Autor: Zósimo Camacho
1 October 2010
1 October 2010
Fuente y Fotos: CONTRALÍNEA
Luego de casi 10 meses bajo sitio, cayó San Juan Copala. Los paramilitares estrecharon el cerco el 7 de septiembre pasado y en los días subsiguientes ocuparon el centro político y ceremonial de la cultura triqui. Nada, nadie, les impidió tumbar puertas, derribar muros, incendiar hogares, saquear casas. El terror se apoderó de las últimas 30 familias que resistían y huyeron arañando cerros, arrastrando pies, cargando ancianos, apurando niños, cayendo en barrancos. Muchos salieron con impactos de bala. No han sido atendidos por médico alguno. Bajo fuego 303 días, desplazados ahora, invisibles siempre, los triquis que demandan autonomía señalan al MULT y a la Ubisort. Acusan a Amado Ortiz y a Antonio Cruz de estar al frente del asalto
Yosoyuxi, Copala. Descalza, Altagracia Fernández de Jesús se esconde entre las piernas de su padre. A sus cuatro años, habla apenas. Su madre, Francisca de Jesús, fue baleada por la espalda el pasado 7 de septiembre cuando intentaba salir de San Juan Copala. Se encuentra en un hospital de Oaxaca. Su hermano, Elías, fue asesinado a los nueve años de edad el 29 de noviembre de 2009 en un salón de clases, cuando los paramilitares tirotearon la escuela. Su hermana, Maribel, no pudo salir del internado de Copala y se quedó en el centro del pueblo. Su padre, Benito Fernández, carpintero de 53 años, con heridas en un pie, es el rostro de la desolación.
Casi un cuarto de su vida ha tenido que permanecer escondida en su casa, entre estruendos y sobresaltos. La madrugada lluviosa del 19 de septiembre su padre la tomó en sus brazos; por momentos, debió dejarla caminar entre el breñal mientras él se echaba a cuestas a Jacinta González Guzmán, de 80 años de edad. El hombre algunas veces rodó por el monte con la anciana; otras, con la niña.
En ese grupo que huía de “la lluvia de balas” también caminaban Gabino Hernández, campesino de 53 años; Margarita López Martínez, de 45; Cornelio López Martínez, de 51, y Susana López Martínez, de 18. La cuadrilla tuvo suerte: no fue encontrada por los grupos armados.
Consigo no trajeron comida, pues ya no tenían. Y en la huida sólo trajeron la ropa que hasta ahora llevan puesta. Atrás dejaron sus casas, huipiles, algunos animales de corral, documentos personales, fotografías familiares, altares, petates, utensilios de cocina, enseres domésticos, ropa…
Pero por lo que lloran es intangible. Han sido expulsados del Chuman’a, como ellos llaman a San Juan Copala, el centro ceremonial de los triquis. Se preocupan por sus santos, que quedaron prisioneros en la iglesia, sin las flores y veladoras que son su alimento. Y se les quiebra la voz cuando hacen la cuenta de los años que vivieron ahí: 12, 20, 40, 80, según las edades. Las mujeres que no nacieron en San Juan, pero que se casaron en ese pueblo, podrán dudar de la edad que tienen y el año que nacieron; pero no, del año en que llegaron ni el tiempo que vivieron ahí.
—Hay esperanza de regresar a San Juan Copala –dice Cornelio López. Había hablado con fuerza y seguridad. Pero ahora que se ha referido al Chuman’a, donde cultivaba la tierra desde hace casi 40 años, su voz se quiebra.
—Primeramente dios –agrega con dificultad–. Uno no sabe; dios sabe…
Desde cada casa “prestada”, los desplazados cuentan sus historias, muestran sus heridas. La mayoría de las veces hablan a través de intérprete. La tristeza y la indignación pasan del triqui al español. Explican cómo cada grupo, cada familia, cada individuo lograron evadir a los paramilitares. Todos coinciden en que los disparos que los mantuvieron en sus casas por casi 10 meses arreciaron el 13 de septiembre, cuando los grupos armados tomaron la presidencia municipal.
