lunes, 5 de agosto de 2013

Votan IV. Día Menos 7

Votan IV.

Día Menos 7.


En el que se devela algo de lo que en otr@s admira el corazón zapatista, se avisa que hay exent@s y se imparten consejos ociosos que nadie habrá de seguir.

Agosto del 2013.

Bien, ya falta poco.  Me refiero a los días que faltan para iniciar la escuelita, no a lo que tenemos y queremos decir.

Si usted busca por ahí alguna escuela que le asigne un maestro, una maestra, a cada estudiante individual, las 24 horas del día, que sea gratuita y laica, y que le proporcione los alimentos y el hospedaje mientras aprende-enseña, pues le deseamos buena suerte.

Como ya saben, la escolaridad de quienes asisten va desde el maternal hasta el doctorado en el extranjero (y por “extranjero” no nos referimos a otros países distintos al nuestro, sino al ser ajenos, extraños, así que muchas instituciones educativas en nuestro país son extranjeras).  Y los calendarios se alargan desde los meses de vida hasta arriba de los 90 años.  Todas y todos serán recibidos en el corazón colectivo que somos, sin importar si viene a comunidad, o le toca en CIDECI, o en otra geografía por la videoconferencia, o recibiendo los materiales de apoyo, o aguardando su tiempo.

Tal vez usted alcance a darse cuenta del esfuerzo organizativo que esto de la escuelita representa para los pueblos zapatistas.

Pero no se pregunte usted por qué y cómo un grupo de comunidades indígenas decide hospedar, alimentar, convivir y compartir sus conocimientos con un grupo de extraños, de diferentes, de otr@s.  O cómo es que el objeto de la limosna, la lástima, la pena y esos otros nombres tras lo que se oculta el racismo, la discriminación y el desprecio, es decir, los indígenas zapatistas, cometen la osadía de declarar que tienen algo que enseñar y para eso erigen, como antes un barco absurdo en plena selva, una escuelita tan grande que abarca el mundo entero.

O sí, pero también pregúntese cómo es posible que personas de los 5 continentes, de la más variada nacionalidad (ese truco barato de banderas, fronteras y pasaportes), de grandes o pequeños conocimientos, decide que sí tiene algo que aprender de personas que están catalogadas en los grandes libros y en los discursos gubernamentales como “ignorantes”, “retrasadas”, “marginadas”, “pobres”, “analfabetas”, y los etcéteras que puede encontrar usted en los “estudios” del INEGI, en los manuales de antropología, y en las palabras y gestos de asco de quienes dicen gobernar el mundo.

¿Por qué gente de renombre o sin nombre, toma de su tiempo y lo emplea en escuchar, y en la mayoría de los casos también en viajar, para aprender de los pueblos zapatistas?

Porque lo que es a nosotras, a nosotros los zapatistas, no nos maravilla nuestro continuo y persistente sube y baja en la lucha por la vida, es decir, por la libertad.  Lo que realmente nos sorprende es que existan personas como usted que, pudiendo elegir destinos más amables, cómodos y confortantes, deciden poner su corazón en las rebeldes montañas del sureste mexicano para así, con nosotr@s, iluminar con un relámpago, un agosto en el último rincón, en el más pequeño.

¿Por qué?  ¿Será porque acaso intuyen, saben, conocen, que la luz no viene de arriba, sino que nace y se crece desde abajo?  ¿Que no es producto de un líder, jefe, caudillo, sabio, sino del común de la gente?  ¿Será que en sus cuentas lo grande empieza pequeño y lo que sacude al mundo cada tanto, inicia con apenas un murmullo, quedo, bajo, casi imperceptible?  O tal vez imaginan cómo es el estruendo de un mundo cuando se desmorona.  Tal vez saben que los mundos nuevos se nacen con los más pequeños.

En fin, que lo que en verdad debe de sorprender, es usted acá y con nosotr@s, de este lado, pues.  Y creo que es claro que no me refiero ni al calendario ni a la geografía.

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L@S EXENT@S

Nosotras las zapatistas, los zapatistas, hemos tenido la fortuna de contar con el oído, la palabra y la mano compañera de hombres y mujeres a quienes vemos hacia arriba por su altura moral.  Algun@s de ell@s no han dicho nada directamente sobre nosotr@s, ni a favor ni en contra.  Pero sus palabras sobre el rodar del mundo, lo hacen.

