EZLN:
SU MÉXICO APARTE
Por:
Adriana del Moral Espinosa
Septiembre
20 de 2012
Investigaciones
especiales
Fuente:
Sin Embargo
Foto:
Cuartoscuro
Son los más
pequeños, los olvidados, los autodenominados del color de la tierra que han
salido a recorrer el país en varias ocasiones para hacer escuchar su voz, para
que su palabra pueda llegar a quien esté dispuesto a escucharla en cualquier
rincón del mundo.
Son los
indígenas zapatistas, un ejército que afirma luchar para que un día no haya
soldados, el único movimiento armado de Latinoamérica que se ha presentado en
la tribuna del Congreso para plantear sus demandas.
Para un
movimiento insurgente que poco después de su levantamiento armado cambió en
buena medida el poder de los fusiles por el de las palabras, su silencio
también adquiere un peso estratégico. Durante el proceso electoral de este año,
el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) no ha emitido comunicados o
posicionamientos directos sobre el tema electoral.
A finales de
2011, en una carta a Luis Villoro, el subcomandante Marcos, vocero del Comité
Clandestino Revolucionario Indígena – Comandancia General (CCRI-CG), confirmó
el distanciamiento del zapatismo con el Partido de la Revolución Democrática
(PRD).
Desde entonces,
la Comandancia General se ha mantenido al margen de las polémicas sobre el
resultado de las elecciones presidenciales y sobre las irregularidades en los
comicios locales en Chiapas, en los que también resultó triunfador el PRI.
¿Cómo afectará a
las comunidades zapatistas el regreso del Partido Revolucionario Institucional
(PRI) a la Presidencia y a la gubernatura de Chiapas? ¿Hasta qué punto la distancia del zapatismo con
respecto a la política electoral se justifica por el saldo de más de quince
años de encuentros y desencuentros entre la izquierda partidista y el EZLN?
Para empezar a
escuchar en medio del aparente silencio del EZLN basta con acercarse a los distintos
canales de comunicación que el movimiento ha establecido con la sociedad civil,
como la página Enlace Zapatista, donde se difunden diversas actividades y
denuncias hechas por las Juntas de Buen Gobierno de los Caracoles zapatistas,
que operan desde 2003 como unidades de gobierno autónomo dentro de las
comunidades.
“Yo no veo este silencio zapatista”, afirma Bruno Baronnet, doctor en
sociología por El Colegio de México y la Universidad de París, autor del libro
Autonomía y educación autónoma. Las escuelas zapatistas de la Selva
Lacandona de Chiapas, México. “Tal vez hay un silencio en los
comunicados de la Comandancia, pero a nivel de las autoridades no hay un
silencio, nos reciben, yo no dejo de ir como investigador”, señala. “Los
consejos autónomos de cada municipio son muy activos; no están callados están
enviando comunicados constantemente”.
En este sentido,
para Baronnet “no hay silencio en ningún
momento. Lo que dicen los comandantes es secundario, aunque tiene más valor a
nivel mediático”. En cambio, las declaraciones de las Juntas de Buen
Gobierno pareciera que sólo tienen relevancia a nivel local, “pero cuando las
analizamos a profundidad vemos que hablan sobre problemas que tienen relevancia
para todo el país, pero desde la perspectiva de un campesino”.
Entre el verdor
de las cañadas chiapanecas, la niebla baja por las tardes al Caracol Torbellino
de Nuestras Palabras, antes Aguascalientes, Morelia. Se encuentra entre
montañas que se dibujan azules en el horizonte y la ciudad más cercana a él es
Altamirano, a unos cuarenta minutos de distancia por un camino de terracería.
Aquí en una oficina con tres escritorios, algunas sillas y largos bancos de
madera, los miembros de la Junta de Buen Gobierno atienden los asuntos de la
comunidad y también, cuando sus ocupaciones lo permiten, dialogan con quienes
visitan El Caracol.