Desde ahí comenzaron a expandirse día con día hasta ocupar todo el pueblo. Asaltaron calle por calle, casa por casa. Por altavoz, ordenaron a hombres y mujeres que salieran de sus hogares y se entregaran; advirtieron que colgarían al presidente municipal autónomo Jesús Martínez Flores y a los hombres de la comunidad. Algunas familias comenzaron a salir del pueblo la noche siguiente; otras, decidieron resistir unos días más.
Los que comenzaron a salir y tuvieron la “mala suerte” de ser descubiertos por los paramilitares fueron baleados, sometidos; las mujeres, violadas, como Natalia Cruz Bautista, de 42 años, quien fue torturada y vejada (le cortaron su cabello, la desnudaron y violaron), y Francisca de Jesús García (quien logró huir pero con un impacto de bala en el hombro derecho; hoy está en peligro de perder el brazo).
Quienes se quedaron unos días más escucharon el derrumbe de muros, el saqueo y vieron las llamas. Angelina Ramírez Ortega, de 71 años, fue de las últimas personas en abandonar San Juan Copala. Fue testigo de la matanza de animales domésticos y de corral, de los tiroteos a las casas donde el humo de la cocina delataba a los que resistían. La mujer salió cuando ya el grupo armado ocupaba casi todo el pueblo, el 19 de septiembre.
Se asoma a la puerta de la casa que ahora le da cobijo. Maltrecha, espera las preguntas de los reporteros con escepticismo, pero con respeto. Destacan su mano y su brazo izquierdos grotescamente tumefactos y amoratados. Su brazo está roto, a la altura del codo. No ha sido evaluada por ningún médico.
Cuenta que salió sola durante la madrugada: esperó la oscuridad más espesa. Llovía. Resbaló en el lodo y, dando tumbos, llegó hasta el fondo de una barranca. No sabe cuánto tiempo estuvo desmayada. Fue encontrada por los propios paramilitares.
Angelina Ramírez dice que, cuando volvió en sí, Antonio Cruz, Toño Pájaro, uno de los líderes de la Unión de Bienestar Social de la Región Triqui (Ubisort), la tomaba de los cabellos y le colocaba el cañón de la metralleta en la cabeza. Ella, cabeza blanca manchada de sangre, menuda, rostro arrugado, le suplicó que le perdonara la vida.
A través de un intérprete, la abuela explica que no tuvo otro remedio que decirle a Toño Pájaro que ella era ya vieja, que no le hacía daño a nadie, que es viuda y que ya sus nietas han sido heridas por ellos (Selene y Adela Ramírez, ambas baleadas; Adela, con una bala alojada en su espina dorsal que la mantiene paralítica).
A decir de Angelina, Toño Pájaro le advirtió que nunca volviera, que no creyera que aún tiene casa en San Juan Copala. Le prometió que si intenta regresar o reclamar algo, será asesinada.
Otros no salieron. José González Cruz, María Juana Agustina (abuelos de alrededor de 100 años) y Sofía Martínez (de 17 años) quedaron atrapados en sus casas. Hasta el momento, se desconoce su situación.
Todos los desplazados aseguran que una de las cabezas del grupo que asaltó San Juan Copala es Antonio Cruz. La otra, aseguran, es Amado Ortiz, del Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT), originario de la comunidad El Rastrojo. Señalan incluso que de la Ubisort son apenas una decena de hombres armados, mientras que los del MULT son “incontables”. Afirman que la mayoría de pistoleros proviene de las comunidades de Rastrojo, Cieneguilla y Coyuchi. Y entre los triquis paramilitares, habría algunos mestizos con pasamontañas.
El MULT, en voz de Heriberto Pazos Ortiz y en comunicados, ha negado su participación en la ocupación de San Juan Copala.