Y hay personas que podrían bien estar en el otro lado, con los de arriba, o con quienes desde distintos lados ven en nosotr@s a un competidor, un estorbo, una molestia, un enemigo, un animal imposible de domar y domesticar.  Allá, de aquel lado, podrían tener honores y cortejos, homenajes y salutaciones.  Para obtenerlos, bastaba tomar distancia de nuestro paso o sumar su silencio al cómplice de otras, de otros.

Algunas de estas personas aceptaron la invitación a la escuelita zapatista por generosidad.  En el alargado camino de su digno andar, siempre mantuvieron los puentes al paso más pequeño, al más olvidado, al nuestro.

¿Hubo otros, otras que también nos apoyaron antes?  Sí, muchos, muchas, y después, en la cresta de la nueva ola en turno, nos demandaron sumisión y sujeción al nuevo ropaje que vestían nuestros perseguidores de siempre, pero ahora de “izquierda”.  Nos exigieron que, postrados, agradeciéramos su apoyo callando frente a las injusticias de siempre, adornadas con falsas palabras.  Como el Mandón, nos exigieron obediencia.  Como al Mandón, les respondimos con rebeldía.

Pero estas otras personas compas, hombres y mujeres de diferentes calendarios y geografías, nunca nos exigieron ni sometimiento ni claudicación.  Y aunque no pocas veces su mirada fue y es crítica con nuestro andar, siempre fue y es compañera.  Ellas, ellos son la prueba de que apoyo no es subordinación (algo que la izquierda mundial todavía no acaba de entender).

A todos ellos, a ellas las invitamos, sí.  Pero no como alumnos.  Según nuestro entender, ellas y ellos entienden bien lo que es la libertad según nosotros, nosotras las zapatistas.  Los invitamos para hacerlos partícipes de esta alegría de ver que nuestro paso, aunque pausado y desconcertante, sigue y va hacia un solo destino, que también es el de ellas y ellos.

Voy a escribir algunos nombres.  No estarán todas, no todos.  Pero al nombrarlos a ellos y a ellas, nombramos a quienes deberían aparecer a nuestro lado y, también, a quienes no están ya porque la muerte se plantó en su camino.  Pero están en nuestra memoria, que es lo único y mejor que tenemos como arma y escudo.  Nos harán falta, por ejemplo: la actividad incansable de la compañera hermana Chapis; la firmeza de la compa Rosa de Querétaro; la mirada-puente de Beverly Brancroft; la risa alegre de Helena, la empecinada lucha de Martha de Los Ríos, la palabra clara de Tomás Segovia; el sabio oído de José Saramago, los sentimientos hermanos de Mario Benedetti, el ingenio de Manuel Vázquez Montalbán, la serena consecuencia de Adolfo Sánchez Vázquez, el profundo conocimiento de Carlos Montemayor, el abrazo fraterno de Andrés Aubry y Angélica Inda, entre much@s otr@s.

Ellas y ellos, y algún@s otr@s, aunque aparecen en la lista de invitad@s como alumn@s, no lo son.  Están, para usar la jerga escolar, exentos.

Será bueno recibirlos y darles un abrazo, aquí o en la geografía desde la que, generosos, nos miran y escuchan.  Lleguen o no lleguen, estarán junto nuestro, como lo que son: nuestras compañeras y compañeros.

Ahora sólo pongo el nombre de poc@s.  Hay más.  A todas ellas y ellos les haremos llegar, junto a nuestro abrazo, admiración y respeto reiterados, la carta de exención que es sólo un símil académico para hacerles saber nuestra gratitud.  Así que aquí están algún@s de quienes están exentos, con honor, del curso “La Libertad según l@s zapatistas”:

