Radio Ñomndaa:
palabras libres y verdaderas en los tiempos de la contrainsurgencia.
Primera
Parte
6 enero, 2012
Costa Chica rebelde
(Parte I)
Por Agencia de
Comunicación Autónoma SubVersiones
Fotografías: Prometeo
Lucero
Dicen que no valemos nada. O que no tenemos alma, ni inteligencia. Pero
no saben esto. Es como si nosotros fuéramos algo que nadie conoce, como si
fuéramos un secreto pues, en el mundo, el secreto de todo lo que existe en el
mundo. Porque nosotros sabemos de la tierra lo que nadie sabe. Porque nosotros
estamos limpios de tanto estar junto a la tierra.
Lucio Cabañas, en Guerra en el paraíso de Carlos Montemayor
Guerrero! la hermosa geografía
de sus siete regiones, está tejida a una turbulenta historia de violencia
política, de explotación, de discriminación y de pobreza, donde las reglas de
los poderes estatales, del crimen organizado, del narco y del caciquismo, se
hacen cumplir a balazos. Todo queda en la impunidad, aunque no en el olvido.
Los muertos se suman dentro de la inmensa
lista de los 66 mil 700 que ya existen en el sexenio panista actual1.
Secuestros, torturas, asaltos de comandos armados, policías y militares que dan
el tiro de gracia a estudiantes que no han llegado a cumplir aún los 24 años; en
el calderonismo (que alguien llamó ya un “necro-gobierno” o, es decir, gobierno
de la muerte), las noticias sobre feminicidios, juvenicidios o masacres son
cosa diaria. Y en Guerrero, para la(o)s luchadora(e)s sociales, todo se vive
como una larga y extendida “guerra sucia”, ya sea por los “cañonazos” de miles
de dólares que llegan bajo la forma de “ayuda” y “proyectos de fomento rural”,
por los asesinatos selectivos o por las masacres, en los cuales el viejo
sistema clientelar priísta y político en general del estado mexicano está
fundado.
Las cifras dolorosas se acumulan. Así, la
estadística confirma que Guerrero es uno de los estados más pobres del país,
pero ella no puede reflejar realmente lo que el capitalismo neoliberal y la
maquinaria estatal han generado: campesinos que han llegado casi a la
inanición; otros tantos que fueron desaparecidos y torturados; muchos más
obligados, ante la crisis económica, a irse a las plantaciones agrícolas de las
transnacionales del norte del país, en condiciones de semiesclavitud, o a
sembrar y trasladar “mercancía” para el narco, lo cual trajo consigo más
violencia2. Las “guardias blancas” o paramilitares; abusos incontables del
ejército cometidos contra mujeres; expoliación de los recursos naturales; un
racismo que está enquistado en cada poro de lo social. “Ya no hay fronteras
entre las fuerzas del orden con los grupos de la delincuencia” nos dice el
Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan.3 Éstas son las raíces
del colonialismo actual, de la pobreza y la honda desigualdad en el sur de
México.
Aquí los pueblos indígenas, los sectores
campesinos y populares, figuran siempre en las notas rojas del duopolio
mediático. Sin embargo, ante las ráfagas de balas, el enseñoreamiento de la
bota militar y los silencios del poder televisivo y radial, surgieron,
rehaciéndose de las torturas y de las matanzas, una y otra vez, los movimientos
campesinos, indígenas, de estudiantes y maestros, de trabajadores, los cuales
tenazmente impugnaron la vorágine del sistema económico y político.
