Los golpes al
corazón de la UACM
Autor: Trabajo
Conjunto
17 ENERO 2012
Publicado en
Revista Contralínea
La actual
administración de la UACM, que encabeza Esther Orozco, ha presentado
iniciativas ante el Consejo Universitario que modificarían el modelo educativo
de la Universidad; algunos cambios ya son un hecho: se obliga al estudiante a
“certificar” talleres para poder inscribirse al ciclo básico; y se estipula la
entrega de becas con base en el promedio y la edad. Ambas disposiciones, en
conflicto con la legislación de la institución
A diferencia del
grueso de las instituciones de educación superior en el país, sean públicas o
privadas, en esta Universidad el mecanismo de ingreso estudiantil es por sorteo
y no por examen de selección; a los alumnos no se les cobran cuotas de
inscripción, colegiaturas, materiales, o uso de equipo e instalaciones; además,
al menos en el papel, sus estructuras de gobierno son horizontales.
Durante el
rectorado de María Esther Orozco Orozco, y particularmente desde 2011, cuando
inició el conflicto que atraviesa esta institución, se han presentado diversos
intentos de modificar el proyecto original de la UACM. Éste es considerado por
Hugo Aboites Aguilar, doctor en educación por la Universidad de Harvard, como
un modelo puntero e innovador a nivel latinoamericano: responde a 30 años de
neoliberalismo en las universidades y a las demandas del movimiento estudiantil
de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que en 1999 aglutinó a
miles de estudiantes en contra del cobro de cuotas en esa casa de estudios.
Algunas de estas
modificaciones son ya un hecho. La redacción de El proyecto educativo de la
UACM. Documentos de apoyo académico –editado por esta universidad– ha sido
modificada, principalmente en lo que se refiere al Programa de Integración,
compuesto por los talleres de matemáticas; expresión oral y escrita; e
identidad, conocimiento y aprendizaje.
En la versión
elaborada durante el rectorado de Manuel Pérez Rocha se lee: “El Programa de
Integración es flexible y está abierto permanentemente para todos los
estudiantes de la Universidad que busquen apoyos específicos relacionados con
el desarrollo de habilidades para el desempeño académico”. En cambio, en la
versión vigente, la hecha durante la rectoría de Esther Orozco, se suprime el
término “flexible” y se estipula que dicho programa “se debe cursar
necesariamente al ingresar a la Universidad”, lo que le imprime un carácter de
obligatorio.
De la misma
manera, establece que “los talleres que conforman el semestre inicial del
Programa de Integración se deben certificar para poder inscribirse al ciclo
básico de cualquier carrera de la Universidad”, cuando antes esto no era
requisito de inscripción a las licenciaturas que imparte la UACM. Aparentemente
se trata de una medida “transitoria”, según el Acuerdo UACM/CU-2/EX09/056/11
aprobado el 31 de mayo de 2011 por el Consejo Universitario.
“El Programa es
como la oferta que da la Universidad para tratar de solventar las dudas y
deficiencias que tienen los muchachos que provienen de otras escuelas. La
actual administración pretende transformarlo en una especie de examen de
admisión; si no pasas Integración no te puedes inscribir a lo que sigue. Se
pretende poner filtros, desde muchos sentidos, para poder convertirnos en una
escuela tradicional. La UACM es muy noble y se le trata de quitar la nobleza al
proyecto”, explica Joel García León, enlace de la Academia de Matemáticas.
En cambio, para
la Comisión de Asuntos Académicos del Consejo Universitario; la Coordinación
Académica y los colegios de Ciencia y Tecnología, Ciencias y Humanidades, y Humanidades
y Ciencias Sociales –que en noviembre de 2011 emitieron el Comunicado sobre las
Modificaciones al Programa de Integración– “no es un filtro o supone una
condicionante para que los estudiantes de nuevo ingreso a la UACM sean
considerados plenamente como integrantes de nuestra comunidad universitaria”.
Durante la
Novena Sesión Extraordinaria del Consejo, Isabel Contreras Lee, coordinadora de
Certificación y Registro, consideró “indispensable” la evaluación del Programa
de Integración porque, de acuerdo con un estudio preeliminar, el 45 por ciento
de los estudiantes no se presenta a la evaluación de matemáticas y de expresión
oral y escrita, y del resto sólo el 28 por ciento acredita. En el mismo sentido
se pronunció Minerva Camacho Nuez, coordinadora académica: “Que este Programa
sea certificable, sin llegar a representar ningún crédito, para que el
estudiante pase al Ciclo Básico”.