.- Nuestras queridas abuelas y madres, las Doñas de Chihuahua y de Sinaloa, en el México de abajo y a la izquierda.
.- Nuestras abuelas y madres de Plaza de Mayo, en la Argentina digna.
.- María Luisa Tomasini, nuestra abuela en Chiapas.
.- Pablo González Casanova.
.- Luis Villoro.
.- Adolfo Gilly.
.- Paulina Fernández C.
.- Óscar Chávez.
.- John Berger.
.- Carlos Aguirre Rojas.
.- Antonio Ramírez Chávez.
.- Domi.
.- Vicente Rojo.
.- Immanuell Wallerstain.
.- Gilberto López y Rivas.
.- Noam Chomsky.
.- María Luisa Capella.
.- Ernesto Cardenal.
.- Neus Espresate Xirau.
.- Marcos Roitman.
.- Arturo Anguiano.
.- Gustavo Esteva Figueroa.
.- Jorge Alonso Sánchez.
.- Hugo Blanco Galdós.
.- Miquel Amorós.
.- Neil Harvey.
.- John Holloway.
.- Malú Huacuja del Toro.
.- Armando Bartra.
.- Michael Hardt.
.- Greg Ruggiero.         .- Raúl Zibechi.
.- Eduardo Galeano.
.- Daniel Viglietti.
.- León Gieco.
.- Sylvia Marcos.
.- Jean Robert.
.- Juan Villoro.
.- Mercedes Olivera.
.- Bárbara Jacobs.
.- Mayor insurgente honorario Félix Serdán.
.- María Jesús de la Fuente Viuda de O’Higgins.
.- Inés Segovia Camelo.
.- Obispo Raúl Vera.
.- Bárbara Zamora.
.- El Mastuerzo.
.- Rocko Pachukote.
.- Francisco Segovia.
.- Zach de la Rocha.
.- Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas.
.- Juan Carlos Mijangos Noh.
.- Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), México.
.- Ignacio Del Valle.
.- Confederación General de Trabajadores, Estado Español.
.- Víctor Flores Olea.
.- Magdalena Gómez.
.- Brigada Callejera “Elisa Martínez”.
.- la banda tuitera.
.- la banda de medios alternativos.
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Consejos ociosos (porque yo sé bien que no me van a hacer caso).

Sobre el ajedrez y las pesadillas.

Si, por ejemplo, a usted le toca su escuelita en la zona del Caracol de La Realidad.  Después de un día ajetreado, con ampollas en manos y pies, pero con ese dolor alegre que sólo da el aprender, usted se sienta en las afueras de la champa.  Saca un cigarrillo y lo enciende mientras ve cómo la luz de la tarde va cediendo a las sombras de la noche. Ve su entorno como si todo se moviera en cámara lenta.  Hay como un silencio de lo cotidiano, lo que ahora le permite apreciar el empecinado aserrar de los grillos, la lucecita juguetona de los cocuyos, el zumzum de los mosquitos.  Entonces usted se decide y saca su tablero portátil de ajedrez.  Está usted acomodando las piezas, cuando se acerca un niño o una niña (usted calcula: entre 8 y 10 años) y se coloca a su lado, en cuclillas.  La niña-niño mira con curiosidad lo que usted hace y le pregunta, con una inocencia fuera de toda sospecha: ¿y qué es eso?  Usted se siente halagado de tener la oportunidad de enseñar algo, sobre todo después de que desde que llegó se la ha pasado recibiendo correcciones de su Votán y de la familia con la que ahora vive.  Así que le da una chupada al cigarrillo y dice: “Ah, es un juego, se llama ajedrez”.  Y aquí viene el momento decisivo.  Usted tiene la tentación de decir lo que no debe decir.  Piensa que, después de todo, es sólo un niño-niña y que será divertido enseñarle ese juego misterioso de inteligencia, táctica y estrategia.  Entonces usted dice las palabras malditas: “¿Quieres que te enseñe cómo se juega?”.  Ya.  Su suerte está echada.  La niña-niño dirá, con inocencia, “bueno, a ver si puedo”.  Después: la pesadilla.  Pasando las primeras explicaciones “éste se llama peón”, “éste alfil”, “éste caballo” y así, el niño-niña, se sentará frente suyo y ya.  Usted se pasará toda la tarde y parte de la noche escuchando que le dicen “jaque mate” una y otra vez.  Ya más tarde, poco antes de que el sueño soñado ocupe el lugar del sueño real, usted murmurará: “Maldito Sup, debí haberle hecho caso”.  Yo, cerca y lejos, encenderé la pipa, le daré otro bajón a mi bolsa de galletas de animalitos y pensaré: “odio decir que se los dije, pero se los dije”.  He escuchado maldecir en decenas de idiomas diferentes, cuando los “maestros” de ajedrez son apaleados por l@s niños de la zona de La Realidad.  Después de todo, por algo a este lugar le dicen “La Realidad”, ¿no?

Sobre el Futbol.

