por ver quién lo maneja será a
muerte (y en los priistas esta imagen no es retórica).
Cómo será de
patética la situación que hasta Héctor Aguilar Camín se ofrece a la adopción… y
a la urgente alfabetización de la criatura.
En fin, sigamos
preguntando:
¿Es el Poder el
que corrompe o se debe ser un gran corrupto para acceder al Poder, para
mantenerse en él… o para aspirar a él?
En uno de los
largos recorridos de la Otra Campaña, pasando por la capital de Chiapas, Tuxtla
Gutiérrez, comenté que algo tenía la silla gubernamental chiapaneca que
convertía a personas medianamente inteligentes en estúpidos finqueros con poses
de tiranuelos. Julio manejaba, Roger era el copiloto. Uno de los dos acotó “o
ya eran así y por eso llegaron a gobernadores”.
Y después
agregó, palabras más, palabras menos, la anécdota siguiente: “Pasando frente al
edificio donde sesionaba el congreso, una señora escuchó gritos: “¡Ignorante!,
¡Idiota!, ¡Puta!, ¡Ladrón!, ¡Criminal!, ¡Asesino!, ¡Defraudador!” y otros
calificativos más rudos. La señora, horrorizada, se dirige a un hombre que
afuera del edificio lee un libro. “Es un escándalo”, le dice, “nosotros los
mantenemos con nuestros impuestos y estos diputados no hacen nada más que
pelear e insultarse”. El hombre mira a la señora, luego hacia el recinto
legislativo y, volviendo a su libro, le dice a la señora: “no están peleando ni
insultándose, están pasando lista de presente”.
-*-
II.- El Poder y
la Reflexión sobre la Resistencia.
La izquierda es
la Voz de los Muertos
Tomás Segovia.
1994.
Mmh… el Poder…
la evidencia incuestionable, el sueño húmedo de los intelectuales de arriba, la
razón de ser de los partidos políticos…
Ahora, con la
muerte del maestro Tomás Segovia, lo nombramos a él, lo llamamos y lo traemos a
sentarse con nosotros para, juntos, releer algunos de sus textos.
No sus poemas,
sino sus reflexiones críticas sobre y frente al Poder.
Pocos, muy
pocos, fueron y son los intelectuales que se han empeñado en entender, que no
en juzgar, este accidentado andar que es el nuestro y al que llamamos
“zapatismo” (o “neozapatismo” para algunos). En la raquítica cuenta aparecen,
entre otros, Don Pablo González Casanova, Adolfo Gilly, Tomás Segovia y usted
Don Luis.
A todos ellos, a
usted, los abrazamos como sólo abrazan los muertos, es decir, hasta la vida.
Y quienes
recuerdan ahora a Tomás Segovia sólo como poeta, lo hacen para escindir a ese
hombre de su ser libertario. Como Don Tomás nada puede hacer ahora para
defenderse y defender su palabra total, andan los homenajes de “tijera y
engrudo”, editando y armando las piezas amables, dejando las incómodas para el
olvido… hasta que otr@s incomod@s las recuerdan y las nombran.
Y para no
interpretar sus palabras (que puede ser entendida como una forma amable de
usurpación) le transcribo partes de algunos escritos.
En 1994, en
plena euforia condenatoria de la derecha, ésa sí ilustrada porque la encabezaba
Octavio Paz (uno de sus cortesanos era el empresario Enrique Krauze, -oh, no se
ofusque don Krauze, a los intelectuales no se les puede reprochar el que sean
de derecha o de izquierda, sino, como es su caso, el que para sobresalir, en
lugar de usar el intelecto, recurran a la adulación de gánsteres como los que
ahora son gobierno-), Tomás Segovia escribió lo siguiente (los subrayados son
míos):
Siempre que
prevalece una u otra forma de fascismo, la verdad y la justicia toman la forma
de la Resistencia.
Pero es que
además puede decirse que la izquierda es constitutivamente resistencia. Sin
duda la izquierda se precipitó en nuestro siglo en un insalvable error
histórico, pero ese error consistió a todas luces en creer que la izquierda
podía tomar el poder. La izquierda en el poder es una contradicción, bastante
nos lo ha mostrado la historia de este siglo (…).