En dicha sesión,
celebrada el 31 de mayo de 2011, el académico de Cuautepec Eduardo Flores Soto
enumeró los criterios a los que debería alinearse este programa: ser
“obligatorio”; la certificación es “imprescindible” para poder inscribirse al
ciclo básico; se “incrementará el número de horas” que el estudiante debe
cubrir; y “aquel estudiante que no certifique la evaluación semestral tendrá,
en una evaluación extraordinaria realizada durante el periodo intersemestral,
una oportunidad adicional para lograrlo”.
El 17 de
noviembre pasado, consejeros de diversos planteles solicitaron al secretario
técnico Adalberto Robles Valadez que convocara a una sesión extraordinaria para
derogar el Acuerdo del 31 de mayo de 2011. Para Aideé Tassinari Azcuaga, Esther
Muñoz Cervantes, Fernando Rodríguez Ochoa, Javier Gutiérrez Marmolejo, José
Carlos Luque Brazán, José Luis Fernández Silva, Julio César Ibáñez Rangel,
Karla Montalvo de la Fuente, María de los Ángeles Gutiérrez Castillo y Salomón
Ochoa Alvarado se viola la Ley de la UACM y el Estatuto General Orgánico, pues
los talleres del Programa de Integración no cuentan con créditos ni se han
incluido en los planes de estudio que ofrece la Universidad; de ahí la
imposibilidad de exigir que sean certificados para la inscripción de los
estudiantes de nuevo ingreso al Ciclo Básico.
El tema fue
discutido en la sesión del 16 de diciembre pasado. Como consta en el
Procedimiento para la inscripción al semestre 2012-I de los estudiantes que
ingresaron a la Universidad en agosto de 2011, se convino que el estudiante
recibirá el resultado de la evaluación diagnóstica que se le aplica al inscribirse
y las actas cualitativas de cada taller para que, en conjunto con su tutor,
defina un Plan Formativo Personalizado.
El Programa de
Integración es parte esencial de la UACM pues está ligado al mecanismo de
ingreso estudiantil que, acorde con los principios de no exclusión y equidad,
practica esta casa de estudios: el sorteo. En diversos trabajos, Aboites
Aguilar –cuya ponencia La crisis de la nueva educación se incluyó en El
proyecto educativo de la UACM– ha evidenciado la discriminación contra las
mujeres y los jóvenes de clases populares que acompaña a los tradicionales
exámenes de admisión estandarizados, como los del Centro Nacional de Evaluación
para la Educación Superior, que datan de principios del siglo pasado.
Massimo
Modonesi, profesor con licencia de esta casa de estudios, sabe que tocar el
programa de integración es hacerlo también con el acceso libre que caracteriza
a la UACM: “Modificar o desparecer integración quiere decir orientarnos hacia
un eventual examen de ingreso porque integración es la antesala para nivelar o
para hacer que los estudiantes sean aptos para estudios universitarios”.
Promedio y edad, condicionantes de becas
Ser estudiante
de tiempo completo, con promedio mínimo de 8, un avance académico constante,
tener máximo 28 años de edad, residir en el Distrito Federal, no trabajar para
la UACM, no contar con otra beca o apoyo, y entregar la documentación en los
tiempos y forma establecidos, son los requisitos para obtener una de las 850
becas de nivel licenciatura que, por acuerdo de la actual administración de la
UACM y la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, otorga el Fideicomiso del
Fondo de Apoyo a la Educación y al Empleo de las y los Jóvenes del Distrito
Federal.
Tales
requerimientos se contraponen con los que establece el Reglamento de Becas de
la Universidad Autónoma de la Ciudad de México que, en apego a los principios
que rigen esta casa de estudios, deja fuera condiciones como las del promedio y
la edad. Al respecto, lo único que se pide a los estudiantes es una carta
compromiso en la que expongan sus razones para obtener el apoyo económico y los
compromisos académicos que contraerán, así como estar inscritos en al menos
tres cursos del semestre para el que se solicita la beca.