Si, por ejemplo, a usted le toca en la zona del Caracol de La Garrucha.  Misma situación que la anterior.  Ahora es un niño que trae un balón jugueteando en las manos.  Ahora le está diciendo-preguntando-retando a usted con un “¿Y en tu pueblo donde vienes saben jugar futbol?”.  Usted entonces siente que en las venas se le agolpan Pelé y Garrincha, Maradona y Cruyff, Ronaldo y Messi (no en un Table Dance, se entiende), Puskas y Di Stéfano (¿me fui muy lejos en el calendario?), o lo que corresponda en sus geografía y calendario.  Yo le aconsejo que sólo sonría y pregunte por el clima o lo que sea, pero… usted empieza a ver todo rojo y, bueno, siempre ha pensado que el chovinismo deportivo es bien tolerado incluso en la izquierda más radical, así que, sin hacer caso a mi consejo, se ajusta sus botas-botines-tenis-chanclas-dedos, y se pone de pie con un “¿Que si sabemos jugar futbol en mi pueblo donde vengo?, ahora vas a ver.  Vamos”.  Ya de noche, cuando usted esté en la duermevela del buen reposo, hará el recuento de los daños y se dirá que falló el portero, la defensa, la media, la delantera, el árbitro, la cancha empinada, el lodo y la mierda del ganado, que después de todo la goliza recibida no fue tan mala, que quedaron que otro día la revancha.  Pero, con el último bostezo, usted murmurará: “Maldito Sup, debí haberle hecho caso”.  Yo, cerca y lejos, encenderé la pipa y me recostaré mientras pienso: “odio decir que se los dije, pero se los dije”.  He visto equipos multinacionales de auténticos “cracks” del balompié sucumbir en los “campos de futbol” del Caracol de La Garrucha.  En esa zona, hasta las vacas le saben a la magia del rodar de un balón.

El Pozol Agrio.

En cualquier zona que le toque de cualquiera de los 5 caracoles.  “¡Hay fiesta!” escucha que dicen.  Se levanta usted, aunque todo el cuerpo le duele como si se hubiera pasado todo el día tratando de abordar un transporte público, en hora pico y en su geografía.  Se acerca a donde está la bulla.  Entonces escucha que gritan con júbilo “¡pozol agrio!”.  Hágame caso: dé media vuelta y regrese a la champa que le toca.  Si alguien le ofrece, usted discúlpese con un “gracias, ahora estoy muy lleno” y tóquese la panza con satisfecho énfasis.  Pero, doble contra sencillo, tal vez usted se diga a sí mismo “Bueno, vine a compartir, así que también debo compartir la alegría que parece provocar eso que llaman pozol agrio”, y va y pide que le den un vaso-taza.  Cuando pase usted la noche entera sentado en la letrina, tendrá la necesidad de encender un cigarrillo, manque no fume, y a la fugaz luz del mechero, usted pensará: “Maldito Sup, debí haberle hecho caso”.  Yo, no tan cerca y sí lejos, encenderé la pipa y, mientras murmuro “odio decir que se los dije, pero se los dije”, me retiraré más aún, porque, créame, no hay tabaco que cubra ese olor.

La Comida.

Si piensa que algo puede hacerle daño, o sabe que le sienta mal, o le está cayendo mal a su panza, no lo coma.  No se sienta obligad@ a comer lo que no puede.  No lo van a mirar mal, ni será expulsado de la escuelita, ni lo criticarán, ni nada de eso.  En cambio le darán medicina para la panza y le preguntarán qué puede comer que no le siente mal.  Porque bien sabemos nosotros, nosotras, que del alimento, lo que alegra y nutre está en la palabra que lo sazona.  Y sí, puede traer usted lo que guste de comer, siempre y cuando lo comparta.

Y no me refiero a que le dé a cada quien una porción, sino que comparta el cómo se prepara eso, cómo se come, cuál es su historia.  Y no, compartir el dolor de estómago no es parte de la vida comunitaria.

El Recreo.

Sí, puede traer un balón, una guitarra, una obra de teatro, una película, una historia que contar.  Sólo recuerde: todo en el colectivo.  No, no el colectivo del o con el que viene, sino su colectivo acá: su familia y su Votán.  Si escucha que alguien dice “qué alegre está esa tonelada”, no piense que se refiere al peso del tercio de leña o del bidón de agua.  Es sólo una de esas extrañas traducciones que acá abundan: por “tonelada” se refieren a “tonada”.  De nada.