Hoy está claro,
me parece, que la izquierda no es el otro de la derecha, situadas ambas en una
relación opuesta pero simétrica respecto del poder: la izquierda es ante todo
el otro del poder, el otro ámbito y el otro sentido de la vida social, lo que
queda sepultado y olvidado en el poder constituido, la vuelta de lo reprimido,
la voz de la vida en común ahogada por la vida comunitaria, la voz de los
desposeídos antes que la de los pobres (y la de los pobres sólo porque son
mayoritariamente, pero no exclusivamente, los desposeídos) – la izquierda es la
Voz de los Muertos.
Una de las ideas
que más daño nos hicieron fue la de «reaccionario», que nos dejaba pensar que
la derecha se opone al progreso, que es resistencia y habla en nombre del
pasado, de las raíces, de lo «superado». Así la izquierda se convencía de que
la resistencia es el poder en la medida en que seguía siendo de derecha y en
que se oponía al progresismo de la izquierda en la tentativa desesperada de
conservar sus privilegios y su dominio, sin ver que el poder, lo mismo de
derecha que de izquierda, sólo es resistencia en un sentido diferente y mucho
más simple: en el de resistirse a ser sustituido por otro poder, lo mismo de
izquierda que de derecha; pero que ante la historia el poder es siempre
progresista.
En México, como
de costumbre, eso se ve con particular nitidez dada la crudeza de las
relaciones de poder en este país: hoy sabemos con claridad que ningún gobierno
fue más decidida y activamente progresista que el de Porfirio Díaz, y que en
nuestros días es el PRI el que monopoliza y explota toda la retórica del
progreso, del cambio, de la modernización, de la superación de los nostálgicos
y los «emisarios del pasado», y hasta de democracia.
(Y esto me hace
pensar de pasada que también la democracia en el poder o del poder es una
contradicción: la democracia no es «demoarquía» –el pueblo en el poder es una
utopía o una metáfora, muy peligrosa de tomar literalmente, porque «el pueblo»,
suponiendo que exista o incluso si no existe sino como entelequia, es por
definición lo que no está en el poder, el otro del poder.)
Pero mis
encantadores colegas, cuando se entregan al Gobierno a sabiendas de que sus
promesas son falsas, ¿es que están seducidos? Imposible: la seducción es deseo
en estado puro, implica la visión fulgurante de que tu goce es mi goce. No es
posible una visión en la que el goce del Poder sea el goce del «pueblo».
Y en 1996
señaló:
Paralelamente,
en un país que no practique ya la prohibición violenta de las expresiones
directas de la vida social primaria, la ideología del poder nos chantajeará
llamándonos putas –o sea disolventes, negativos, resentidos, atrabiliarios–, o
tratará de persuadirnos, como tratan de persuadir los politólogos y otros
intelectuales a los zapatistas, como tratan de persuadirme a mí mis colegas
(empezando por Octavio Paz), de que la «verdadera» vía de expresarnos y de
influir en la vida social es entrar en las instituciones –o en lo instituido en
general.
-*-
Don Luis, creo
que coincidirá conmigo en que, respondiendo a estos provocadores textos de
Tomás Segovia, la reflexión sobre Ética y Política debe tocar el asunto del
Poder.
Tal vez en otra
ocasión, y llamando a otros, podamos intercambiar ideas y sentimientos (que no
de otra cosa son los hechos que animan estas reflexiones), sobre este asunto.
Por ahora, vaya
este llamado a Don Tomás Segovia, quien declaraba que no tenía tiempo para no
ser libre y sin empacho confesaba: “casi toda la vida me la he ganado
honestamente, o sea, no como escritor”.
No sólo para
traer aquí su palabra irredenta, porque sí viene al caso, o cosa, según.
También y sobre
todo, porque más que el poeta de las dos orillas, es el pensador que abrió una
tercera puerta hacia el movimiento indígena zapatista. Mirando, viendo, oyendo
y escuchando, Don Tomás Segovia cruzó esa puerta.