Durante la
reciente gestión, este Reglamento de Becas ha sido cuestionado. El Comité
Temporal de Becas de la UACM –integrado por Gloria Luz Alejandre Ramírez,
consejera académica; Laura Elizabeth Moreno Bautista, consejera estudiante; y
Éricka Araiza Flores, coordinadora de Servicios Estudiantiles– planteó la
aprobación de un nuevo reglamento de becas, lo que implicaría la derogación del
modificado el 2 de julio de 2010. El documento presentado al Consejo
Universitario cuenta con la “opinión jurídica y el visto bueno” del abogado general,
José de Jesús Izquierdo Ubaldo.
La propuesta,
con fecha del 15 de diciembre de 2011, se sustenta en una encuesta que el
Comité realizó y que, se supone, “reflejó la aprobación por parte de los
estudiantes a la obtención de una beca por esfuerzo académico, por promedio,
por certificación de materias y conclusión de estudios sin rezago académico”.
Se consultó a 1
mil 66 estudiantes, de los 10 mil 697 activos hasta 2011, a los que la
administración que encabeza Esther Orozco aludió en su Diagnóstico de la
UACM. Desempeño académico. La mayoría consideró “más equitativo para ellos
que se otorguen las becas tomando en cuenta el esfuerzo académico, tal y como
se hace en el resto de las instituciones educativas; lo anterior debido a que
contar con un modelo educativo diferente no excluye la excelencia académica”.
De acuerdo con
esta iniciativa, que próximamente se discutirá por el máximo órgano de gobierno
de la universidad capitalina, se agregarían a los requisitos que establece el
Reglamento de Becas vigente que los estudiantes tengan promedio mínimo de 8,
que presenten su historial, y que asistan a entrevistas con el “objetivo de
corroborar la información proporcionada”. Se elimina “no tener relación laboral
con la UACM”.
Largo, el camino hacia la democracia
El Consejo
Universitario, máximo órgano de gobierno de esta casa de estudios, está
conformado por 61 universitarios. Sólo uno de éstos es autoridad: la rectora.
En la UNAM, en cambio, 55 de los 284 consejeros universitarios son autoridades:
el rector, el secretario general y los directores de facultades, escuelas e
institutos. Además, a diferencia de la UNAM, en donde el rector es el jefe
nato, en la UACM la misma figura funge como coordinador y supervisor de la
gestión universitaria.
Un orden de
gobierno como el de la UACM suele ser incomprendido en un sistema de educación
superior como el de México, en el que predominan las estructuras verticales.
Por ejemplo, al diputado local Fernando Cuéllar Reyes le parece cuestionable
que “se les dé demasiada fuerza a ciertos integrantes y a otros se les tase
igual”, cuando para él es claro que un integrante del Consejo no es igual que
la rectora, “quien tiene una responsabilidad mayor”.
En cambio, para
Hugo Aboites Aguilar, el esquema de la UACM “representa el sueño de la
autonomía materializado”: el de los estudiantes de la provincia argentina de
Córdoba, que durante el siglo XX encabezaron un movimiento estudiantil que
pugnaba por el fin de la “antigua y anacrónica estructura” de gobierno
universitario.
No obstante,
señala el también catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana, el
rectorado de Esther Orozco ha evidenciado que el camino para “fortalecer los
procesos democráticos” aún es largo. ¿Cómo volver realmente independientes a
los órganos colegiados? Ésa es la
pregunta que aún no encuentra respuesta en la normatividad universitaria. Por
ejemplo, la representatividad de los consejeros no es tema de la Ley de
autonomía o del Estatuto General Orgánico de la UACM.
Y es que, a
decir de integrantes de la comunidad uacemita, durante la actual gestión, el
Consejo Universitario parece no tener independencia respecto de la rectora.
“Cuando se empieza a ver que no se aprueban nunca cuestiones que vayan en
contra de la autoridad, algo está mal, porque significa que la autoridad es
perfecta o que hay un problema ahí en la representatividad”.
Ya durante la
segunda sesión extraordinaria del Consejo, en la que Verónica Cuenca Linares
fue designada contralora general para el periodo 2011-2017, Ruslan Vivaldi
Posadas Velázquez había denunciado “presiones políticas” a la hora de integrar
la terna de candidatos que contendrían para ese puesto. Por eso, el profesor
universitario renunció a su cargo de consejero.
