El pueblo que se inventó una moneda
POR
MADAIMORADO – 26 ENERO, 2012
Tomado
de Proyecto Ambulante
Laura Castellanos, Domingo, El Universal
Los habitantes del municipio de Espinal,
un pequeño pueblo de la sierra veracruzana, México, están utilizando el Túmin,
una moneda que se inventaron y que se basa en el sistema de trueque. Sus
billetes salieron en noviembre de 2010 y ahora el Banco de México los acusa de
rebeldía monetaria mientras que la Procuraduría ya investiga a estos osados que
se atrevieron a desafiar al peso. Estos ‘panchólares’ sí valen.
“Aquí se recibe
Túmin”, anuncia un letrero pegado a una computadora de un cibercafé de este
pequeño pueblo de la sierra del Totonacapan, cuatro horas al norte de Xalapa y
cuatro horas al sur de la franja limítrofe con Tamaulipas. El mismo sitio donde
el narcotráfico dejó cadáveres decapitados y baleó autobuses de pasajeros la
Navidad pasada.
La dueña de
Ciber Castell, Irene Fidencia Castellanos, es una maestra jubilada de mirada
dulce y temperamento decidido. Ella presume el letrero que promueve los
“túmin”, palabra totonaca que significa dinero. Son los vales usados en el
sistema local de trueque de bienes y servicios que tiene ansioso al gobierno
federal, ya que considera que el pueblo incurre en rebeldía monetaria. Su
cabello recogido y la blusa blanca con flores amarillas le dan un aire fresco,
animoso. Pero sus ojos resplandecen cuando ejemplifica el funcionamiento del
túmin: ella recibió de una niña el pago del servicio de internet por una hora.
En cualquier lugar el costo sería de diez pesos. Aquí la niña paga ocho y
entregó dos túmin con la imagen de Emiliano Zapata. Cada uno equivale a un
peso. A la niña le dio los túmin su mamá, que es la dentista del pueblo, porque
algún paciente le pagó una parte proporcional de su servicio con ellos. La
maestra a su vez los usará para completar su compra de leche, carne, huevos o
tortillas.
“Es magnífico”,
opina la maestra del proyecto de mercado alternativo en el que participa desde hace
un año y que incluye un centenar de comerciantes y prestadores de servicios.
Dice que le alcanza más el dinero, se promueven productos regionales, sus
relaciones con otros socios son cada vez más cercanas, se estimula la
microproducción y su municipio, sumido en el olvido y la pobreza, gana
identidad y visibilidad. Todo por el túmin.
—¿Se siente
orgullosa de ser tumista? —ella inventó el término para los asociados, la
mayoría mujeres.
—Sí, claro que
sí, estoy orgullosa de ser tumista.
Y cómo no va a
estarlo, si el proyecto que echó a andar un grupo de maestros de la Universidad
Veracruzana Intercultural (UVI) comienza a extenderse al municipio vecino de
Papantla, ya despertó el interés de otros municipios y de comunidades en polos
distantes del país, y llamó la atención de la prensa nacional e internacional.
También del Banco de México (Banxico), la institución reguladora de la política
monetaria en el país. Esos papelitos de apariencia inofensiva, de ocho
centímetros de largo por cuatro centímetros de ancho, con denominaciones de 1,
5, 10 y 20 túmin son de naturaleza explosiva. Están diseñados de forma
artesanal, con la obra de pintores mexicanos, en cuyo frente se lee: “Mercado
alternativo y economía solidaria”, y en el dorso: “Sembremos justicia y el
fruto será paz”, con el sello y nombre de sus promotores: Juan Castro Soto,
presidente, Álvaro López Lobato, secretario, y Blanca Xanath García Cruz,
tesorera. A un año de estar en circulación provocaron un cisma en Banxico, que
pidió la intervención de la Procuraduría General de la República (PGR) para
abrir una investigación contra ellos: consideran que es un fraude sustituir al
peso. Domingo buscó una entrevista con Banxico pero la institución no la
otorgó.
La maestra Irene
rechaza la postura de Banxico y dice que por sí mismo el papelito no tiene
relevancia, sino lo que mueve en las conciencias y la cotidianidad de sus
usuarios. “No es una moneda, es un vale, somos nosotros quienes le damos el
valor”. Cuenta que ella le dio “gracias a Dios” cuando el proyecto del túmin
echó a andar en noviembre de 2010. Arrancó como un gesto de desobediencia
popular en el contexto del bicentenario de la Independencia y el centenario de
la Revolución Mexicana, ante las políticas económicas decididas desde el poder.