Es decir,
entendió.
III.- El Poder y
la Práctica de la Resistencia.
Municipio
Autónomo Rebelde Zapatista San Andrés Sacamchen de Los Pobres, Altos de
Chiapas. La mañana del 26 de septiembre del 2011, el comandante Moisés se
dirigió a trabajar a su cafetal. Como todos los dirigentes del EZLN, no recibía
salario o prebenda alguna. Como todos los dirigentes del EZLN, tenía que
trabajar para mantener a su familia. Lo acompañaban sus hijos.
El vehículo en
el que viajaban se despeñó. Todos quedaron golpeados, pero las heridas que
sufrió Moisés fueron mortales. Cuando llegó a la clínica de Oventik ya era
finado.
Ya en la tarde,
como es costumbre en San Cristóbal de Las Casas cultivar rumores, la muerte de
Moisés atrajo periodistas carroñeros que pensaron que el muerto era el Teniente
Coronel Insurgente Moisés. Cuando supieron que no era él, sino otro Moisés (el
Comandante Moisés), perdieron todo interés. A ninguno de ellos podía
importarles alguien que no había aparecido en público como dirigente, alguien
que siempre había estado en la sombras, alguien que aparentemente era sólo un
indígena zapatista más…
En el calendario
debe haber sido en 1985-1986. Moisés supo del EZLN y decidió sumarse al
esfuerzo organizativo cuando en los altos de Chiapas los zapatistas se contaban
con los dedos de las manos… y sobraban dedos.
Junto a otros
compañeros (Ramona entre ellos), comenzó a caminar por las montañas del sureste
mexicano, pero entonces con una idea de organización. De entre la niebla salía
su pequeña figura a los parajes tzotziles en la zona Altos. Y su palabra
reposada iba desglosando el dilatado historial de agravios en contra de quienes
son el color que son de la tierra.
“Hay que
luchar”, concluía.
La madrugada del
primero de enero de 1994, como un combatiente más, bajó de las montañas a la
altanera ciudad de San Cristóbal de Las Casas. Participó en la columna que tomó
la presidencia municipal, rindiendo a la fuerza gubernamental que la
custodiaba. Junto a los otros integrantes tzotziles del CCRI-CG, se asomó al
balcón del edificio que daba a la plaza principal. Atrás, en las sombras,
escuchó la lectura que uno de sus compañeros hacía de la llamada “Declaración
de La Selva Lacandona” a una multitud de mestizos incrédulos o escépticos, y de
indígenas esperanzados. Junto a su tropa se replegó a las montañas cuando
corrían las primeras horas del 2 de enero de 1994.
Después de
resistir los bombardeos e incursiones de las fuerzas gubernamentales, volvió a
bajar a San Cristóbal de Las Casas como parte de la delegación zapatista que
participó en los llamados Diálogos de Catedral con representantes del supremo
gobierno.
Regresó y siguió
caminando los parajes para explicar y, sobre todo, para escuchar.
“El gobierno no
tiene palabra”, concluía.
Junto a miles de
indígenas, levantó el Aguascalientes II, en Oventik, cuando el EZLN aún sufría
la persecución zedillista.
Fue uno más de
los miles de indígenas zapatistas que, con sus manos desnudas, se enfrentaron a
la columna de tanques federales que querían posicionarse en Oventik en los días
aciagos de 1995.
En 1996, en los
diálogos de San Andrés velaba, como uno más, por la seguridad de la delegación
zapatista, cercada como estaba por cientos de militares.
De pie, en las
heladas madrugadas de Los Altos de Chiapas, resistía la lluvia que hacía huir a
los soldados a buscar techo y refugio. No se movía.
“El Poder es
traidor”, decía como disculpándose.
En 1997, junto a
sus compañeros, organizó la columna tzotzil zapatista que participó en la
llamada “Marcha de los 1,111”, y recabó información vital para esclarecer la
matanza de Acteal, el 22 de diciembre de ese año, perpetrada por paramilitares
bajo la dirección del general del ejército federal, Mario Renán Castillo, y con
Ernesto Zedillo Ponce de León, Emilio Chuayfett y Julio César Ruiz Ferro como
autores intelectuales.