Las consignas.

“Abandone usted toda esperanza de rima”, debería leerse al entrar a una comunidad zapatista.  Si cerca suyo alguien está ensayando una “consigna” para la fiesta de bienvenida o de fin de curso, y usted escucha que dice “no que no, sí que sí, somos un chingo y venceremos”.  No se le ocurra decir que no va así o que no rima, porque entonces será acribillado con “¿por qué?, ¿acaso no somos un chingo?, ¿acaso no venceremos?”  Y al final un “pero me entendiste, ¿no?”

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Vale.  Y no olvide empacar tres cosas básicas: algo para el frío, algo para la lluvia y algo en que atesorar la memoria.

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

SupMarcos.

México, Agosto del 2013.

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De Alí Primera, la clásica “No basta rezar” en voz de un zapatista en el pasado Festival de la Digna Rabia, en Chiapas, México.



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Grupo musical de compas zapatistas de Los Altos de Chiapas.


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Bailable regional interpretado por niñas zapatistas en Chiapas, en el Festival de la Digna Rabia.

viernes, 2 de agosto de 2013

Votán III. "Hemos abierto una puerta y lo hemos invitado a entrar..."

Votan III. 
SECCIÓN NO FAQ.


Lo que usted siempre hubiera querido que le advirtieran acerca de l@s zapatistas, su mentada escuelita y las consecuencias que le puede acarrear asistir.

 Julio del 2013.

Pues parece que ya más o menos se va a aclarando el panorama sobre en qué diablos estamos pensando los zapatistas cuando hablamos de la escuelita.

Pero es de esperar que usted ahora tenga más preguntas que respuestas.  Aunque ya no le preocupa lo del calzado, le quedan interrogantes.  Se le ocurre entonces que tal vez sea cierto eso de que la zapatista es una rebelión del siglo XXI, hábil en todo lo que tenga que ver con lo cibernético (hasta tienen un grafitero de muros virtuales).  Así que va al café internet más cercano, o enciende su computadora y busca: “Escuelita Zapatista, Dudas, preguntas frecuentes, FAQ, etcétera”.

La pantalla da entonces, como quien dice, un “elegante giro cibernético” para eludir la vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional gringa, y lo adentra en el ultra secreto servidor de los transgresores de la ley: el ZPS (“Zapatist Pozol Server”, por sus siglas en inglés).  Después de que en la pantalla aparezca un contundente “Fuck You XKeyscore”, usted ve que se le  pide una contraseña para entrar.  Usted prueba “MARICHIWEU” y la pantalla dice “No”.  Prueba con “NOSOTR@S” y en la pantalla aparece “Tampoco”.  Intenta con “DURITO” y la pantalla reza “Uh, ni pensarlo”.  Irritad@ por los obstáculos, usted deja un mensaje con una mentada, no de menta virtual, dirigida al gobierno norteamericano y, al poner su firma, la pantalla se abre como si fuera una puerta muy en 3D, sonido dolby y toda la cosa, y aparece un letrero que dice “Escuelita Zapatista, NO FAQ, -“Preguntas No Frecuentes. Puede agregar la suya al final-”, seguido de una gran lista con preguntas y respuestas, como las que siguen:

.- Encuentre la descripción que más se asemeje a la suya, ligue con la pregunta y vea la respuesta correspondiente:

- No tengo estudios superiores / No soy artista / No soy una persona de renombre / No represento a nadie / No soy dirigente ni líder de nada / Soy muy joven / Soy muy grande de edad / Nunca antes fui a la escuela / Soy nuev@ en el conocimiento del zapatismo y nunca he estado en una comunidad / No había nacido o era muy pequeñ@ cuando ustedes salieron a la luz pública / No me enteré de nada hasta el día del fin del mundo / Yo apenas supe hace unas semanas y pedí que me invitaran / Yo no sé ni por qué me invitaron si a mí los zapatistas me caen mal, bueno los zapatistas sí me caen bien, pero el Marcos es un payaso que se está aprovechando de los pobrecitos inditos y yo-les-voy-a-explicar-que-no-se-dejen-engañar-y-los-voy-a-redimir / el etcétera que esté de moda / _____ (su caso particular)….