Suljaa' (Fotografía: Prometeo
Lucero)
El siglo XIX en Guerrero, fue testigo de
varios levantamientos indígenas, así como los que se darían luego de la
Revolución, en Tecpan, Ayutla de Los Libres, Atoyac, El Porvenir. Hace más de
cien años, en las calurosas tierras costeñas, fracciones del Ejército
libertador del Sur, bajo las órdenes de Emiliano Zapata, se levantaron en
armas. Esos mismos lugares se conocieron en los 60 y 70 del siglo XX, por sus
guerrillas. Genaro Vázquez en la Costa Chica; en la Costa Grande, Lucio Cabañas
y los viejos fusiles Winchester que le aportaban los campesinos, contra la muy
sofisticada contrainsurgencia e inteligencia gringa; los movimientos campesinos
de los 80 y la Policía Comunitaria y todos sus retos. Por encima del
exterminio, ellas y ellos son parte de nuestra memoria, al igual que Rodolfo
Montiel, Felipe Arriaga, Teodoro Cabrera, Eva Alarcón y Marcial Bautista4,
campesinos y lideres ecologistas guerrerenses que pelearon por nuestros bosques
de la Sierra de Petatlán, contra el poder caciquil, estatal y transnacional.
Menos mal que la historia de México, a pesar
de Televisa y Tv Azteca, no sólo se cuenta desde la versión de Calderón, de
Aguirre Rivero, de Díaz Ordaz, de Ulises Ruiz o de una Elba Esther Gordillo,
sino desde los miles de rostros anónimos de los pueblos en rebelión, que
acabaron con el acallamiento y que también tomaron los micrófonos.
Ante la fiereza de las zarpas del capital y
del estado, surgen las “pequeñas trincheras” como las llama Geovani Valtierra,
quien pertenece al pueblo amuzgo y es parte de la Radio Ñomndaa, la cual, al
igual que en Cherán, en San Juan Copala, en Ostula, en Oaxaca o Chiapas, ha
iniciado una lucha larga por recuperar la voz y la palabra. ¿Queda acaso otra
opción?
Caciques y rebeldes
Xochistlahuaca o Suljaa’, en
nahua y amuzgo, son palabras que quieren decir “la llanura de las flores”,
lugar así llamado por su floresta, es uno de los lugares donde viven desde hace
centenas de años los Nanncue Ñomndaa, la gente del agua. El compañero que
solidariamente nos abre la puerta de su casa y nos brinda una taza de café
guerrerense, nos dice que cree que se llama así por la belleza y el colorido de
los tejidos que hacen las mujeres para la elaboración de los trajes regionales.
Algunas antiguas leyendas afirman que llegaron
hacia la costa del Pacífico, desde “las tierras de en medio”, (Ndyuaa Xenncue),
unas islas solitarias. Durante la colonia, debido a la presencia española, se
vieron obligados a migrar hacia el lado de Xochistlahuaca, la cual al parecer,
era desde la época precolonial, la capital amuzga. Quedaron repartidos en
varias zonas de la región y durante la colonia Xochistlahuaca quedó como parte
de la encomienda de Francisco Herrera. Luego, pasó a depender política y religiosamente
del corregimiento de Antequera (Oaxaca).5
Dicen los informes de la
época, que de los 44 mil habitantes amuzgos contabilizados al inicio de la
colonización; a fines del siglo XVI habían sobrevivido solo ochocientos.6 Estas
cifras, revelan en gran medida el proceso de aniquilamiento de la población
indígena en todo Guerrero, un exterminio que implicó la desaparición de pueblos
enteros: los llamados yacastecas, los huehuetecas, los quetzapotecas y los
cahutecas, y con ellos toda su matriz civilizatoria.
Sin embargo, el pueblo amuzgo
no desapareció, pero la división de su territorio quedó institucionalizado con
la creación de la república. Ometepec, el poblado más importante y grande del
lugar, quedó fijado como intendencia, la cual añadió a su jurisdicción a los
pueblos de Xochistlahuaca y otros poblados donde habitaban los Nanncue Ñomndaa,
como Tlacoachistlahuaca. Otros quedaron del lado de la frontera interna que
divide Guerrero de Oaxaca.