“Hay tiempos en
que podemos salir a la luz y dar nuestra palabra. En esta elección no hubo
palabra de los zapatistas, como en otra elección sí hubo palabras a la
sociedad. Hay tiempos en los que podemos dar nuestra palabra, y otros no”,
explica uno de los integrantes de la Junta del Buen Gobierno en turno cuando
les pregunto por la falta de comunicados sobre el tema electoral.
El silencio es para ellos también una estrategia, una
forma de resistencia. Así lo entienden también
algunos de sus simpatizantes. “El silencio del zapatismo fue para no hacer
tendenciosa la elección”, opina Julio Nicolás, estudiante del cuarto año de
Medicina en la UNAM y adherente de la Otra Campaña.
Para él la ausencia
de una postura oficial del zapatismo con respecto a la elección no afectó su
decisión: anuló su voto por diputados, senadores, jefe delegacional, jefe de
gobierno y Presidente. Su análisis es que nunca hubo un acercamiento de los
candidatos a la zona donde él vive.
“Finalmente los que creen en el proyecto del zapatismo
saben que llegue quien llegue hay que seguir luchando por todo lo que el
zapatismo representa”, afirma el futuro médico que
da clases de ciencias naturales a un grupo de triquis zapatistas establecidos
en la Ciudad de México, con el fin de que puedan presentar los exámenes para
concluir su primaria o secundaria en sistema abierto. Para las bases de apoyo
zapatistas y las autoridades comunitarias su misión es clara: “No luchamos por
querer, sino porque no hay justicia, no hay paz. Estamos obligados a
luchar no sólo para nosotros, sino para
todos los que quieran luchar en otros países, en otros estados, en otras
ciudades. Nosotros estamos luchando para
gobernar para buscar la paz, no para buscar mandar. Queremos que haya
libertad para todos, que haya paz, que no haya olvido”, afirma uno de los
miembros de la Comisión de Vigilancia de la Junta de Buen Gobierno de Morelia.
Y reconoce también que el proceso de construcción de la autonomía implica sobre
todo un trabajo intenso a nivel local. “Somos
chiquitos, chaparritos, pero sabemos que nuestra palabra es dura de seguir”,
explica.
Así, para la mayoría de las bases de apoyo y algunos simpatizantes
zapatistas, el primer compromiso del movimiento es interno, por lo que el
aparente silencio del EZLN sobre algunos temas de relevancia nacional es de
importancia secundaria. Además, la ruptura de la organización la
izquierda partidista es un hecho que se ha gestado poco a poco y que obedece a
circunstancias bien definidas.
CUANDO ROMPIERON
EL EZLN y EL PRD
Subcomandante
Marcos. Foto: Cuartoscuro
Cuauhtémoc
Cárdenas Solórzano es el único aspirante a la Presidencia que se ha reunido con
el EZLN durante su campaña. En mayo de
1994 durante su primer encuentro, el subcomandante Marcos señaló que el PRD
“tiende a repetir en su seno aquellos vicios que envenenaron desde su
nacimiento al partido en el poder”, que entonces era el PRI y criticó los
procesos de selección interna de los candidatos perredistas.
Sin embargo, el
movimiento mantuvo su cercanía con Cárdenas, y luego de que Ernesto Zedillo
resultara ganador de la elección lo invitaron a integrar, junto con miembros la
Convención Nacional Democrática, un frente amplio opositor que bajo el nombre
de Movimiento de Liberación Nacional agruparía los esfuerzos y demandas de
diferentes grupos sociales.
En los 90
surgieron diferentes posturas de la dirigencia y las bases de apoyo del EZ con
respecto al tema electoral. En los comicios de 1995 los habitantes zapatistas
de San Andrés Larráinzar apoyaron al candidato del PRD a la presidencia
municipal, quien sin embargo perdió. En
1997, Cuauhtémoc Cárdenas se convirtió en el primer Jefe de Gobierno del
Distrito Federal por elección directa, mientras en Chiapas el abstencionismo llegó hasta el 80 por ciento en los municipios
indígenas.