En 1998 organizó
y coordinó el apoyo y la defensa que, desde Los Altos de Chiapas, se dio a l@s
compañer@s desalojad@s por los ataques contra los municipios autónomos por
parte del “Croquetas” Albores Guillén y de Francisco Labastida Ochoa.
En 1999
participó en la organización y coordinación de la delegación indígena tzotzil
zapatista que participó en la consulta nacional, cuando 5 mil zapatistas (2500
mujeres y 2500 hombres) cubrieron todos los estados de la República Mexicana.
En el 2001,
después de la traición de toda la clase política mexicana a los llamados
“Acuerdos de San Andrés” (entonces se aliaron PRI, PAN y PRD para cerrar la
puerta al reconocimiento constitucional de los derechos y la cultura de los
pueblos originarios de México), continuó andando por los parajes tzotziles de
Los Altos de Chiapas, hablando y escuchando. Pero entonces, al terminar de
escuchar, decía: “Hay que resistir”.
Moisés había
nacido el 2 de abril de 1956, en Oventik.
Sin proponérselo
siquiera y, sobre todo, sin tener ninguna ganancia, se vio convertido en uno de
los jefes indígenas más respetados en el EZLN.
Apenas unos días
antes de su muerte, lo vi en una reunión del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia
General del EZLN, donde se analizó la situación local, nacional e
internacional, y se discutieron y decidieron los pasos a seguir.
Explicamos que
una nueva generación de zapatistas estaba llegando a los cargos de dirección.
Jóvenes y jóvenas que nacieron después del alzamiento, que se formaron en la
resistencia, y que se educaron en las escuelas autónomas, son ahora elegidos
como autoridades autónomas y llegan a ser miembros de las Juntas de Buen
Gobierno.
Se discutió y
acordó el cómo apoyarlos en sus tareas, acompañarlos. Cómo construir el puente
de la historia entre los veteranos zapatistas y ellos. Cómo nuestros muertos
nos heredan compromisos, memoria, el deber de seguir, de no desmayar, de no
venderse, de no claudicar, de no rendirse.
No había
nostalgia en ninguno de mis jefes y jefas.
Ni nostalgia de
los días y las noches en los que, en silencio, forjaron la fuerza de lo que
mundialmente sería conocido como “Ejército Zapatista de Liberación Nacional”.
Ni nostalgia por
las jornadas en que nuestra palabra era escuchada en muchos rincones del
planeta.
No había risas,
es cierto. Había rostros serios, preocupados en encontrar juntos el camino
común.
Había, eso sí,
lo que Don Tomás Segovia llamó alguna vez “nostalgia del futuro”.
“Hay que contar
la historia”, dijo el Comandante Moisés, a modo de conclusión, al final de la
reunión. Y se fue el Comandante a su champa en Oventik.
Esa mañana del
26 de septiembre del 2011, salió de su casa diciendo “vengo luego”, y se fue a
su trabajadero para conseguir de la tierra el sustento y el mañana.
-*-
Al escribir de
él me duelen las manos, Don Luis.
No sólo porque
estuvimos juntos en el inicio del alzamiento y luego en días luminosos y frías
madrugadas.
También y sobre
todo, porque al hacer este rápido trazo de su historia, me doy cuenta de que
estoy hablando de la historia de cualquiera de mis jefas y jefes, de ese
colectivo de sombras que nos marca el rumbo, el camino, el paso.
De quienes nos
dan identidad y herencia.
Tal vez a los
rumorólogos coletos y demás fauna, no les interese la muerte del Comandante
Moisés porque sólo era una sombra más entre los miles de zapatistas.
Pero a nosotros
nos deja una deuda muy grande, tan grande como el sentido de las palabras con
las que, sonriendo, se despidió de mí en aquella reunión:
“La lucha no
acaba”, dijo mientras recogía su morraleta.