El sistema de poder que se
estableció desde la independencia tiene en una de sus tramas más fuertes, a la
dominación caciquil, que en Guerrero, es bastante añeja. Desde la creación de
la república, generaciones diferentes de caciques sostuvieron su poderes
grandes o más pequeños en la entidad, a través de redes de prebendas y por
supuesto, de las armas. La vida estaba atravesada por el dinero y las balas de
los caciques como los Neri de la época porfirista y luego los Figueroa o los
Mariscal, de las primeras décadas del siglo XX.7 Todas, familias que contaban
con figuras muy bien conocidas y recordadas en la región. Sobre esta base de
sometimiento de los pueblos campesinos e indios, luego se asentó e
institucionalizó el poder del Partido de la Revolución Institucional.
Paradójicamente tanto la independencia como la
Revolución Mexicana, favorecieron a los hacendados del lugar, a los patrones.8
No sólo no se acabó con el poder regional de la(o)s caciques, sino que éste se
profundizó y se entremezcló con las oscuras redes partidarias del priísmo. En
medio de este panorama, durante los primeros años después de la revolución, se
había prometido la “restitución de tierras”, sin embargo, mas bien se propició
el “reparto agrario” de los ejidos, que servía al mega-estado mexicano en
construcción, para presentarse como el ente que hacía el papel de
“distribuidor”, lo cual ideológica y simbólicamente le otorgaba poder, además
de que, materialmente, le servía para establecer relaciones prebendales, en las
cuales la tierra era un bien negociable a cambio de favores políticos, como la
fidelidad expresada en votos, exigida a los que recibían una parcela. Aún así,
por la oposición de los gobiernos locales guerrerenses, el reparto avanzó muy
lentamente en 1930 hasta los 40, cuando se estaba efectuando la Reforma Agraria
cardenista y se estaban asentando las bases del corporativismo en el país.9
Mujeres tejedoras de Suljaa'
(Fotografía: Prometeo Lucero)
Por su puesto, la situación no
era homogénea en todo el estado. Según recuerdan habitantes de Xochistlahuaca,
la revolución en su zona no tocó el poder hacendal y los amuzgos tuvieron que
organizarse en los años 20 para recuperar sus tierras en poder del más grande
dueño local de tierras Guillermo Hacho, quién vendió las tierras al
norteamericano Lewis Lamm.10 La lucha de casi cuatro años por la restitución de
sus tierras, fue una de las primeras que hicieron “los de Xochis”, logrando con
la presión de las comunidades, que se expropiara al estadounidense más de seis
mil hectáreas, bajo el título de “ejido”. A su vez, también se había peleado
por que se mantuviera a Xochistlahuaca, como cabecera municipal, figura que
también ya había pasado a ser parte de la dinámica comunitaria.
La memoria de lo que fue un día el territorio
amuzgo, es muy pertinaz, y David Valtierra, uno de los fundadores de Radio
Ñomndaa, quien siembra estas tierras y también las palabras, hace un recuento
sobre cuáles son los pueblos amuzgos que están ahora entre Guerrero y Oaxaca, a
los cuales la radio quiso llegar para hacer escuchar la lengua madre Ñomndaa y
establecer una crítica al sistema local caciquil. La distribución de los
ejidos, no implica la desaparición de la cultura y de las formas políticas
tradicionales en Xochistlahuaca, aunque éstas hayan cambiado:
La región que se conoce como la Costa Chica de
Guerrero, aquí esta parte donde estamos se llama Xochistlahuaca que para
nosotros los amuzgos, como nosotros mismos nos decimos Nanncué Ñomndaa,
nosotros decimos aquí Suljaa’, que significa un lugar plano donde hay flores
(…) y pues todavía conservamos esa cultura de nuestros abuelos, de nuestras
abuelas. El territorio, parte de la organización política, sigue conservándose
pero también mucho se ha perdido (…) no solamente en este municipio es donde
habitamos los amuzgos, también en el Municipio de Tlacuachistlahuaca, el
Municipio de Ometepec, Municipio de San Pedro Amuzgo que es Oaxaca, que está
por acá, que es el río y está Santa María Ipalapa, son los municipios que
conforman el pueblo amuzgo. (…)Hay ejidos y comunidades, es algo político, una
comunidad agraria es la que el gobierno mexicano reconoce, que de por sí ahí
esta ese pueblo y que es su tierra. Y un ejido quiere decir que el gobierno les
dotó la tierra. Aquí nosotros estamos como ejidos pero en realidad es una
política del gobierno, no quiso reconocernos como pueblo indígena. “cómo, si yo
les di su tierra”, es como un desprecio decir que el gobierno nos dio la
tierra, cuando aquí han vivido nuestros abuelos (…) aquí en en nuestro pueblo
amuzgo hay partes donde es ejido y hay partes donde es comunidad agraria.