De acuerdo con
la versión estenográfica de aquél encuentro, celebrado el 15 de febrero de
2011, Posadas Velázquez manifestó su desacuerdo con el dictamen de la Comisión
Técnica encargada de elegir a la terna para la Contraloría General, pues
“dejaron en segundo término los criterios de independencia y autonomía”.
Para el docente
resultaba indispensable que dicha comisión, de la cual formaba parte, otorgara
el mismo peso a lo “estrictamente cuantitativo” (la evaluación de los
currículos, el plan de trabajo, el ensayo y los indicadores derivados de la
entrevista) y a las evidencias sobre los vínculos entre los contendientes y las
autoridades o líderes sindicales universitarios. Aludía, en concreto, a Cuenca
Linares quien, de 2007 a 2009, se había desempeñado como contralora Interna en
el Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal (Icytdf).
Seis meses
después de haber asumido el puesto de contralora de la UACM, Cuenca Linares fue
una de las encargadas de fallar respecto de la revocación de mandato de la
rectora. Su dictamen contribuyó para que, en la décima primera sesión
extraordinaria del Consejo, del 18 de agosto de 2011, la solicitud promovida
por la Asamblea Universitaria –organización estudiantil, académica y
administrativa que asegura defender el modelo educativo de la UACM y su autonomía–
fuera desechada. La titular de la Contraloría General determinó que Orozco
Orozco, su vieja conocida, no incurrió en acciones u omisiones para fincarle
responsabilidades administrativas.
Ese mismo día
hubo otra baja en el Consejo Universitario: la de César Christian Hernández
Guzmán, crítico de la gestión de Esther Orozco y a quien por llegar tarde le
fue anulado su derecho a voto. El estudiante explicó al pleno que el motivo de
su demora fue que el personal de Protección Civil de la Universidad, que estaba
haciendo filtro, le impidió la entrada a la plenaria que discutiría la
revocación de mandato de la rectora; después renunció a su cargo.
Cuenca Linares
–quien en 2000 enfrentó un juicio político, junto con otros cinco servidores
públicos entonces adscritos a la Secretaría de la Reforma Agraria, por su
presunta omisión para sancionar a responsables del saqueo de bienes
instrumentales, como consta en el número 535 de la Gaceta Parlamentaria de la
Cámara de Diputados– no es la única empleada universitaria que formó parte del
equipo de Esther Orozco, cuando ésta se desempeñó como titular del Icytdf.
También Karina
Chaparro Alvídrez, tesorera; Érika Araiza Flores, coordinadora de Servicios
Estudiantiles; Claudia Magdalena Macedo Ramírez, coordinadora de Comunicación;
Yadira Rivera Saucillo, jefa de Control Presupuestal; Tabata Marianela Rivera
Jiménez, subdirectora de Recursos Humanos; Olga María Castro Alcaráz, jefa de
Pagos y Contabilidad; Laura Martínez Gutiérrez, asistente de rectoría; Elizabeth
Castro Solís, asesora; y Guilibaldo Rebollar Martínez, chofer. En tanto, Nora
Isabel Huerta Guajardo, coordinadora de Difusión Cultural y Extensión
Universitaria, fue proveedora, a nombre propio y de la asociación civil Teatro
Cabaret Reinas Chulas, de este Instituto.
A la fecha, los
vínculos entre universitarios y el Icytdf continúan. De mayo a diciembre de
2011, el consejero estudiantil Luis Miguel Hernández Ruiz sostuvo un contrato
por honorarios con el Instituto que le aportó una remuneración mensual de 15
mil 500 pesos.
Indicios como
éste, de que algunos integrantes del Consejo están a sueldo del Instituto de
Ciencia y Tecnología o de algún otro órgano de la administración capitalina,
han generado entre los sectores más críticos de la comunidad universitaria la
impresión de que el máximo órgano colegiado de esta institución educativa ha
sido corrompido.
Lo que sí es un hecho, asegura Massimo
Modonesi, es que durante la reciente gestión se han generado una serie de
prácticas que crispan el ambiente: los despidos de gente crítica al rectorado
de Orozco o la “pretensión de domesticar a los órganos colegiados”. También,
una “especie de presidencialismo que no es propio de la constitución de la
UACM”.