“Ahora sí nos va alcanzar nuestro dinero”, recuerda que decían los socios
fundadores. Su mecanismo es sencillo: únicamente la red de comerciantes y
prestadores de servicios que voluntariamente se suman son provistos de 500
túmin que circulan entre sí. Cada quién establece la parte proporcional de
pesos y túmin a recibir a partir del 10 por ciento de la cantidad total a
pagar. De esta manera, por ejemplo, si la maestra quiere comprar un kilo de
carne a otro tumista, en vez de pagar 70 pesos paga 50 pesos y 20 túmin. A ella
le sale más barata esta carne, por lo que no la comprará en un supermercado de
las ciudades cercanas de Papantla o Poza Rica. El carnicero a su vez usará esos
20 túmin en otro bien o servicio tumista. Así se diversifica y fortalece el
mercado espinalense para bien de la población general.
La maestra
reprocha que el gobierno federal no vea las bondades del túmin. Pero su rostro
no pierde la serenidad cuando narra cómo en la primavera pasada, a cuatro meses
de haber iniciado el proyecto, un desconocido tocó a la puerta del Ciber
Castell.
El hombre se
identificó como agente de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) de la PGR
e indagaba sobre el sistema del multitrueque. Ella dice que no se amedrentó por
su presencia. “Como todo ser humano merecía ser atendido y le ofrecí un café”,
narra con un dejo de ternura. “Decía mi madre que una gota de miel hace más que
una gota de hiel”. Entre sorbo y sorbo de café, el agente le preguntó a la
maestra del presunto uso fraudulento del túmin, su convencimiento para
utilizarlo, su circulación, su futuro. Dice que le respondió tranquilamente a
todo.
—¿Por qué usan
el túmin? —le preguntó el agente, muy instalado en el comedor.
—Porque simple y
sencillamente nuestra moneda ha subido tanto que no nos alcanza. No queremos
defraudar ni nada. Es muy bueno que la Procuraduría venga aquí, pues eso me
hace sentir que mi túmin es grande, que vale la pena, y es la piedrita que la
PGR siempre va a traer en el zapato porque no se la va a quitar.
—¿Le da larga
vida al túmin?
—Sí, porque
nosotros tenemos la conciencia de que funciona y ya hay personas de Coyutla,
Tabladero, Mizantla, de la región, que quiere conocer su funcionamiento.
La maestra
cuenta que el agente se marchó. Sólo él sabe qué reporte entregó. Ella siguió
usando el túmin. También la tortillera, el pastelero, el farmacéutico, la
verdulera, la vendedora de pollo, el carnicero, la abarrotera, el panadero, el
herrero, la vendedora de tacos de comida, la dentista, la estilista… En este
pueblo fundado por piratas se consolida el intercambio monetario más
revolucionario en México, en plena debacle de la macroeconomía global.
EL PAPELITO QUE
MUEVE CONCIENCIAS
Espinal debe su
nombre a los árboles de espino blanco que abundaron alguna época en la cabecera
y el municipio con el mismo nombre. Ahora son escasos en el paisaje. La
cabecera municipal tiene poco más de dos mil 500 habitantes. El municipio
rebasa los 24 mil habitantes, cerca de la mitad son indígenas totonacas.
Espinal es un municipio pobre en el que la mitad de su población carece de agua
potable y drenaje. La cabecera se erigió a orillas del río Tecolutla que
desemboca en el Golfo de México. Se dice que al pueblo lo fundó un pirata de
nombre Lorencillo, que luego de hacer sus fechorías en el Golfo navegaba río
adentro y se ocultaba en esta región de verdes intensos, cálida y húmeda, con
lluvias abundantes en verano.
Unosdicen que
Lorencillo era flamenco, otros que mulato, que francés, que holandés. Lo
describen como alto o chaparro, solidario o desalmado. El caso es que el tal
Lorencillo está en el escudo de Espinal pintado al interior del palacio
municipal. El diseño lo hizo un maestro de secundaria con elementos
significativos de la región: los espinos blancos, Lorencillo con un parche en
un ojo y el otro de un azul color alberca, el maíz y cítricos cultivados en la
zona, y los voladores de Papantla, recientemente reconocidos como Patrimonio
Cultural Intangible de la Humanidad por parte de la Unesco. Los voladores están
en el escudo del municipio porque aquí dicen que no son originarios de
Papantla, sino de Espinal.