Preguntas:

¿Me van a tratar igual que a quien se sabe de memoria el himno zapatista, que ha asistido a todas las actividades del/sobre el zapatismo, que tiene una playera del EZLN, que se sabe bien el estribillo de “es un honor estar…” -ah no, eso es de otro canal-, que trae unas súper botas y un equipo de alpinismo de alta montaña, que ha estado muchas veces en comunidad y ha apoyado muuucho, pero muuucho a los indígenas? ¿Importa mucho eso en la escuelita?  ¿Es eso un impedimento para asistir o para pedir que me inviten?

Respuestas (de acuerdo al orden de las preguntas):

Sí.  No.  No.

Pregunta:

¿Puedo quedarme a vivir en una comunidad zapatista?

Respuesta:

No.

Pregunta argumentada:

Pero ya lo pensé bien y estoy muy decidid@, ¿Sí?

Respuesta reiterada:

No.

Insistencia enfática:

¿Por favor? ¿Por favor? ¿Por favor? ¿Sí?

Respuesta igualmente enfática (de acuerdo al orden de las preguntas):

No.  No.  No.  No.

Pregunta:

¿Puedo dar más de 100 pesos por el material de apoyo educativo, como una muestra de solidaridad con las comunidades indígenas zapatistas?

Respuesta:

Sí, pero ni nosotros ni los demás sabrán la cantidad, ni quién la dio.  Al registrarse, pasará usted frente a un bote o caja (no sé qué vayan a poner) y ahí usted deposita sus cien pesos o lo que quiera.  Nadie más que usted sabrá si sólo dio 100 pesos, o más, o menos, o si metió una tarjeta prepago, o un boleto del metro, o una mentada (de menta, se entiende).  Al final del registro, los compas encargados vaciarán el bote o caja, y entregarán lo que contiene a una comisión de la Escuelita Zapatista.  Así nosotros tampoco sabremos ni quién ni cuánto colaboró.  Así nadie podrá reclamar o exigir trato especial o V.I.P. porque “tú no sabes quién soy yo, ni todos los cargos y premios que he obtenido, ni lo muuucho, pero muuucho que he ayudado a las comunidades / y a mí no me van a humillar poniéndome junto con gente que ni siquiera ha ido a comunidad, / y a mí no tienen nada que enseñarme y sí, en cambio, todo que agradecerme, / y la única imagen de indígena que digiero es la de quien, postrado, me adora, la imagen de indígenas rebeldes, es decir, malagradecidos, me indigesta” (como ya lo ha hecho una “ilustrísima” persona del medio artístico-cultural).

Pregunta:

¿Puedo llevar cosas para regalarle a la familia que me va a recibir?

Respuesta:

No.

Claro que será natural que usted vaya construyendo una relación de afecto con quien va a convivir.  Pero los “regalos” personales, desequilibran la comunidad y desplazan una relación política hacia una personal.  Usted deja entonces de relacionarse con una causa y pasa a relacionarse con una persona, lo que tampoco es malo, pero no viene a hacer amistades, sino a aprender.  Lo que se va a hacer es que, en el CIDECI, podrá usted entregar lo que quiera donar, sea cuando llegue al registro o sea cuando termine el curso.  Lo donado se hará llegar a las Juntas de Buen Gobierno quienes repartirán, EQUITATIVAMENTE y entre todas las comunidades zapatistas, lo que se reciba.   Pero tenga en cuenta que para nosotr@s, es decir, para las familias que reciben a uno y a otro, lo importante es la persona, no lo que posee o da.  También para usted, lo que debe importar son los pueblos zapatistas en su conjunto, no la familia o Votán particular con quien se relaciona, porque no es un grupo de personas quienes lo atienden sino todos los pueblos zapatistas organizados, sintetizados para usted en una familia y un(a) guardián(a).

Pregunta:

¿Por qué no aceptan que yo le obsequie algo a quien me va a recibir en su casa, me va a alimentar, me va a cuidar, y me va a enseñar?

Respuesta:

Mire, hay familias zapatistas que no van a recibir a nadie, pero que han colaborado y colaboran con alimentos, materiales, transporte.  Participan tanto como la familia que recibe. ¿Para esas familias no hay regalito porque no las vio? ¿A ellas no les da sus datos por si alguna vez van a su geografía o para que le llamen o le escriban?  ¿Para esos niños que no conoció no habrá dulces, ropa, juguetes, regalos?