En junio del 2000 el Comité Clandestino Revolucionario
Indígena (CCRI) rechazó el llamado voto útil a favor de Vicente Fox por considerarlo la “desaparición de una opción electoral de
izquierda en la lucha por la Presidencia”. Sin
embargo, en su comunicado insistían en que “la izquierda política es más amplia
que el cardenismo y, por supuesto, que el perredismo”.
Foto:
Cuartoscuro
A inicios de 2001 la Marcha del Color de la Tierra,
con miles de indígenas y 23 comandantes del EZLN, partió de Chiapas para
defender ante el Congreso de la Unión la iniciativa de ley redacta por la
Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa), que retomaba los principales
puntos de los Acuerdos de San Andrés,
firmados por el gobierno y el EZLN en febrero de 1996.
Luego de más de un mes de caminata, el
contingente llegó a la Ciudad de México engrosado por participantes del
Congreso Nacional Indígena, que se celebraba en Michoacán, y miembros de otros
pueblos originarios de distintos estados de la República. Los legisladores del
PRI y el PAN se opusieron a que el EZLN ingresara al recinto legislativo, pero
la bancada del PRD logró el apoyo de legisladores del PT, el PVEM e incluso del
PRI para permitir a la dirigencia zapatista hacer uso de la tribuna.
La
ruptura total del EZLN con el PRD y toda la clase política ocurrió pocos meses
después, cuando en abril de 2001 se aprobó una ley en materia de derecho y
cultura indígena que no respetaba en su totalidad los Acuerdos de San Andrés,
sobre todo en los puntos referentes a la autonomía y determinación de los
pueblos indígenas. Aprobada por legisladores de
todos los partidos políticos, incluyendo perredistas. A partir de su
publicación, las comunidades rechazaron cualquier apoyo gubernamental e
interrumpieron todo diálogo y negociación con los representantes del Estado.
“En la medida en la que los zapatistas no sienten que sus intereses son
representados por una clase política que les es totalmente ajena y que tampoco
encuentran en los partidos espacios reales de participación, optan por
distanciarse de una democracia electoral que tiene nulos efectos sobre
intercambios sociales marcados por la inequidad”, explica Diana Guillén
Rodríguez, investigadora del Instituto Mora. En cambio, optan por la
construcción de nuevos “espacios para el ejercicio de la política. Un ejemplo
de ello son las Juntas de Buen Gobierno”, creadas en 2003 junto con los
Caracoles como unidades de organización política.
LOS DESENCUENTROS
CON AMLO
Después del
conflicto entre zapatistas y perredistas decenas de familias
regresaron a sus
comunidades de origen. Foto: Cuartoscuro
La confrontación abierta con el PRD se dio luego de
que habitantes de Zinacantán identificados como perredistas dispararan sobre
pobladores y simpatizantes zapatistas el 10 de abril de 2004. Los civiles formaban parte de una caravana pacífica organizada
para llevar agua a las bases de apoyo durante la conmemoración de la muerte de
Emiliano Zapata, y fueron emboscados con armas de fuego, piedras, palos y
cohetes.
El ataque dejó
alrededor de veinte heridos, cinco de ellos de bala. Otras personas del grupo
fueron acorraladas en una vivienda, mientras las casas de los zapatistas de la
comunidad eran destruidas por los perredistas. Desde finales de 2003 las
autoridades municipales, afiliadas al PRD, habían impedido en varias ocasiones
que familias zapatistas y de otras tendencias políticas accedieran al pozo
local, como medida de hostigamiento y presión.
“Los perredistas
siguieron en el gobierno de Zinacantán, fueron candidatos por el PRD en la
elección posterior, siguen en el poder y fueron los primeros en formar una de
las ‘redes ciudadanas’ de apoyo a AMLO”, señaló el subcomandante Marcos en una
carta dirigida a don Fermín, un militante del inconforme con las críticas
zapatistas a la izquierda partidista.
En julio de
2005, en el texto “Un pingüino en la Selva Lacandona” la crítica contra Andrés
Manuel López Obrador fue directa. Sobre la presentación del Proyecto
Alternativo de Nación ante las redes ciudadanas afirmaba: “Nosotros
desconfiamos y no vemos más que un maquillaje plástico (y que cambia según el
respetable) y una lista de promesas olvidables”.