Del túmin, eso
sí, nadie cuestiona su origen espinalense. Basta con que uno camine el pequeño
centro del pueblo para constatar que la gran mayoría de los comercios son
tumistas: 115 asociados conforman la red, un centenar de Espinal y el resto de
Papantla. Cuentan con un pequeño local/oficina a unos pasos de la presidencia
municipal. Ahí se exhiben productos hechos por algunos asociados: mermeladas
caseras, galletas, joyería artesanal, ropa bordada, palanquetas de granola,
tinturas medicinales y artículos diversos de tiendas de los alrededores, casi
la generalidad de origen nacional.También ahí se realizan las asambleas
bimestrales para evaluar logros y circular su modesta publicación Kogsni, palabra
totonaca que significa El Volador, que hace la Red Unidos por los Derechos
Humanos (RUDH).
El fotógrafo Jorge Serratos, el
videoreportero Alberto Torres y yo hicimos un recorrido por el pueblo. Cada
tumista tiene su propia visión de las ventajas de ser asociado. Matiana
Lorenzo, la señora de cabellera muy negra que vende verduras en la plaza del
pueblo, a unos pasos de la iglesia de San José, dice que ella lo recibe porque
otros productos le salen más baratos: “Al comprar medicina, que da uno diez pesos
de túmin si cuesta sesenta, y diez pesos se ahorra uno”. Al cruzar la plaza se
llega al consultorio dental donde la cirujana dentista Ana Bertha Escalante
tiene su cartel “Aquí se recibe túmin”.
Ella lo ve como
la alternativa local para “enfrentar la recesión económica mundial” y también
como medio de integración comunitaria, pues observa que las barreras sociales
entre socios se derrumban. Así le pasa en su relación con la costurera del
pueblo. “Antes me veía así como: ‘ay, la doctora, buenos días, buenas tardes’,
pero ahora en alguna reunión de socios nos sentamos juntas e interaccionamos
como parte del mismo proyecto económico”. En el caso del indígena agrónomo Luis
García Santiago, su negocio de yougurt casero crece porque redujo costos en los
insumos para hacerlo: “Antes vendía 15 vasos de yougur diarios, y ahora vendo
más de 40 y eso es muy bueno”.
Eso no quiere
decir que no haya detractores del túmin. Algunas personas lo ven como un juego
infantil sin sentido. “Dicen que es como jugar con panchólares”, se queja la
maestra Irene Fidencia Castellanos, “y es que hace falta el amor y la
conciencia de lo que es un proyecto tumista”. Otros simplemente no entienden
que el túmin rompe con la idea económica dominante de que el dinero debe
acumularse como signo de poder en vez de circular para el bien común. El doctor
Juan José Escalante, de la farmacia El Carmen, opina que esa es la principal
barrera para quienes no lo admiten: “piensan que es dinero que se les queda
ahí, que ellos pierden, no les cabe en la cabeza que lo pueden reutilizar”.
Está en lo cierto.
En nuestra gira
espinalense hicimos un alto en la oficina del presidente municipal, Salvador
Lammoglia, militante del Partido Acción Nacional (PAN). En su oficina está la
foto de Felipe Calderón. Debajo de ésta, una imagen de bulto de San Judas
Tadeo. El descendiente de emigrantes italianos luce como un ranchero acomodado:
sombrero de palma, vestimenta impecable, botines lustrosos. Si bien él ve al
túmin como un factor de identidad y promoción del municipio de Espinal, tiene
sus reservas para usarlo. Su familia es productora de queso y se le invitó a
sumarse a la red. El político tiene sus dudas, y las dice con franqueza: “Si yo
me lleno de túmin, esos cinco pesos que yo le doy más barato a la señora,
¿quién me los va a reembolsar?”, me pregunta. Le expreso que según sus
promotores el fin no es acumular los vales sino usarlos como herramienta de
intercambio de bienes y servicios para estimular el mercado municipal. Insiste:
“Es que hay cosas que no me quedan muy claras: si yo junto o almaceno tantos
túmin a mí ese dinero quién me lo… a menos que lo siga comercializando nada
más, porque nunca voy a ver en sí mi dinero”. No hay manera.