Por ejemplo, hay pueblos zapatistas bajo la amenaza constante de grupos paramilitares.  Como la seguridad ahí es muy precaria, no pudieron recibir estudiantes para la escuelita, porque no podríamos cuidar a nuestr@s invitad@s en esos lugares.  Pero esas familias igual se prepararon, apoyaron a los que sí van a recibir, construyeron, barrieron, lavaron, trapearon, pintaron, cocinaron, juntaron leña, cooperaron con los alimentos que se le van a ofrecer.  Usted no los conoce, ni los conocerá en la escuelita.  Si las agresiones paramilitares y policíacas aumentan, tendrán que desplazarse.  Usted tal vez se enterará o no (cheque el número de entradas-lectura a la última denuncia de las JBG), pero para usted no tendrán nombre ni rostro.

Serán invisibles, lo mismo que cientos de miles de zapatistas.  ¿Hay quien sí los tenga en cuenta aunque sean invisibles para usted y para el resto?

Sí, nosotras, nosotros, sus compañeros y compañeras.  Por eso lo que se recibe de fuera, se busca repartir equitativamente: se reparte más y mejor al más necesitado.

Otra cosa sobre este asunto de las donaciones.  Sabemos bien que allá fuera predomina ese estereotipo de que los indígenas son objeto de la lástima y la limosna, de que hay que darles lo que sobra o estorba, en lugar de tirarlo.  Algo como una especie de síndrome “Teletón” generalizado.   Su equivalente en la clase política está en el photoshop de la limosna (nada que no se pueda maquillar con una campaña “contra el hambre”… o con una fotocopiadora).

La “aspirina de la conciencia” le llamamos nosotros los zapatistas, las zapatistas.

Y en lo que hemos andado en nuestro largo sube y baja por la lucha, hemos mirado muchas cosas.  Una de ellas es que, en los momentos de desgracia, quienes más tienen, dan lo que les sobra; y quienes menos tienen, dan lo que les falta.  Alguien con dinero y bienes, dona las cobijas que ya no usa, la ropa que no le queda, los zapatos que pasaron de moda, las monedas que no le hacen falta.  Y quienes tienen que pelear cada minuto del día por hacerse de un poco de paga para tener algo que poner en la mesa, además de un mantel raído o ni eso, dan esa moneda que necesitan para completar su gasto de supervivencia.

Este pueblo indígena, el zapatista, no merece su lástima.  A pesar del desprecio recibido por ser moda pasajera o por negarnos a ser parte de los acarreados del movimiento “histórico” en la coyuntura en turno, nos hemos levantado con dignidad, al igual que hace 20, 50, 500 años.  Y lo seguiremos haciendo.  No nos insulte con la limosna.

No le hemos pedido nada que no sea justo: sólo el pago del costo del material de apoyo (cien pesos) y su disposición a aprender.  Nosotros l@s hospedaremos.  Nosotras l@s alimentaremos.  No será un hotel de 7 estrellas ni un bufet gastronómico, pero en cada tortilla, frijolito, verdura, camastro o hamaca, nailon para la lluvia, está el cariño y el respeto de todos nosotros y nosotras hacia usted, porque es nuestra invitada, nuestro invitado, nuestro compañero, nuestra compañera, nuestroa compañeroa.

No nos debe nada ni queda a deber nada.  De la escuelita no sigue la militancia, la pertenencia orgánica, la sujeción de mando, el fanatismo.  Lo que sigue de la escuelita es algo que a usted, y sólo a usted, corresponde decidir… y actuar en consecuencia.  No los invitamos para reclutarlos, formarlos o deformarlos, programarlos o, como ahora se diría, “resetearlos”.  Hemos abierto una puerta y lo hemos invitado a entrar para que vea cómo es nuestra casa, la que hemos levantado con la ayuda de personas de todo el mundo que, ésas sí, no nos dieron sus sobrantes, sino sus miradas y oídos compañeros, y a quienes nunca se les ha ocurrido siquiera que les debemos estar eternamente agradecidos, ni rendirles culto como se le rinde culto a quien posee y ordena.

Usted es quien es, y sólo a usted debería corresponder el seguir siendo así o de otro modo.

Y para finalizar este fragmento de la sección de Preguntas No Frecuentes:

¿Que no es usted una gran personalidad? ¿Que no tiene grandes estudios?  ¿Que nunca ha estado antes en una comunidad zapatista?  ¿Que ni siquiera había nacido cuando se hizo público el EZLN?  ¿Que no se enteró de nada hasta el día del fin del mundo, o después?