Luego de casi 10 meses bajo sitio, cayó San Juan Copala. Los paramilitares estrecharon el cerco el 7 de septiembre pasado y en los días subsiguientes ocuparon el centro político y ceremonial de la cultura triqui. Nada, nadie, les impidió tumbar puertas, derribar muros, incendiar hogares, saquear casas. El terror se apoderó de las últimas 30 familias que resistían y huyeron arañando cerros, arrastrando pies, cargando ancianos, apurando niños, cayendo en barrancos. Muchos salieron con impactos de bala. No han sido atendidos por médico alguno. Bajo fuego 303 días, desplazados ahora, invisibles siempre, los triquis que demandan autonomía señalan al MULT y a la Ubisort. Acusan a Amado Ortiz y a Antonio Cruz de estar al frente del asalto
Yosoyuxi, Copala. Descalza, Altagracia Fernández de Jesús se esconde entre las piernas de su padre. A sus cuatro años, habla apenas. Su madre, Francisca de Jesús, fue baleada por la espalda el pasado 7 de septiembre cuando intentaba salir de San Juan Copala. Se encuentra en un hospital de Oaxaca. Su hermano, Elías, fue asesinado a los nueve años de edad el 29 de noviembre de 2009 en un salón de clases, cuando los paramilitares tirotearon la escuela. Su hermana, Maribel, no pudo salir del internado de Copala y se quedó en el centro del pueblo. Su padre, Benito Fernández, carpintero de 53 años, con heridas en un pie, es el rostro de la desolación.
Casi un cuarto de su vida ha tenido que permanecer escondida en su casa, entre estruendos y sobresaltos. La madrugada lluviosa del 19 de septiembre su padre la tomó en sus brazos; por momentos, debió dejarla caminar entre el breñal mientras él se echaba a cuestas a Jacinta González Guzmán, de 80 años de edad. El hombre algunas veces rodó por el monte con la anciana; otras, con la niña.
En ese grupo que huía de “la lluvia de balas” también caminaban Gabino Hernández, campesino de 53 años; Margarita López Martínez, de 45; Cornelio López Martínez, de 51, y Susana López Martínez, de 18. La cuadrilla tuvo suerte: no fue encontrada por los grupos armados.
Consigo no trajeron comida, pues ya no tenían. Y en la huida sólo trajeron la ropa que hasta ahora llevan puesta. Atrás dejaron sus casas, huipiles, algunos animales de corral, documentos personales, fotografías familiares, altares, petates, utensilios de cocina, enseres domésticos, ropa…
Pero por lo que lloran es intangible. Han sido expulsados del Chuman’a, como ellos llaman a San Juan Copala, el centro ceremonial de los triquis. Se preocupan por sus santos, que quedaron prisioneros en la iglesia, sin las flores y veladoras que son su alimento. Y se les quiebra la voz cuando hacen la cuenta de los años que vivieron ahí: 12, 20, 40, 80, según las edades. Las mujeres que no nacieron en San Juan, pero que se casaron en ese pueblo, podrán dudar de la edad que tienen y el año que nacieron; pero no, del año en que llegaron ni el tiempo que vivieron ahí.
—Hay esperanza de regresar a San Juan Copala –dice Cornelio López. Había hablado con fuerza y seguridad. Pero ahora que se ha referido al Chuman’a, donde cultivaba la tierra desde hace casi 40 años, su voz se quiebra.
—Primeramente dios –agrega con dificultad–. Uno no sabe; dios sabe…
Desde cada casa “prestada”, los desplazados cuentan sus historias, muestran sus heridas. La mayoría de las veces hablan a través de intérprete. La tristeza y la indignación pasan del triqui al español. Explican cómo cada grupo, cada familia, cada individuo lograron evadir a los paramilitares. Todos coinciden en que los disparos que los mantuvieron en sus casas por casi 10 meses arreciaron el 13 de septiembre, cuando los grupos armados tomaron la presidencia municipal.
