La red de distribución del café en el sur de Francia
«El café de los zapatistas es sabroso, pero sobre todo nos ayuda a pensar»
“Levantar y hacer funcionar esta red es un pretexto para organizarnos juntos. El ejemplo de la rebelión zapatista nos brinda la ocasión de profundizar cuestiones en torno a lo que vivimos acá, bajo una dominación capitalista que ya ha destruido en gran parte la capacidad de autonomía de los individuos y colectivos”.
Jean-Pierre Petit-Gras
Fuente: http://desinformemonos.org/
«El café de los zapatistas es sabroso, pero sobre todo nos ayuda a pensar»
“Levantar y hacer funcionar esta red es un pretexto para organizarnos juntos. El ejemplo de la rebelión zapatista nos brinda la ocasión de profundizar cuestiones en torno a lo que vivimos acá, bajo una dominación capitalista que ya ha destruido en gran parte la capacidad de autonomía de los individuos y colectivos”.
Jean-Pierre Petit-Gras
Fuente: http://desinformemonos.org/
Fotos: Desinformémonos y Película Corazón del Tiempo
Toulouse, Francia. Hace aproximadamente 10 años, las asociaciones Americasol y MutVitz 31 empezaron a organizar en los departamentos del Tarn y el Alto Garona, en el sur de Francia, una red de distribución de café comercializado por cooperativas zapatistas. El proyecto se elaboró a partir de una serie de encuentros que tuvieron lugar en el marco del regreso de dos participantes en la Segunda Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos (CCODH).
El proyecto nació tras la propuesta de un pequeño grupo de campesinos que desde hace varios años construyen iniciativas de propiedad colectiva de la tierra. El objetivo era claro: construir, a nivel local, un intercambio con las comunidades rebeldes zapatistas. Una relación equitativa y justa en la que cada parte aportaría algo propio: su experiencia, su visión del mundo, un poco de su trabajo.
Poco a poco el grupo se fue reforzando con la llegada de voluntarios, y se ha enriquecido tanto con viajes regulares a las regiones autónomas zapatistas de Chiapas, como por los avances en la creación de nuevos espacios colectivos (compras de tierras y locales, talleres, jornadas de formación, aprendizaje y reflexión).
Actualmente las asociaciones tienen presencia en 6 departamentos: Aveyron, Lot, Gard, Hérault, Tarn y Haute Garonne. Su crecimiento es lento pero seguro, ya que se apoya en el encuentro y en la colaboración directa entre los individuos que las componen. Estas asociaciones, si bien cuentan con la participación de miembros de asociaciones de educación popular, de grupos libertarios o ecologistas, son totalmente independientes y autónomas. La compra de café que organizan juntos se hace con la cooperativa zapatista Yach’il Xojobal Ch’ulchan (Nueva Luz del Cielo), cuya sede se encuentra en el municipio de Pantelhó, en los Altos de Chiapas.
Françoise y Antoine, de la asociación del Alto Garona, en entrevista con Desinformémonos, aclaran que el proyecto no tiene nada que ver con el comercio justo. Es más, añaden, “nosotros no hacemos comercio, en absoluto”. Françoise explica: “Sólo trabajamos para organizar una compra colectiva. En total somos unas 800 familias las que formamos parte de las diferentes asociaciones y grupos”. Abunda que ahora son seis las asociaciones dedicadas al proyecto, “y todas juntas hacemos cada año un pedido a esta cooperativa de los Altos de Chiapas”.
Los activistas explican que se realiza un esfuerzo para pagar una parte del café por adelantado. Según Françoise “este año hemos pagado un 80 por ciento en el momento del pedido, en el mes de noviembre. Cuando el café llega hasta nosotros, en general por el mes de junio o julio, organizamos el tueste y el reparto entre los compradores”.