Lo anterior
atenta contra el espíritu de comunidad democrática –que implica la
“construcción de ambientes de cooperación, a partir de relaciones de equidad y
respeto entre sus integrantes”– al que alude El proyecto educativo de la
UACM, impreso durante el rectorado de Manuel Pérez Rocha.
“No es un problema
sólo de reglamentos”, advierte Hugo Aboites. Éstos deberían estar precedidos de
prácticas democráticas, como que los representantes se reúnan periódicamente
con sus representados o que estos últimos tengan la capacidad de destituir a
los primeros.
La comunidad
uacemita tendrá que sortear al menos otro obstáculo: la subrepresentación de su
actual Consejo Universitario. Y es que, en estricto apego al Estatuto General
Orgánico, este órgano de gobierno debería constituirse por 128 consejeros. No
obstante, debido a la baja participación en el proceso electoral de junio de
2010, sólo lo integran 61 personas.
Antecedentes de las modificaciones
Desde el proceso
de elección de rector para el periodo 2010-2014, del que salió triunfante
Esther Orozco, algunas voces como la de Hugo Aboites, uno de los tres
contendientes a la rectoría universitaria, advertían las pretensiones de
manosear el corazón de esta joven universidad: su proyecto educativo.
En la octava
sesión extraordinaria del Consejo Universitario, del 20 de abril de 2010, el
especialista en educación planteó que “después del periodo inicial y más
creativo y dinámico de una institución, que se conoce como el de la zaga o la
leyenda del origen, no es raro que venga un intento de reforma que busca limitar
o incluso borrar los rasgos más innovadores del nuevo modelo universitario”.
Luego, increpó
así a los presentes: “Algunos de ustedes tal vez pensarán que la UACM no tiene
por qué caer necesariamente en este patrón. […] Sin embargo, creo que no se
puede descartar esta hipótesis porque hay algunos indicios que parecen
importantes y que parecen apuntar precisamente en esta dirección de una
revisión del modelo”.
En entrevista
con Contralínea, el docente indica que detrás de ese proceso de sucesión
rectoral se encontraba también la intención de “ciertos grupos”, los más
conservadores de la UACM, y del Gobierno de Distrito Federal, de dar un cambio
a la institución. “No sólo en que llegue [a la rectoría] determinada persona,
sino que eso es instrumental. Es decir: ‘Queremos que llegue determinada
persona para cambiar el modelo’”.
En aquella
contienda, la formación científica de Esther Orozco, doctora en biología
celular, también se comentaba. En algunos, alimentaba la expectativa de que
ella sería la indicada para resolver el desorden administrativo que a la fecha
prevalece en esta casa de estudios. Las mismas personas deseaban que
convirtiera a la UACM en un centro científico y tecnológico de “excelencia”,
aún en detrimento de su carácter humanístico, indispensable para el desarrollo
de las perspectivas multidisciplinarias propias de este proyecto.
Otros, en
cambio, consideraban que el perfil de Hugo Aboites y José Enrique González
Ruiz, ambos críticos del modelo educativo neoliberal, era el más adecuado para
encaminar a la Universidad hacia la definición y consolidación de su proyecto
original. Esto, sin dejar de lado que, a diferencia de Esther Orozco –quien en
diciembre de 2006 había sido nombrada directora del entonces recién creado
Icytdf, por Marcelo Ebrard, titular del Ejecutivo local–, ninguno de ellos
tenía la cercanía suficiente con el Gobierno del Distrito Federal como para
garantizar la asignación de un adecuado presupuesto.
No es sino hasta
abril de 2011 que las intenciones de transformar la esencia de esta universidad
se clarifican, comenta José Enrique González Ruiz, coordinador del Programa de
Derechos Humanos de la UACM. Entonces, las autoridades universitarias
presentaron dos documentos que generaron el descontento de un importante sector
de la comunidad, que después se agruparía para exigir la revocación de Esther
Orozco: el Diagnóstico de la UACM. Desempeño académico y un desplegado
publicado en diarios de circulación nacional.