Desde ahí comenzaron a expandirse día con día hasta ocupar todo el pueblo. Asaltaron calle por calle, casa por casa. Por altavoz, ordenaron a hombres y mujeres que salieran de sus hogares y se entregaran; advirtieron que colgarían al presidente municipal autónomo Jesús Martínez Flores y a los hombres de la comunidad. Algunas familias comenzaron a salir del pueblo la noche siguiente; otras, decidieron resistir unos días más.
Los que comenzaron a salir y tuvieron la “mala suerte” de ser descubiertos por los paramilitares fueron baleados, sometidos; las mujeres, violadas, como Natalia Cruz Bautista, de 42 años, quien fue torturada y vejada (le cortaron su cabello, la desnudaron y violaron), y Francisca de Jesús García (quien logró huir pero con un impacto de bala en el hombro derecho; hoy está en peligro de perder el brazo).
Quienes se quedaron unos días más escucharon el derrumbe de muros, el saqueo y vieron las llamas. Angelina Ramírez Ortega, de 71 años, fue de las últimas personas en abandonar San Juan Copala. Fue testigo de la matanza de animales domésticos y de corral, de los tiroteos a las casas donde el humo de la cocina delataba a los que resistían. La mujer salió cuando ya el grupo armado ocupaba casi todo el pueblo, el 19 de septiembre.
Se asoma a la puerta de la casa que ahora le da cobijo. Maltrecha, espera las preguntas de los reporteros con escepticismo, pero con respeto. Destacan su mano y su brazo izquierdos grotescamente tumefactos y amoratados. Su brazo está roto, a la altura del codo. No ha sido evaluada por ningún médico.
Cuenta que salió sola durante la madrugada: esperó la oscuridad más espesa. Llovía. Resbaló en el lodo y, dando tumbos, llegó hasta el fondo de una barranca. No sabe cuánto tiempo estuvo desmayada. Fue encontrada por los propios paramilitares.
Angelina Ramírez dice que, cuando volvió en sí, Antonio Cruz, Toño Pájaro, uno de los líderes de la Unión de Bienestar Social de la Región Triqui (Ubisort), la tomaba de los cabellos y le colocaba el cañón de la metralleta en la cabeza. Ella, cabeza blanca manchada de sangre, menuda, rostro arrugado, le suplicó que le perdonara la vida.
A través de un intérprete, la abuela explica que no tuvo otro remedio que decirle a Toño Pájaro que ella era ya vieja, que no le hacía daño a nadie, que es viuda y que ya sus nietas han sido heridas por ellos (Selene y Adela Ramírez, ambas baleadas; Adela, con una bala alojada en su espina dorsal que la mantiene paralítica).
A decir de Angelina, Toño Pájaro le advirtió que nunca volviera, que no creyera que aún tiene casa en San Juan Copala. Le prometió que si intenta regresar o reclamar algo, será asesinada.
Otros no salieron. José González Cruz, María Juana Agustina (abuelos de alrededor de 100 años) y Sofía Martínez (de 17 años) quedaron atrapados en sus casas. Hasta el momento, se desconoce su situación.
Todos los desplazados aseguran que una de las cabezas del grupo que asaltó San Juan Copala es Antonio Cruz. La otra, aseguran, es Amado Ortiz, del Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT), originario de la comunidad El Rastrojo. Señalan incluso que de la Ubisort son apenas una decena de hombres armados, mientras que los del MULT son “incontables”. Afirman que la mayoría de pistoleros proviene de las comunidades de Rastrojo, Cieneguilla y Coyuchi. Y entre los triquis paramilitares, habría algunos mestizos con pasamontañas.
El MULT, en voz de Heriberto Pazos Ortiz y en comunicados, ha negado su participación en la ocupación de San Juan Copala.
Amanece. La neblina apenas levanta. El pueblo escurre. Verde intenso en los montes y las huertas. Amarillo en las colinas de maíz espigado. Humaredas en las casas de dos aguas. Las mujeres de Yosoyuxi echan tortillas de masa de maíz a los comales. Además de sus familias, comerán las desplazadas de San Juan Copala. Todo se comparte; el dolor también.