Asimismo,
cuestionaba la capacidad de López Obrador para cumplir los Acuerdos de San
Andrés, para lo que sería necesario reformar la Constitución a través del
trabajo del poder legislativo, y señalaba que una promesa de esa magnitud
correspondía más bien a un partido político que a un solo candidato. “De otra
forma, tendría que proponerse que el ejecutivo federal mandara sobre los otros
poderes, o los desconociera. O sea, una dictadura. Pero no se trata de eso. ¿O
sí?”.
Como parte de la preparación para la Otra Campaña el
EZLN remarcó en numerosas ocasiones que su camino político no era el de la
participación electoral a través de los partidos.
En agosto de 2005 señalaron “nosotros no vamos a seguir esperando. Bueno,
Zedillo falló; bueno, Fox falló; López Obrador chín, que falló, y luego quién
sigue, ¿el niño verde?”
En noviembre de 2011, Andrés Manuel López
Obrador, contendiendo por segunda ocasión a la Presidencia, llamó al Ejército
Zapatista de Liberación Nacional a la unidad. “Yo les ofrezco mi mano
franca a todos para que podamos en unidad sacar al país. Por encima de nuestras
diferencias, el interés común es sacar adelante al país”.
También
solicitó: “Les pido que lo reflexionen libremente, que no se vuelva
a cometer el error de 2006, de descalificar. Porque sin que se lo propusieran,
el que nos descalificaran y decir que éramos lo mismo (que el resto de los
partidos), ayudó a la derecha”.
En respuesta, en
la carta “Una muerte… o una vida”, enviada ese mismo mes al filósofo Luis
Villoro, el subcomandante Marcos afirmó
“uno de los tres bribones que habrán de disputarse el trono sobre los escombros
de México, ha venido a nuestras tierras a demandarnos silencio. Es el mismo
que no acaba de madurar y reconocer sus errores y tropiezos. El mismo que encabeza
un grupo ávido de poder, pleno de intolerancia”. Villoro coincidió con el insurgente: “Como dicen ustedes los
zapatistas, ‘todos los políticos son iguales’ pues la izquierda institucional
ha dejado de ser izquierda”.
Muchos
perredistas han reprochado al zapatismo que su posición crítica contra la
izquierda partidista favorezca a otras corrientes, pero lo cierto es que en el intercambio epistolar ninguno de los
candidatos quedó indemne. De Enrique Peña Nieto, Marcos afirmó: “No
encuentro que haya dicho nada, como si se tratara de un mal actor secundario,
de ésos que salen en las telenovelas, balbucean algún parlamento y en los que
nadie repara”. Las referencias a Josefina Vázquez Mota también fueron ácidas
“del ‘Dios mío, hazme viuda’ al ‘Lupita D´Alessio, hazme leona frente al
cordero’…”
“No se trataba
de apoyar a AMLO en este 2012, sino de denunciar abiertamente el proceso de
imposición que se dio con Enrique Peña Nieto”, cuya candidatura se dio muy de
acuerdo con “las lecturas teórico-críticas realizadas por el vocero del
zapatismo en los primeros meses del 2005” sobre “la relación de subordinación
de la clase política con los poderes fácticos, en especial con los medios de
comunicación”, apunta Arturo Cuevas,
egresado de la carrera de Comunicación en la UNAM, con especialidad en investigación
y docencia quien ha participado en brigadas de trabajo voluntario en
comunidades zapatistas.
“Considero que al no relanzarse la Otra Campaña, al
menos como campaña comunicativa, se dejó un vacío político (…) dando pie a que la decisión sólo tuviera dos posibilidades:
votar en contra del regreso del PRI, aunque esto fuera votar por AMLO; o no
votar y dejar que el PRI regresará cómodamente al poder”, apunta Cuevas quien
ha trabajado en distintas empresas de monitoreo informativo.