Y es que, en el
análisis hecho a la trayectoria de 10 mil 697 estudiantes activos, que
cuestionaba su desempeño académico y el tiempo que tardan en acreditar su
carrera universitaria, la rectoría parecía olvidar el principio de flexibilidad
curricular, en ritmos y duración de estudios, que contempla el proyecto de la
UACM. Sus conclusiones: en una escala de cero a 10, el 52 por ciento tiene un
coeficiente académico menor a 2.5 por ciento y sólo el 15 por ciento superior
al 5.
Días después, en
entrevista con la periodista Denise Maerker, la actual rectora se refirió a la
UACM como “una especie de pantano en donde prácticamente nadie se puede mover
porque no hay reglamentación”. También dijo: “No califico a la Universidad como
un fraude, al contrario, la califico como un gran proyecto. Lo que considero
como un fraude es lo que se ha venido haciendo que no da como resultado la
formación del estudiante”.
A decir de
Guillermo West Silva, presidente de la Comisión de Educación de la Asamblea
Legislativa, parece ser que, a pesar de haber integrado el Consejo Asesor de la
UACM, a la actual rectora se le “olvidó que la Universidad no tenía estos
cartabones curriculares(…). Si se va a juzgar a esta universidad es importante
que se tome en cuenta que su diseño curricular es diferente”, manifiesta el
diputado del Partido Revolucionario Institucional.
Joel García
León, doctor en matemáticas y quien desde septiembre de 2006 labora en la UACM,
llama a revertir, de una vez por todas, “la cultura de que si un estudiante es
reprobado es un idiota; aquí es al revés, quiere decir que si un estudiante
reprueba necesita más ayuda para salir adelante”.
Definir a la
UACM como un “pantano”, puede derivarse de la experiencia que acompaña a Esther
Orozco, como directora del Icytdf y secretaria de Planeación del Centro de
Investigación y de Estudios Avanzados, considera Ruth Guzik Glantz, una de las
fundadoras de esta Universidad. “Caminar desde una institución armada donde las
decisiones seguramente tiene rutas muy claras, a meterse en una institución en
plena construcción, realmente es un camino terrible que ella interpreta como un
pantano”.
Consciente de lo
“controvertido” que puede resultar el proyecto de UACM y de que ninguna
“escuela viva” puede asumir que su propuesta educativa está acabada, la
profesora investigadora de la Academia de Comunicación y Cultura no abandona el
optimismo. Para ella, el conflicto por el que atraviesa esta casa de estudios,
así como las modificaciones que ha emprendido la actual administración
aceleraron y profundizaron una “discusión que se iba dando de manera más
lenta”, lo que ha derivado “en un mejor entendimiento de nuestra misma
propuesta educativa”.
Agrega: “Ahora
estamos agobiados de la cantidad de alumnos que están cuidando este espacio y
la manera en que lo hacen y que a mí me
parece conmovedora: es a través del trabajo. Me parece que hicimos bien la
tarea porque los estudiantes están trabajando mucho. Estamos agotados por un
exceso de trabajo con los estudiantes y entre nosotros. Sí hay una discusión
sobre la propuesta educativa y lo grave sería que esa discusión se dejara de
dar en una Universidad. No creo que haya ninguna institución educativa de
prestigio que no esté en crisis, o sea, que no esté todo el tiempo pensándose y
tratándose de resolver”.
Iván Gomezcésar Hernández, excoordinador
de Enlace Comunitario y ahora profesor-investigador en el plantel Cuautepec,
espera que se resuelva el conflicto interno. “La clave era trabajar en la
construcción de consensos. Las tensiones eran inevitables, pero hubiera sido
mejor formar un equipo con la propia gente de la Universidad; a mí me parece
que eso no fue lo que sucedió, se empezaron a tomar medidas de manera
unilateral (sin discusión) y eso es lo que nos tiene entrampados. Espero que
estemos a tiempo de corregir, tenemos una gran oportunidad: el Congreso
Universitario”.
Para la
realización de este trabajo se solicitó entrevista con la rectora Esther
Orozco. A través de un correo dirigido a las reporteras, la doctora manifestó:
“No tengo la intención de defenderme de las infamias que se publican y dicen
algunos sin pruebas desde el mes de abril, por eso mi negación a darles
entrevista”. También: “Me parece que ya es bastante con lo que el llamado grupo
‘destituyente’ publica para seguir yo lastimando más a la Universidad” (sic).
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