En esta comunidad se refugian 82 personas; otras 94 se reparten en cuatro comunidades más y en las ciudades de Oaxaca y México. Se trata exclusivamente de las que salieron a partir del 7 de septiembre. El total de exiliados de San Juan Copala desde que empezó el sitio armado el 28 de noviembre de 2009 supera las 800 personas.
Desde que se fundó el Municipio Autónomo, los grupos armados han asesinado, al menos, a 15 personas y herido a 16. Entre los asesinados se encuentran líderes del movimiento autonomista. El máximo líder natural de la región, Timoteo Alejandro Ramírez, fue ejecutado junto con su esposa en su propio domicilio. Se trató de un operativo de más de seis meses con sicarios encubiertos.
El Municipio Autónomo fue impulsado por una escisión del MULT: el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui Independiente (MULTI). A mediados de 2006, Timoteo Alejandro Ramírez y los líderes naturales de cuatro comunidades más rompieron con la dirigencia –mestiza– del MULT, que encabeza, desde la ciudad de Oaxaca, Heriberto Pazos Ortiz. A las diferencias en la asignación de recursos y en las prácticas “disciplinarias” que impone el MULT, se sumó la creación del Partido de Unidad Popular. Los triquis se dijeron engañados y decidieron no sumarse al partido. Ambos grupos se tacharon de traidores. Y las emboscadas contra los que se escindieron comenzaron.
En 2007, el MULTI impulsó la creación del Municipio Autónomo, basado en usos y costumbres, y con el que se liberara a los indígenas de las organizaciones y los partidos políticos. El MULTI dijo estar dispuesto a fenecer como organización para dar paso a un gobierno autónomo. Algunas comunidades de la Ubisort y militantes del MULT abrazaron también el proyecto autonomista.
Las dos organizaciones tradicionales, por mucho tiempo antagónicas, el MULT y la Ubisort, se sintieron desplazadas y amenazadas. Sus cúpulas rechazaron la creación del Municipio Autónomo.
Y es que el poder político no lo es todo. La entrega de recursos federales y estatales no se realiza de manera directa a las comunidades. Desde la década de 1980, el dinero se entrega a las organizaciones y ellas deciden cómo invertirlo en “sus” comunidades.
En enero de 2007, San Juan Copala, Yosoyuxi, Paraje Pérez, Santa Cruz Tilapa, Guadalupe Tilapa y Agua Fría nombraron autoridades municipales autónomas respaldadas por las respectivas asambleas comunitarias: los consejos de ancianos, los mayordomos y los líderes naturales de cada comunidad.
Por casi dos años, el proyecto autonómico funcionó: creció el número de simpatizantes y los proyectos educativos y de salud autónomos suplantaron con éxito a los tradicionales. El cerco paramilitar inició el 28 de noviembre de 2009. Durante casi 10 meses, los pobladores vivieron en un estado de sitio. Las llamadas de auxilio no fueron atendidas y los grupos paramilitares terminaron ocupando San Juan Copala. Los gobiernos federal, estatal y municipal dejaron a su suerte a los triquis que reclamaron autonomía.
Para simpatizantes del movimiento autonómico, la ocupación de Copala sólo fue posible con el asesinato de Timoteo Alejandro Ramírez, orador en su lengua triqui y quien gozaba de prestigio incluso entre las organizaciones antagónicas. Se trataba del máximo líder natural de siete comunidades y del MULTI.
—La autonomía va a continuar. Timo vive. Y yo le prometí a Timo dar la vida por la autonomía. Y así va a ser. No nos vamos a arrodillar a MULT o Ubisort –dice Miguel Ángel Velasco, desde otra comunidad simpatizante del movimiento autonómico que le ha dado cobijo.
Explica que salió hasta el final: el día 19, con cinco “chamaquitos”, sus hijos más pequeños. También ese día salieron sus hijos adolescentes, pero por rumbos distintos: “Si alguien tenía la ‘mala suerte’, que no le tocara a todos”.