EL PRI NUNCA SE
FUE
Tras dos
sexenios sexenios de pretendida alternancia, el PRI volvió a gobernar el estado
de Chiapas. En el 2000 la candidatura del ex priísta Pablo Salazar Mendiguchía
fue respaldada por una alianza inédita que reunió a distintas organizaciones
sociales y a ocho partidos políticos, incluyendo al PRD, PT, Convergencia, PAN,
PVEM, y otros tres partidos que existieron durante menos de cinco años. Luego,
en 2006 Juan Sabines Guerrero, quien fue presidente municipal de Tuxtla
Gutiérrez como abanderado del PRI, ganó
la elección como candidato por Coalición por el Bien de Todos, formada por el
PRD, PT y Convergencia.
El cambio de
partido de ambos gobernadores fue visto por muchos como un gesto oportunista,
que no alteró en el fondo la relación de poderes en el estado. En las
elecciones de este julio Manuel Velasco Coello, candidato de la alianza PRI,
PVEM, Nueva Alianza, fue electo gobernador con más de 65 por ciento de la
votación a su favor. Además, el PRI obtuvo nueve diputaciones federales y el
PVEM tres.
En la elección
presidencial, Enrique Peña Nieto obtuvo 45.93 por ciento de la votación a su
favor en Chiapas, en tanto que Andrés Manuel López Obrador fue preferido por el
31.22 por ciento de los electores. Muy atrás quedaron Josefina Vázquez Mota,
con 16.05, y Gabriel Quadri, quien apenas alcanzó el 2.36 por ciento de los
votos.
“Al final del día las filiaciones partidarias en
Chiapas son un tanto acomodaticias. Desde mi punto de vista atrás de las
elecciones hay estructuras locales y regionales de poder que se empalman con
las candidaturas propuestas por los partidos”, indica Guillén Rodríguez, autora de numerosos artículos sobre ciudadanización como
“Democracia, legalidad y legitimidad: reflexiones a partir de la coyuntura
electoral mexicana”, “Problemas solubles e insolubles por medio de la
democracia” y “Chiapas: ciudadanías en construcción”.
Otro dato
sorprendente es que según el delegado del Consejo Estatal del IFE en Chiapas,
Edgar Humberto Arias Alba, la participación ciudadana en la entidad fue la más
alta que se tenga registro en un proceso electoral federal con el 67.22 por
ciento, cifra que supera casi en cuatro puntos a la media de la participación
nacional.
EL FUTURO DEL
EZLN
Foto:
Cuartoscuro
La interrogante
es si el retorno del PRI a la Presidencia y a la gubernatura de Chiapas
afectará las condiciones de vida de las comunidades zapatistas. Para Bruno Baronnet, coordinador junto
con otros dos investigadores del libro Luchas ‘muy otras’. Zapatismo y
autonomía en las comunidades indígenas de Chiapas, “no hay señales aparentes de
cambios sustanciales”, ya que “los Acuerdos de San Andrés
están cumplidos hoy de manera unilateral por las comunidades autónomas y no se
ven esfuerzos del gobierno, ni siquiera del PRD, para que se cumplan“.
Aunque ninguno
de los académicos y simpatizantes zapatistas consultados se atrevió a
pronosticar si las agresiones contra las comunidades autónomas se recrudecerán
con los gobiernos priístas, lo cierto es que existen dos
grandes riesgos para el movimiento: la cooptación y el desgaste.
Ante la negativa
de las comunidades zapatistas a recibir el apoyo del gobierno “Oportunidades y
en general los programas sociales suelen convertirse en mecanismos de control
hacia las comunidades”, afirma Diana Guillén. “En condiciones de pobreza
extrema y marginación crónica (…) los apoyos económicos y/o en especie se
intercambian por apoyos políticos. Cuando los destinatarios de
tales programas reivindican su autonomía frente al Estado, como sería el caso
de los zapatistas, se producen además escisiones que fracturan a las
comunidades y de paso debilitan a la organización que impulsa dicha autonomía”,
concluye la doctora en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.