(Entrevista a David Valtierra)
Esta es una de las razones
fuertes de la lucha de todos estos años en la llanura de las flores: la defensa
las tierras comunales de los intentos, por ejemplo del PROCEDE, para acabar con
las mismas. A la par, esta defensa implica una pelea frontal contra el sistema
caciquil y de partidos que operan como parte de la dominación que ya no es solo
priísta sino toda una cultura política en la cual, cualquier bando partidario
terminará apoyándose.
Con los sabidos vaivenes de partidos y
personajes, la estructura está ya asentada, a pesar de las “transiciones”. Si
no, recordemos las idas y venidas de Ángel Aguirre Rivero, actual gobernador
del estado: era priísta hasta que renunció a su partido, apareciendo tres días
después como candidato a la gobernatura por la alianza “Guerrero nos une”, del
PT, PRD y Convergencia a principios del 2011; apoyado luego por su contrincante
electoral del PAN, con el objetivo de derrotar en los comicios al candidato de
la alianza del PRI, el PVEM Y PANAL, la cual por cierto se llamaba “Tiempos
mejores para Guerrero”… una maraña de agrupaciones y nombres, lealtades
momentáneas y carismas políticos en plena oferta. Los resultados siempre son
iguales: estudiantes normalistas asesinados por marchar y repartir panfletos en
la Autopista del Sol, activistas ecologistas desaparecidos. Todos los
preocupados por que nos una Guerrero, no saben quién dio la orden para la
represión a los normalistas, tampoco tienen idea, hasta la fecha, de dónde
están Eva Alarcón Ortíz y Marcial Bautista Valle. Lo que sea por esos “tiempos
mejores”, pero no dijeron ¿para quienes?, seguramente no para la mayoría de las
y los guerrerenses que viven día a día los ametrallamientos de los comandos
armados del narco y el crimen organizado, la violencia militar y paramilitar en
las comunidades.
Esta inmensa red de omisiones, impunidad,
abuso y millonarios intereses políticos y económicos, se mueve también entre
familias herederas de los antiguos caciques. No era extraño pues, que en estos
rancios linajes de patrones, haya sido un Figueroa, (Rubén Figueroa Figueroa,
conocido como el “Tigre de Huitzuco”) quien recibiendo el poder cacical de su
familia desde tiempos de la Revolución, haya asumido el 75, (aún durante el
gobierno de Luis Echeverría) la gobernatura en Guerrero. Profusamente repartió
palo y zanahoria a la vez: torturas a los simpatizantes de la guerrilla y
planes económicos y productivos a organizaciones campesinas subvencionadas por
el gobierno estatal, especialmente creadas para mantener a raya la rebelión
campesina.
El trabajo de las mujeres
nn'anncue ñomndaa (Fotografía: Prometeo Lucero)
“Frijolitos y dinerito” decía Lucio Cabañas
sobre la política del presidente Luis Echeverría y del gobernador Figueroa,
mientras era sabido que cientos de personas, en los “vuelos de la muerte”, eran
arrojadas al mar desde aviones por ser sospechosas de subversión.11Años más
tarde, con el hijo del “tigre de Huitzuco”, se repetiría la historia familiar.