Antoine cuenta que el café que llega es conocido en México como “café oro”, es decir, verde, sin tostar. Y explica: “Nosotros hemos decidido tostarlo cada mes, pues queremos aprovechar al máximo la excelente calidad del café, y evitar los envases que representan un costo medioambiental demasiado alto, como el plástico o el aluminio”.
La historia y la solidaridad
“Nos juntamos hace como 9 años –relata Fronciose- con un grupo de amigos, entre ellos varios campesinos, con quienes habíamos comentado el testimonio y el viaje de unos compañeros hasta las comunidades zapatistas. Sabíamos que se importaba café de una cooperativa y decidimos crear una red para conseguirlo”. Ya contaban con cierta experiencia en cuanto a compra y venta directa “de verduras, frutas y cereales, y también de carne de animales criados por unos compañeros”. Son esos mismos compañeros quienes, desde un principio, pusieron sus redes al servicio del proyecto. Y son los mismos que “insistieron en que el precio justo era lo que pedían los campesinos”.
Por su parte, Antoine narra que en un principio “íbamos hasta Barcelona, a unos 450 kilómetros de donde vivimos, para buscar el café. Los sacos llegaban primero a Hamburgo, en el norte de Alemania. Lo tostaban allá y luego lo bajaban hasta Barcelona, a más de 1800 kilómetros. Nos pareció absurdo tanto viaje, tanto petróleo”. Así las cosas, el segundo año pidieron el café directamente en Hamburgo: “unos cuantos sacos de café verde”.
Continúa: “Al año siguiente compramos el café junto con unos compañeros de París, y con una cooperativa de comercio justo”. Esta vez el pedido llegó al puerto de Le Havre. Luego aprovecharon otra vez la red de Barcelona que empezó a importar directamente el café oro en el puerto de esa ciudad. Finalmente, para reducir viajes y trámites administrativos, y “también porque queríamos llegar a tener un contacto directo con los compañeros de la cooperativa zapatista”, las asociaciones francesas Americasol y MutVitz 31 decidieron importar directamente el café
Antoine reconoce que “fue un poco complicado todo ese caminar. Pero ahora nos conviene la forma que encontramos. Compramos directamente, pagamos el precio que nos pide la cooperativa, y nos da la impresión de que controlamos un poco mejor todo el proceso”. Finalmente, como dice Françoise, “la peculiaridad de nuestra red es que el que quiera café no sólo debe hacerse socio, sino que participa cada año en el pedido colectivo, e incluso en tareas de transporte, reparto, gestión, etcétera. Cada uno puede abonar todo o parte de su consumo anual, así las asociaciones están en capacidad de pagar la cooperativa en el momento de efectuar el pedido”.
- ¿Quieren decir que no pagan ustedes el mismo precio que los compradores del comercio justo?
Antoine: El “comercio justo” nosotros no lo consideramos así. Basta con ver cómo los gigantes del comercio lo han incorporado en sus estrategias de venta. En la actualidad los compradores que se amparan con los sellos de Max Haavelar, Tranfair y el F.L.O. pagan el kilo de café oro unos 2,20 euros. Nosotros lo pagamos 3.50 euros a la cooperativa”.
Cabe señalar que las asociaciones regresan las ganancias (la diferencia entre los costes totales, café, transportes, tasas, tueste y envasado y el precio que en el marco de nuestras asambleas generales decidimos pagar por el café tostado) a las Juntas de Buen Gobierno. Es decir, aproximadamente 4 euros por kilo de café tostado. “Y este año vamos a comprar unas 14 toneladas”.
- ¿Es para ustedes una forma de solidarizarse?