Por otra parte, “dentro del territorio zapatista hay
quienes no están de acuerdo con la hegemonía del EZ” y uno de los retos para su proyecto es “procesar ese desacuerdo
aceptando que puede ser legítimo y no sólo producto de una contrainsurgencia
que, por lo demás, también existe y es apuntalada desde las esferas oficiales”,
subraya Guillén Rodríguez, autora de distintos estudios sobre política y
violencia en Chiapas.
Ante este
panorama el reto es mantener su poder de convocatoria para apoyar causas
delicadas para el movimiento como los conflictos territoriales en zonas como
Bachajón, o en la campaña por la libertad del profesor y dirigente tzotzil
Alberto Patishán Gómez. “Es necesario reconocer que no se ha podido
reestructurar el poder de convocatoria que se tenía en el pasado”, señala
Cuevas Manzanares, quien también es adherente de La Otra Campaña. Afirma
que la campaña a favor de Patishán “ha tenido un éxito relativo, aunque su
impacto en medios no ha sido fuerte” y que esto es “gracias a la organización de civiles
zapatistas, lo cual creo que es un acierto”.
Asimismo, la permanencia y legitimidad el EZLN dependerán de su capacidad para
proporcionar servicios básicos y bienes públicos que el Estado no proporciona a
las comunidades, como señalan los análisis de Timothy
Wickham–Crowley, profesor de la
Universidad de Georgetown que ha estudiado los movimientos insurgentes surgidos
en América Latina desde mediados del siglo XX.
En el caso
zapatista, las Juntas de Buen Gobierno han proporcionado no solamente
protección y de seguridad física, sino también procuración de justicia y
resolución de conflictos, así como la organización de colectivos para proveer
salud, educación, transporte y promoción cultural. También se han impulsado
proyectos productivos de autogestión para fomentar el desarrollo económico.
“Lo que
he podido observar en los últimos meses es que se crearon nuevas comisiones de
apoyo a trabajos de salud, de educación. Están avanzando en su proyecto de auto
organización interna para solucionar sus necesidades”, afirma Bruno Baronnet,
quien realiza visitas frecuentes a distintos municipios autónomos. Por ejemplo, “las escuelas han
aumentado de manera considerable, hay escuelas casi en todas las comunidades.
En Oventic desde 2010 hay escuelas en cada comunidad donde hay presencia
zapatista”.
“El
gobierno está metiendo muchos proyectos
en las comunidades para acabarnos. Pero los hermanos priístas no ven eso, que
los están destruyendo y ya no están pensando en trabajar; cualquier apoyo
solicitan y les dan, ya no cultivan la tierra”, señalan miembros de la Junta de
Buen Gobierno de Morelia. Bruno Baronnet señala que
ahora que hay alza en los precios de productos básicos, “comunidades adherentes
a La Otra Campaña están vendiendo maíz y frijol a sus vecinos que están en la
necesidad, porque no pueden comprar alimentos a precio del mercado o a los
precios de los coyotes que pasan de manera ambulante”.
Las autoridades
autónomas subrayan que, aunque en esta época la mayoría de los trabajos de los
zapatistas se concentran en las comunidades su esfuerzo tiene una dimensión más
amplia: “Nuestro sueño es acabar con las maldades, no solo para nosotros como
indígenas, sino para todos en el país, que nuestros hijos disfruten de la
libertad y la democracia. Si llegamos a triunfar nuestro sueño es para todos.
Que todos puedan llegar a disfrutar y vivir en paz, justicia y libertad”.
También expresan
su solidaridad con otros movimientos: “Deseamos ánimo también a quienes están
luchando contra las injusticias en nuestro país, les decimos que si están
luchando por una vida mejor no están solos, estamos con ustedes”. Así, la
apuesta del zapatismo por la creación de alternativas de organización social y
política es un camino que se construye todos los días, desde “abajo y a la
izquierda” en cada comunidad. Su resultado está en continua
construcción, a través de los esfuerzos individuales de cada base de apoyo y
simpatizante, y son esos factores los que determinarán su evolución durante el
próximo sexenio y más allá.
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