Rubén Figueroa Alcócer, fue señalado como el principal responsable de la
masacre de Aguas Blancas de 1995, donde fueron asesinados por la policia, 17
campesinos. Frijolitos, y, como no, también los plomazos, lo mismo pasa en
Xochistlahuaca.12
Dentro de todo este panorama,
en los últimos años, con la complicidad de dichas redes de poder caciquil,
autoridades estatales de varias esferas locales y nacionales, los proyectos de
explotación minera en Guerrero13 amenazan la integridad y la misma existencia
de los pueblos indígenas y campesinos.
El sexenio calderonista también funda,
regionalmente, su supuesta cara “democrática” en todas estas estructuras
complejas. Las y los caciques, desconocen totalmente la política comunitaria
asamblearia, están fuera de los sistemas comunitarios de autoridad y han
agredido ya a varias autoridades de las comunidades.
Ahora (las y los caciques del PRI) en si ya se
metieron a descomponer el tejido social, pero si es el sistema de partidos lo
que nos ha hecho mucho daño, porque las decisiones se toman Ometepec, en
Chilpancigo, en todos lados, menos aquí. Ahora la persona que es presidente es
porque tiene mucho dinero para hacer la campaña, porque tiene vinculaciones con
la clase política y no es porque la gente lo quiera o no, antes era porque ya
fue mayordomo, comisario ejidal, o hay cargos, antes era así, era un sistema de
cargos y la persona que llegaba a ser presidente, es una persona que ha
demostrado que sabe servir, no es porque tenga un discurso, no es porque tenga
o pertenezca a tal grupo político, y ahora es así.
En el Estado de Guerrero la
figura del cacique o la cacique, puede ser mujer, es una figura negativa, en la
comunidad. Porque el cacique, la cacique, es una persona que a partir de su
poder económico adquiere un poder político y ese poder rebasa el poder formal,
el poder digamos de la policía, de tener decisiones porque lo que hace una
cacique es imposición, lo que hace son imposiciones, masacres, entonces nuestro
estado de Guerrero, hay una familia que desde los tiempos de Emiliano Zapata
han sido los caciques de Guerrero, que ha sido la familia Figueroa y en nuestra
región aquí en la Costa Chica actualmente, en la historia ha habido varios
caciques que en algún momento se levantan y bueno los corren o se derrumba su
poder, pero surge otro, surge otro, es como la cara del capitalismo, el cacique
es la personificación del capitalismo feo (Entrevista a David Valtierra)
No existe dominación sin resistencia, y
mientras las autoridades estatales bailaban sobre los cadáveres de Vázquez y
Cabañas, nuevos vientos de lucha surgieron en Guerrero. Esta vez no únicamente
mediante las organizaciones campesinas, sino con la rearticulación de
organizaciones indígenas en México, que desde fines de los 70 habían planteado
un mirar la historia desmontando las versiones “oficiales” de ésta, concluyendo
que: los pueblos indios de México, habían vivido, tanto en la colonización
española como en la era republicana, la discriminación, el racismo y la
exclusión, o una inclusión aparente.14 La dominación se vive pues no solo en
términos culturales, sino políticos.
El Consejo de Pueblos Nahuas
del Alto Balsas (CPNAB) y el Consejo Guerrerense 500 años de Resistencia
Indígena, Negra y Popular, fueron espacios referenciales de confluencia de los
reclamos de los pueblos indígenas. Posteriormente, en los últimos quince años
se vivieron experiencias de carácter más local, muchas de ellas apoyadas en los
logros del levantamiento zapatista de 1994. Éstas resistieron a la cooptación y
el discurso de reconocimiento “pluri-multista” estatales, recuperando el
derecho político de ejercer los “usos y costumbres”, fuera de los
“reconocimientos” que pueda otorgar el estado.15 Esperar dicha aprobación
estatal, hubiese significado una nueva supeditación ante los caciques,
patrones, hacendados y partidos. Una de estas experiencias es la que se dio en
Xochistlahuaca.