No se preocupe ni ocupe de eso.  Acá no se miran los currículos académicos, ni los calendarios de antigüedad en la vida o en la lucha, sino los corazones.  Acá vendrá gente con varios doctorados y quien ni siquiera ha ingresado al maternal; personas con más de 90 años y quien no ha llegado aún a deshojar un calendario.  A todas, a todos, a todoas, los vamos a recibir con el mismo cariño compañero, lo vamos a atender con lo mejor que tenemos, le vamos a enseñar igual lo que somos, y lo vamos a cuidar con el mismo esmero.

Así que deje esos reparos, traumas y resquemores para su teleserie preferida.

Piense mejor, por ejemplo, que, a su regreso, podrá platicarle a sus familiares, amig@s, o poner en su blog o en su perfil, algo como:

“Me acuerdo de cuando el Pablo (González Casanova), el Luis (Villoro), el Adolfo (Gilly), el Immanuel (Wallerstein), la Paulina (Fernández Christlieb), el Oscar (Chávez), uno que le decíamos “el Mastuerzo” por lo mismo, otro que le decíamos “el Rocco” no sé por qué, unos cuates que le hacían a la cantada con nombres raros como el Comando Cucaracha, SKA-P y Louis Ling and the Bombs, y otr@s compas que ahora no recuerdo, estudiamos junt@s en la escuela y echábamos relajo en el recreo, y por cierto nos castigaron por no hacer la tarea. Y un día sorprendieron al Toño (Ramírez Chávez) y a la Domi (la única Domi que hay) grafiteando la pared que da hacia afuera, hacia nuestros mundos, y, junto con ellos, cada quién agarró lo que podía y nos pusimos tod@s a pintar.  Pero en eso llegó el conserje, y pues tod@s nos echamos a correr.  El conserje quedó mirando la pared, se fue y regresó con un bote de pintura y una brocha.  Pensamos que iba a borrar lo que, con muchos colores y figuras, tod@s habíamos pintado.  Pero nada.  No me lo van a creer, pero resulta que el conserje agarró la brocha y se puso a rayar el muro.  Pero muy otro todo, porque el conserje sólo dibujó una grieta en la pared… y se fue.  Pero lo más extraño es que, cada día que pasábamos en la escuela, la grieta dibujada pasó primero a hacerse real, después se fue agrandando y profundizando.  El último día de clases, nos juntamos todos frente a la pared, mirando y esperando a ver si la grieta acababa por romper el muro.  En eso estábamos, cuando pasó una compa zapatista con un pasamontañas de muchos colores muy divertidos y nos dijo “¿Qué hacen ahí si ya acabó la escuelita? ¡Jálenle para su tierra!”.  Nos fuimos tod@s.  Sí, les cuento para que vean que sí tengo estudios.  ¿Eh?  ¿Que para qué es el bote de pintura en aerosol?  Nada, que estaba viendo esa pared de allá enfrente, donde al otro lado vive el Mandón.  Ese muro tan grande, tan bien cuidado, tan sólido, tan poderoso, tan intimidante, tan indestructible, tan gris.  Y me quedé pensando y me dije “A ese muro lo que le hace falta es… una grieta”.

 -*-

 Vale.  Salud y no compre la pintura y la brocha, ya las trae usted en el corazón.  Sólo búsquelas bien.  Lo que haga con ellas es parte de su libertad.

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

El SupMarcos.

Conserje, velador y barrendero en la Escuelita Zapatista (¡no vayan a dejar su tiradero!).

México, Julio del 2013.

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Escucha y ve los videos que compañan este texto.

Fragmento de una estupenda parodia del Teletón y los equivalentes festivales de la limosna.  El elenco entero de 31 Minutos en campaña para recaudar fondos y rescatar al archi-multimillonario Señor Manguera, dueño de la televisora.  Les recomiendo el programa completo, no lo puse todo porque es muy largo.


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Sevillanas Indignadas, jerezianas y andaluzas, cual debe, con humor, gracia, talento y pícara sabiduría. Dedicadas a quienes no se espantan.


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Eduardo Galeano cuenta lo que es el mundo, es decir, los que son en los mundos, y advierte que… bueno, escúchenlo.



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Oscar Chávez (uno de quienes mejor nos han mirado, es decir, entendido) con “Los Paliacates”, acompañado de Los Morales.