Uno de esos muchachos, Pablo Velasco Dorantes, de 16 años de edad, fue herido de bala en el pie y en la mano izquierdos. Con tranquilidad, explica que la madrugada del 17 su casa fue atacada como si se tratara de una tormenta de balas.
Para salir de San Juan Copala, caminó arrastrando un pie en el monte, alrededor de 18 kilómetros por más de cinco horas.
—Y todavía nos dicen que vayamos al diálogo. No sé si ustedes estarían de acuerdo en dialogar si los sacaran de sus casas –dice, indignada, Felipa de Jesús Suárez, de 44 años de edad.
En las casas, el fogón se suaviza pero no se apaga. Pobladores de Yosoyuxi y huéspedes tienden petates y cobijas para pasar la noche. Hay quienes prefieren dormir en los traspatios a pesar de la brizna; otros, se recuestan junto con los perros.
—Narit duini’ iue (nos vemos mañana) –se dicen antes de dejar de hablar. No todos logran conciliar el sueño.
Asesinados en San Juan Copala desde que se fundó el Municipio Autónomo
En esta comunidad se refugian 82 personas; otras 94 se reparten en cuatro comunidades más y en las ciudades de Oaxaca y México. Se trata exclusivamente de las que salieron a partir del 7 de septiembre. El total de exiliados de San Juan Copala desde que empezó el sitio armado el 28 de noviembre de 2009 supera las 800 personas.
Desde que se fundó el Municipio Autónomo, los grupos armados han asesinado, al menos, a 15 personas y herido a 16. Entre los asesinados se encuentran líderes del movimiento autonomista. El máximo líder natural de la región, Timoteo Alejandro Ramírez, fue ejecutado junto con su esposa en su propio domicilio. Se trató de un operativo de más de seis meses con sicarios encubiertos.
El Municipio Autónomo fue impulsado por una escisión del MULT: el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui Independiente (MULTI). A mediados de 2006, Timoteo Alejandro Ramírez y los líderes naturales de cuatro comunidades más rompieron con la dirigencia –mestiza– del MULT, que encabeza, desde la ciudad de Oaxaca, Heriberto Pazos Ortiz. A las diferencias en la asignación de recursos y en las prácticas “disciplinarias” que impone el MULT, se sumó la creación del Partido de Unidad Popular. Los triquis se dijeron engañados y decidieron no sumarse al partido. Ambos grupos se tacharon de traidores. Y las emboscadas contra los que se escindieron comenzaron.
En 2007, el MULTI impulsó la creación del Municipio Autónomo, basado en usos y costumbres, y con el que se liberara a los indígenas de las organizaciones y los partidos políticos. El MULTI dijo estar dispuesto a fenecer como organización para dar paso a un gobierno autónomo. Algunas comunidades de la Ubisort y militantes del MULT abrazaron también el proyecto autonomista.
Las dos organizaciones tradicionales, por mucho tiempo antagónicas, el MULT y la Ubisort, se sintieron desplazadas y amenazadas. Sus cúpulas rechazaron la creación del Municipio Autónomo.
Y es que el poder político no lo es todo. La entrega de recursos federales y estatales no se realiza de manera directa a las comunidades. Desde la década de 1980, el dinero se entrega a las organizaciones y ellas deciden cómo invertirlo en “sus” comunidades.
En enero de 2007, San Juan Copala, Yosoyuxi, Paraje Pérez, Santa Cruz Tilapa, Guadalupe Tilapa y Agua Fría nombraron autoridades municipales autónomas respaldadas por las respectivas asambleas comunitarias: los consejos de ancianos, los mayordomos y los líderes naturales de cada comunidad.