Contra esa cara fea del capitalismo que decía
David Valtierra, por los abusos de la(o)s caciques, coludidos con autoridades
estatales e incluso federales, se iniciaron varias movilizaciones amuzgas en el
2001 y el 2002, las cuales confluyeron en la iniciativa de noviembre de 2002,
por parte de los pobladores de Xochistlahuaca, de conformar un municipio que
debía recuperar el proyecto político indígena de “autogobierno”.16
Tuvieron que enfrentarse a los
70 años de “partidismo agudo” y toda la política estatal y caciquil
consiguiente que, como en otros lugares, intentó por todos los medios aplastar
la experiencia autónoma.
___________________
NOTAS
1http://telemaiz.wordpress.com/66-mil-700-asesinados-por-danos-colaterales-en-la-guerra-contra-el-narcotrafico-sicilia/
2http://www.jornada.unam.mx/2011/01/15/agricultura.html
3http://desinformemonos.org/2011/12/un-balance-fatidico/
4Eva
Alarcón Ortíz y Marcial Bautista Valle, son parte de la Organización de
Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán. Ambos
fueron secuestrados por un grupo armado el día 6 de diciembre de 2011, hasta la
fecha no han avanzado las pesquisas judiciales y policiales respecto a su
paradero. (/http://www.cencos.org/node/28140)
5Carbone
Silvia y Benítez René, “Del territorio a la identidad travesías por la historia
y el conflicto (propuesta de análisis identitario en Xochistlahuaca, Guerrero),
En: Gutierrez, et.al., Antología de estudios territoriales. Fomento de los
estudios territoriales en Iberoamérica, GEOTECH, México, 2008.
6Ibíd.
7Jacob,
Ian, La revolución mexicana en Guerrero: una revuelta de los rancheros, Era,
México, 1982.
8Ibíd
9Sánchez
Serrano, Evangelina, “La certificación agraria en la montaña de Guerrero y las
comunidades indias: problemas y perspectivas”, En: Revista Mexicana de Ciencias
Políticas y Sociales, Mayo-diciembre, año/vol. XLVI,
número
188-189, Universidad Nacional Autónoma de México, Distrito Federal, México,
2003.
10Carbone
Silvia y Benítez René, op.cit.
11Bartra,
Armando (Comp.), Crónicas del Sur. Utopías campesinas en Guerrero, Era, México,
2000, Bartra, Armando, Guerrero bronco. Campesinos, ciudadanos y guerrilleros
en la Costa Grande, Era, México, 2000 yCarbone y Benítez, op.cit.
12Radio
Ñomndaa, “’Suljaa’: la flor que se llama Rebeldía”, En: Gasparello y Quintana
(comps.), Otras Geografías. Experiencias de autonomías indígenas en México,
Redes Tejiendo la Utopía, México, 2010,
13http://desinformemonos.org/2011/02/comunidades-de-guerrero-articulan-la-resistencia-contra-proyectos-mineros/
14Bartra,
Armando y Otero Gerardo, “Movimientos indígenas y campeisnos en México: la
lucha por la tierra, la autonomía y la democracia”, En: Recuperando la tierra.
El resurgimiento de movimientos rurales en África, Asia y América Latina, Sam
Moyo y Paris Yeros, (coords.), CLACSO, Buenos Aires, 2008.
También:
Sarmiento Sergio, El movimiento indígena en Guerrero, Ojarasca No 88, México,
agosto 2004.
15Ibíd.
16Pronunciamiento
del Municipio de Suljaa’ (Xochistlahuaca), Guerrero. México, 01 de diciembre de
2002.
No hay comentarios:
Publicar un comentario