TUMISTAS CONTRA
EL CAPITALISMO
La Casa del
Túmin es en realidad una habitación independiente de la vivienda de la casera.
La señora les acepta una parte del pago de la renta con vales. La oficina es
color palo de rosa. Una pared hecha con tablones de madera sirve de división. A
través de ésta se cuela el sonido del juego y llanto de sus chiquillos. Pero
Juan Castro, el creador del túmin y presidente de la red, no pierde la calma. A
sus cincuenta años las canas ganan terreno. Tiene pinta monacal de franciscano.
Es austero, callado, analítico. “Parece que Juanito hizo votos de pobreza”, me
dijo de una tarde su compañero Álvaro López Lobato, el secretario del proyecto.
De hecho el hombre de semblante apacible y sonrisa fácil, nacido en Tampico, se
formó en el activismo jesuita cuando estudió Ciencias de la Comunidad en el Tec
de Monterrey, campus Monterrey.
—¿Nunca has
hecho algo extravagante en tu vida? —le pregunto con curiosidad genuina.
—Pues el túmin.
Su presencia
sosegada encubre un activismo radical y tozudo. Con la irrupción del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994 Juan Castro se hizo militante
zapatista y desde entonces asumió como suya la lucha por los derechos indígenas
y por un mundo más equitativo. Por años estudió otras experiencias de monedas
alternativas en el mundo, como el “Ithaca Hours”, en Nueva York; “Lets”, en
Canadá; “Lionza”, en Venezuela; “Eco”, en España; “Libra Brixton”, en
Inglaterra; “Cheimgauer”, en Alemania, usados no tanto por necesidades
económicas sino como herramientas políticas de lucha contra el sistema
capitalista. En México está el “Tláloc” y “Trueke”, en el Distrito Federal;
“Mezquite”, en Dolores, Guanajuato; y “Cajeme”, en Sonora, que funcionan
especialmente en ferias donde se ofertan productos alternativos. Pero Espinal
necesitaba una propuesta permanente que atenuara la crisis económica. “Ahí
estaba la naranja, la verdura, la carne echándose a perder porque no teníamos
el medio para adquirirlo, que era el dinero”. Así nació el túmin: “La gasolina
para hacer que las cosas circularan y pudiéramos consumirlas”.
Como maestro de
la UVI Totonacapan, la universidad pública de la región con enfoque
multicultural, el tampiqueño concretó el arranque del proyecto como una
propuesta de maestros y estudiantes egresados. Al equipo impulsor le tomó meses
socializarlo entre los asociados potenciales. Se decidió que sólo fuera entre
comerciantes y prestadores de servicios para incentivar directamente la
producción y oferta de mercado. De esta manera, también amas de casa,
estudiantes o desempleados se verían motivados a crear microempresas de
elaboración de tejidos, mermeladas, shampoos, jabones, miel, yougurt.
Entre los socios
potenciales se consultó de igual manera cuáles a su entender deberían ser sus
derechos y obligaciones. Pero el equipo convocante estableció una premisa
fundamental: “Al entrar al túmin todos dejaban de ser clientes para convertirse
en compañeros”. La idea central era que la gente tomara conciencia de su
relación con el dinero y cómo desde el poder se crea competencia y desigualdad.
En contraste, “nosotros podíamos diseñar una economía basada en la solidaridad,
donde no hay intereses ni fraudes, ni nadie busca acumular la riqueza”. Fue
decisión de todos los socios que el proyecto fuera gratuito, cada uno entrara y
saliera con libertad y estableciera su propia cuota de túmin, partiendo del 10
por ciento de la cantidad total a pagar.
El túmin nació
en noviembre de 2010, conmemoración del centenario de la Revolución Mexicana,
con medio centenar de participantes. La noticia circuló en medios locales y
nacionales. Su difusión en el programa Primero Noticias conducido por Carlos
Loret de Mola en Televisa llamó la atención de Banxico. Al aire, el periodista
advirtió a la institución de una posible sustitución monetaria del peso. Las
reacciones afloraron. El presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la
Transformación (Canacintra) en Xalapa, Miguel Aguilar Morales, declaró al
diario Imagen del golfo que el túmin es un “capricho local” que generaría
inflación y estancamiento económico. Y el coleccionista de monedas más
prestigiado de Veracruz, José Zaydén, lo tachó en el mismo periódico de
“ilegal”, razón por la cuál sus promotores podrían ser encarcelados por el
delito de “delincuencia organizada”.