-*-
IV.- Una muerte,
una vida.
Podría
elucubrarse sobre qué es lo que lleva mis palabras a tender este complicado y
múltiple puente entre Don Tomás Segovia y el Comandante Moisés, entre el
intelectual crítico y el alto jefe indígena zapatista.
Podría pensarse
que es su muerte, el que al nombrarlos volvemos a traerlos entre nosotros, tan
iguales porque eran, y son, diferentes.
Pero no, son sus
vidas las que vienen al caso, o cosa, según.
Porque sus
ausencias no producen en nosotros homenajes frívolos o estériles estatuas.
Porque dejan en
nosotros un pendiente, un debe, una herencia.
Porque frente a
las tentaciones de moda (mediáticas, electorales, políticas, intelectuales),
hay quien afirma que no se rinde, ni se vende, ni claudica.
Y lo hace con
una palabra que sólo se pronuncia con autenticidad cuando se vive:
“Resistencia”.
Allá arriba la
muerte se exorciza con homenajes, a veces monumentos, nombres a calles, museos
o festivales, premios con los que el Poder festeja la claudicación, el nombre
en letras doradas en alguna pared por derrumbar.
Se afirma así
esa muerte. Homenaje, sentidas palabras, vuelta de hoja y a lo que sigue.
Pero…
Dice Eduardo
Galeano que nadie se va del todo mientras haya alguien que lo nombre.
Y decía el Viejo
Antonio que la vida era un largo y complicado rompecabezas que sólo se podía
armar cuando los herederos nombraban al finado.
Y Elías
Contreras dice que la muerte necesita tener su tamaño, y que sólo lo tiene
cuando se pone al lado de una vida. Y agrega que hay que recordar, cuando se
nos va un pedazo del corazón colectivo que somos, que esa muerte fue y es una
vida.
Eso.
Nombrando a
Moisés y a Don Tomás, los traemos de nuevo, armamos el rompecabezas de sus vida
de lucha, y reafirmamos que, acá abajo, una muerte es sobre todo una vida.
-*-
V.- Hasta luego.
Don Luis:
Creo que con
esta misiva damos por terminada nuestra participación en este provechoso (lo
fue para nosotros) intercambio de ideas. Al menos por ahora.
La pertinencia
de las ventanas y puertas que se abrieron con el ir y venir de sus ideas y las
nuestras, es algo que, como todo acá, se irá acomodando en geografías y
calendarios aún por definirse.
Agradecemos de todo
corazón el acompañamiento de las plumas de Marcos Roitman, Carlos Aguirre
Rojas, Raúl Zibechi, Arturo Anguiano, Gustavo Esteva y Sergio Rodríguez
Lazcano, así como a la revista Rebeldía, que fue la anfitriona.
Con estos
textos, ni ellos, ni usted, ni nosotros, buscamos votos, seguidores,
feligreses.
Buscamos (y creo
que encontramos) mentes críticas, alertas y abiertas.
Ahora arriba
seguirá el estruendo, la esquizofrenia, el fanatismo, la intolerancia, las
claudicaciones disfrazadas de táctica política.
Luego vendrá la
resaca: la rendición, el cinismo, la derrota.
Abajo sigue el
silencio y la resistencia.
Siempre la
resistencia…
Vale Don Luis.
Salud y que sean vidas las que las muertes nos hereden.
Desde las
montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante
Insurgente Marcos.
México,
Octubre-Noviembre del 2011.
VI. LA P.D.
ATACA DE NUEVO.- No íbamos a decir nada. No porque no tuviéramos nada qué
decir, sino porque quienes ahora se indignan con justicia contra la calumnia
iletrada, nos calumniaron hasta cerrarnos los puentes hacia otros corazones.
Ahora, pequeños nosotros y pequeña nuestra palabra, sólo unos cuantos, algunos
de esos empecinados que suelen ser quienes echan a andar la rueda de la
historia, buscan nuestro pensamiento, nos buscan, nos nombran, nos llaman.