Por casi dos años, el proyecto autonómico funcionó: creció el número de simpatizantes y los proyectos educativos y de salud autónomos suplantaron con éxito a los tradicionales. El cerco paramilitar inició el 28 de noviembre de 2009. Durante casi 10 meses, los pobladores vivieron en un estado de sitio. Las llamadas de auxilio no fueron atendidas y los grupos paramilitares terminaron ocupando San Juan Copala. Los gobiernos federal, estatal y municipal dejaron a su suerte a los triquis que reclamaron autonomía.
Para simpatizantes del movimiento autonómico, la ocupación de Copala sólo fue posible con el asesinato de Timoteo Alejandro Ramírez, orador en su lengua triqui y quien gozaba de prestigio incluso entre las organizaciones antagónicas. Se trataba del máximo líder natural de siete comunidades y del MULTI.
—La autonomía va a continuar. Timo vive. Y yo le prometí a Timo dar la vida por la autonomía. Y así va a ser. No nos vamos a arrodillar a MULT o Ubisort –dice Miguel Ángel Velasco, desde otra comunidad simpatizante del movimiento autonómico que le ha dado cobijo.
Explica que salió hasta el final: el día 19, con cinco “chamaquitos”, sus hijos más pequeños. También ese día salieron sus hijos adolescentes, pero por rumbos distintos: “Si alguien tenía la ‘mala suerte’, que no le tocara a todos”.
Uno de esos muchachos, Pablo Velasco Dorantes, de 16 años de edad, fue herido de bala en el pie y en la mano izquierdos. Con tranquilidad, explica que la madrugada del 17 su casa fue atacada como si se tratara de una tormenta de balas.
Para salir de San Juan Copala, caminó arrastrando un pie en el monte, alrededor de 18 kilómetros por más de cinco horas.
—Y todavía nos dicen que vayamos al diálogo. No sé si ustedes estarían de acuerdo en dialogar si los sacaran de sus casas –dice, indignada, Felipa de Jesús Suárez, de 44 años de edad.
En las casas, el fogón se suaviza pero no se apaga. Pobladores de Yosoyuxi y huéspedes tienden petates y cobijas para pasar la noche. Hay quienes prefieren dormir en los traspatios a pesar de la brizna; otros, se recuestan junto con los perros.
—Narit duini’ iue (nos vemos mañana) –se dicen antes de dejar de hablar. No todos logran conciliar el sueño.
Asesinados en San Juan Copala desde que se fundó el Municipio Autónomo
Fecha Nombre Edad
7 de abril de 2008 Teresa Bautista Merino 24
Felícitas Martínez Sánchez 20
1 de noviembre de 2008 Héctor Antonio Ramírez Paz
29 de noviembre de 2009 Elías Fernández de Jesús 9
17 de abril de 2010 José Celestino Hernández Cruz
27 de abril de 2010 Beatriz Alberta Cariño Trujillo
Jyri Jaakkola
20 de mayo de 2010 Timoteo Alejandro Ramírez
Tleriberta Castro
21 de agosto de 2010 Antonio Ramírez López 72
Antonio Cruz García 29
Rigoberto González 40
5 de septiembre de 2010 Pedro Santos Castro 31
18 de septiembre de 2010 David García Réyez 25
19 de septiembre de 2010 Paulino Ramírez Réyez 28
Heridos por paramilitares desde que se fundó el Municipio Autónomo
Fecha Nombre Edad
29 de noviembre de 2009 Timotelín Velasco
Jacinto Velasco
10 de marzo de 2010 María Rosa Martínez 64
24 de junio de 2010 Miriam Martínez Flores 8
26 de junio de 2010 Marcelina de Jesús López
Celestina Cruz Ramírez 26
29 de julio 2010 Selene Ramírez López 18
Adela Ramírez López 15
21 de agosto de 2010 Víctor de Jesús González 25
Alfredo Martínez González 28
7 de septiembre de 2010 Natalia Cruz Bautista 42
Francisca de Jesús García 45
13 de septiembre de 2010 María Rosa Francisco 39
María Rosa López 55
15 de septiembre de 2010 Macaria Merino Martínez 85
20 de septiembre de 2010 Pablo Velasco Dorantes 16
“Autonomía en Copala, ¿para qué?”: Gabino Cué
Gabino Cué Monteagudo, gobernador electo de Oaxaca, considera que en la región triqui de San Juan Copala volverá la paz bajo su mandato, pero advierte que “no será bajo la figura de Municipio Autónomo ni mediante actos de provocación que generen zozobra y muerte”.