El túmin sorteó
las críticas en su contra y su número de asociados aumentó. No obstante en la
primavera de 2011 la PGR notificó a la comisión de maestros impulsores, Juan
Castro, Álvaro López y Blanca Xanath García, que se abría en su contra la
averiguación previa AP/PGR/VER/POZII/107/2011, por lo que debían presentarse a
declarar con un abogado defensor a la Segunda Agencia del Ministerio Público de
la Federación ubicada en Poza Rica.
Juan Castro dice
que la directiva de la Universidad Veracruzana (UV), de la cual depende la UVI,
si bien en un primer momento se mostró orgullosa y solidaria con el proyecto,
tomó distancia y les negó acompañamiento legal. La UVI además canceló la
reanudación de su contrato académico, tras cinco años de relación laboral. De
un momento el maestro se quedó sin empleo y en la vulnerabilidad legal. Sara
Itzel Arcas, coordinadora de la UVI Totonacapan, niega que la razón fuera la
investigación de la PGR, sino que el activista tiene el certificado de la
licenciatura pero no el título. “Entiendo que la universidad le dio un tiempo
límite para su entrega y ésta se fue aplazando, y estuvimos esperando más de
dos años el documento”. Él rechaza su dicho. “No es cierto”, responde. Le
extraña que impartió clases durante cinco años sin impedimento alguno. “No
recuerdo que me dieran ningún plazo”. Juan no puede titularse porque dejó un
adeudo antiguo en la universidad que no puede pagar. Y el Tec no acepta túmin.
PERSECUCIÓN
CONTRA LOS REBELDES MONETARIOS
La mujer que
ronda los 50 años no es tumista. Su blusa color café luce un escote desbocado.
De su cabellera caen bucles hechos con tenazas eléctricas, van en tonos
cobrizos y dorados. Hacen juego con los aretes metálicos que le cuelgan hasta
el hombro. Lleva la ceja tatuada y las pestañas postizas. Está sentada frente a
su escritorio. Es Manuela Barradas, agente del Ministerio Público de la
Federación, titular de la Mesa Segunda en Poza Rica, encargada de la
investigación penal de la PGR contra el equipo impulsor del mercado alternativo
espinalense. Heredó el caso de su antecesor.
La licenciada me
ofrece asiento. Con su mano roza sus bucles y las uñas postizas resplandecen:
están adornadas con florecistas azules de cristalitos y diamantina.
—Me encuentro
impedida a hablar sobre cualquier tipo de prueba —masca un chicle sin pudor.
—La averiguación
se está integrando a fin de resolver conforme a derecho —agrega la licenciada.
Salimos de su
oficina. Entonces la licenciada dio instrucciones a dos judiciales para que
recorrieran el trayecto de dos horas de Poza Rica a Espinal y buscaran a Juan
Castro. Los hombres llegaron a la Casa del Túmin con actitud altanera a pedirle
que les mostrara los documentos de la organización. Juan Castro no lo hizo. “El
Ministerio Público ya los tiene”, les dijo. Se marcharon. Al día siguiente el
activista y su abogado Óscar Espino llegaron voluntariamente a hablar con la
licenciada Manuela Barradas para explicarle el proyecto. Y ella les escuchó.
Óscar Espino, un
joven moreno y avispado de rasgos indígenas, cuenta que la licenciada les
manifestó que Banxico estudiaba la posibilidad de orientar la investigación
hacia un posible fraude.
Esa idea le
parece “absurda” porque “la participación en el intercambio es por voluntad
expresa de los socios de manera libre, sin presión, engaño o dolo alguno y no
se obtiene por parte de los socios o de la dirigencia algún lucro o ganancia
indebida”. Así las cosas, el abogado observa que la intención real del Estado
“es criminalizar los modos comunitarios e indígenas porque éstos consolidan
procesos autonómicos locales, no existe otro motivo”. Sabe lo que dice. El
espíritu del túmin comienza a prender en otras partes. Desde Campeche, Chiapas
y Michoacán ya buscaron a los creadores de este sistema multitrueque para echar
a andar sus propios proyectos.
*Los editores de
“Domingo” le pagarán esta historia con mil túmins.
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