No íbamos a
decir nada, pero…
Uno de los 3
bribones que habrán de disputarse el trono sobre los escombros de México, ha
venido a nuestras tierras a demandarnos silencio. Es el mismo que no acaba de
madurar y reconocer sus errores y tropiezos. El mismo que encabeza un grupo
ávido de poder, pleno de intolerancia, que buscó, busca y buscará la
responsabilidad de sus torpezas y esquizofrenias en otros. Con un discurso más
cercano a Gaby Vargas y a Cuauhtémoc Sánchez que a Alfonso Reyes, ahora predica
y fundamenta sus ambiciones en el amor… a la derecha.
¿Aquellos que le
criticaron a Javier Sicilia sus muestras de afecto para con la clase política,
criticarán ahora la “República Amorosa”? ¿Esos que se sumaron y predicaron el
que Televisa era el mal a vencer, criticarán ahora el amoroso apretón de manos
con el lacayo del horario estelar?
¿Escribirá ahora
Octavio Rodríguez Araujo un artículo demandando “congruencia, líder,
congruencia”? ¿John Ackerman le exigirá radicalidad argumentando que eso es lo
que la gente quiere y espera? ¿El ciro-gómez-leyva de La Jornada, Jaime Avilés,
lanzará a sus camisas pardas de cal y canto a denunciarlo por negociar con los
chuchos, los empresarios, su odiado López Dóriga? ¿El laura-bozzo de La
Jornada, Guillermo Almeyra, lo juzgará y condenará por colaboracionista
entonando el estribillo de “¡que pase el desgraciado!”?
No, mirarán para
otro lado. Dirán que es una cuestión táctica, que está usando eso para ganar
votos con la clase media. Bien, así que nada es lo que parece: el plantón de
Reforma no fue para exigir el recuento de votos que hubiera hecho evidente el
fraude, sino para que la gente no se radicalizara; las críticas a Televisa no
fueron para denunciar el poder de los monopolios mediáticos, sino para que se
le abrieran los espacios de esa empresa (y ser de nuevo su cliente en los spots
electorales). ¿Qué sigue? ¿Las brigadas juntando recursos para el teletón?
Pero nosotros
podríamos entender que él esté sólo siguiendo una táctica (torpe e ingenua,
según nosotros, pero una táctica). Que no crea en serio que los empresarios lo
van a apoyar, que los chuchos no lo van a traicionar, que el PT y el Movimiento
Ciudadano son partidos de izquierda, que Televisa está cambiando, que su
interlocutor privilegiado en Chiapas debe ser el priismo (como antes lo fue el
sabinismo). Incluso que crea que es más inteligente que todos ellos y que los
va a embaucar a todos simulando que les sirve, o intercambiando usos y
costumbres en el imposible juego político de “todos ganan” y “amor y paz”.
Ok, es una
táctica… o una estrategia (de todas formas no entienden lo que es una y otra
cosa). Lo que se constata es que él suma a su derecha (desertores del PAN
incluidos) y que nada aparece a su izquierda. Sigue los mismos pasos de su antecesor,
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, que se acomidió con los poderosos, apostando a
que las izquierdas no tendrían más remedio que apoyarlo “porque no hay otra
cosa”. Ok de nuevo, estrategia o táctica, ya lo explicarán los moneros en sus
talleres. Nosotros sólo preguntamos: ¿cuándo, en México, le ha dado resultado
positivo a la izquierda el correrse a la derecha? ¿Cuándo el ser serviles con
los poderosos ha ido más allá de divertirlos? Cierto, los “chuchos” pueden dar
cuenta del éxito de esa táctica política (¿o estrategia?), pero no se trata de
transitar el mismo camino… ¿o sí?
Mientras tanto,
el grupo porril ilustrado que lo promueve seguirá haciendo malabares para
justificar el cambio de rumbo… o apostarán a la desmemoria.
De todas formas,
no faltará a quien culpar del tercer lugar, ¿no?
Vale de nuevo.
El Sup fumando y
esperando el alud de calumnias que, en nombre de la “libertad de expresión” y
sin derecho a réplica, prepara la oposición de arriba.
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