Asegura: “Vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos para que la paz regrese a la región triqui, y tenemos que hacerlo con mucho cuidado y prudencia, no con actos de provocación ni tratando de buscar un Municipio Autónomo que no prevé la ley.”
—¿Por qué no está de acuerdo con el Municipio Autónomo?
—Porque yo creo que vivimos en un régimen constitucional y los municipios se rigen bajo normas constitucionales. En Oaxaca tenemos los municipios basados en usos y costumbres, y se les respetan sus formas de organización, pero no pueden estar al margen de este órgano constitucional ni del pacto federal. En Oaxaca, el municipio es la célula de organización más importante y así debe de seguir. Autonomía, ¿para qué?
En entrevista, lamenta lo que sucede en varias regiones del estado, particularmente en la región triqui de San Juan Copala, donde el conflicto “no es de ahora, sino de tiempo atrás”. La razón, dice, ha sido la pobreza, la marginación, la ausencia de la autoridad y del gobierno.
Argumenta que, debido a esa gran marginación, se sabe de la existencia de dos grupos u organizaciones que históricamente han tenido diferencias que “han generado zozobra y muerte”.
“Recientemente, otra organización, la Unión para el Bienestar Social de la Región Triqui (Ubisort), tomó presencia en la zona. Yo soy de la convicción de que, entre hermanos, no se deben estar matando y que todos debemos hacer un esfuerzo para que vuelva la paz a la región triqui.”
Respecto de su gobierno, que inicia el 1 de diciembre próximo, dice que “se hará lo que esté en nuestras manos para que la paz regrese a la zona triqui. Tenemos que hacerlo con mucho cuidado y prudencia, no con actos de provocación ni tratando de buscar un Municipio Autónomo que no lo prevé la ley y que surgió con el zapatismo”.
Según Gabino Cué, todos los actores tienen que actuar con mucha responsabilidad: el gobernante, desde la responsabilidad que el pueblo le dio, generando las condiciones para que haya paz y armonía y que la ley se aplique. Y los demás líderes, organizaciones, actores que estén cercanos, generando las condiciones para que haya paz y no polarización.
Aunque asegura que “nadie puede minimizar” el conflicto en la zona triqui, intenta desmentir los actos paramilitares y de contrainsurgencia.
“Nadie puede minimizarlo; es un conflicto grave que hay que resolver, pero también se dicen muchas cosas que no existen respecto a los enfrentamientos. Hay muchos rumores de que se están masacrando”.
Agrega que “el tema de los triquis no es de ahora, tiene más de 25 años. ¿Por qué ahora se habla de eso?, porque hay actores que no estaban. Hay toda una red. Eso no significa que en el pasado no se muriera la gente. Sí se moría y muy grave, y había toda una escala de venganzas en una zona violenta; había presencia oficial. Hoy empieza a ser diferente: que actuemos con mucha inteligencia y que no tratemos de ver un tema que ha generado la muerte.
“Vivimos en un régimen de instituciones y las leyes son normas de buena convivencia y nadie puede estar por encima de la ley. San Juan Copala tiene solución, depende de la voluntad de todos. No me he reunido con los distintos grupos, aunque tengo gente que ha mantenido contacto con ellos y hemos tendido puentes de comunicación con el MULT (Movimiento de Unificación y Lucha Triqui) y el MULTI (Movimiento de Unificación y Lucha Triqui Independiente); con la Ubisort, no. Yo creo que sí hay condiciones para resolver el conflicto.” (José Réyez)
No hay comentarios:
Publicar un comentario