Françoise: No sólo eso. Pensamos que es una cuestión de justicia. Desde hace más de 500 años el mundo occidental, y ahora el mundo capitalista e industrial, saquean los recursos, tanto el trabajo como los bienes comunes, de América y del resto del mundo. Por ejemplo: a nosotros nos parece anormal que el sistema económico de nuestros países se quede con la mayor parte del dinero realizado en torno a la producción de café. Es necesario tomar en cuenta que un café de buena calidad, orgánico, del comercio justo o no, se vende en Europa entre 12 y 18 euros el kilo. La pregunta es ¿cuánto cobra el campesino, o sea la persona que más trabajo y esfuerzo ha puesto en todo el proceso de cultivo, cosecha, beneficio húmedo, secado, acarreo hasta la cooperativa? Unos 25 ó 28 pesos máximo”.
Sabemos que se trata del café pergamino, al que hay que quitarle el parche, pero ese trabajo ya es maquila, lo realizan máquinas automáticas. En total se queda con unos 2 euros si tomamos en cuenta estos cálculos de costos suplementarios. Con el euro y medio que queda, la cooperativa debe pagar los gastos de maquila, los transportes, los trámites administrativos y las tasas. En cuanto al resto de lo que representa un kilo de café, unos 9, 10 ó 12 euros, eso se lo queda el sistema económico capitalista”.
Antoine añade: “Para nosotros levantar y hacer funcionar esta red es un pretexto para organizarnos juntos, aprender a repartir las tareas”. Por ejemplo, cuenta, “procuramos hacer que las responsabilidades sean por rotación, es decir, que por lo general los cargos que se desempeñan en la asociación duran 3 años como máximo. Nadie, por supuesto, es remunerado por su participación en la red, somos todos voluntarios”.
“Sí, creo que lo que dice Antoine es muy importante -remata Francoise- pues aprovechamos el momento del reparto del café, cada mes, para difundir informaciones, comunicados y reflexiones acerca de resistencia y la construcción de la autonomía en los territorios zapatistas. Nos interesa mucho esta resistencia, no es una cuestión de moda, sino un movimiento que nos anima a pensar nuevamente en nuestros propios problemas, que son muchos, y ver juntos cómo podemos empezar a solucionarlos”.
Françoise completa la idea: “El ejemplo de la rebelión zapatista nos brinda la ocasión de profundizar cuestiones en torno a lo que vivimos acá, bajo una dominación capitalista que ya ha destruido en gran parte la capacidad de autonomía de los individuos y colectivos, y nos ha dejado como atomizados, totalmente dependientes de un patrón, del Estado, de unas empresas e instituciones, de unas formas de vida en la que nada controlamos: sólo existimos en este sistema como ejecutantes, productores y consumidores”.
Esta red de distribución de café, continúa, “nació con una reunión que tuvo lugar en una tierra que había sido comprada de forma colectiva, unos años antes. Desde entonces, muchos de nosotros, mujeres y hombres, hemos seguido en esta vía de tratar de reconstruir espacios y bienes comunes: tierras y actividades en torno a los cultivos y la elaboración de nuestros alimentos, pero también en el campo de los aprendizajes, la transmisión de conocimientos, la cultura, incluidas las músicas y las danzas tradicionales de nuestras tierras”
“Pero no crean que eso significa encerrarnos en nuestros problemas locales –aclara Francoise-. Al contrario, buscamos descubrir y abrirnos al resto del mundo, aportar nuestro grano de arena a una resistencia más global. Una de las ventanas que tenemos es al Chiapas indígena y rebelde que está peleando fuerte para construir su autonomía. El pasado verano, siete miembros de la asociación de Toulouse estuvieron allá, visitaron a los responsables de la cooperativa, estuvieron en los cafetales, fueron recibidos por varias de las Juntas de Buen Gobierno, y a la vuelta nos contaron lo que vieron y escucharon”.
Y añade: “Todo aquello nos entusiasmó, y nos anima a seguir adelante, a mantenernos informados. Queremos reforzar en el futuro los lazos que se están creando con Yach’il, y más allá, con esos pueblos en resistencia”. Cada mañana, dice Antoine, “cuando preparamos el precioso y sabroso café que participamos en distribuir y que nos ayuda a pensar y avanzar juntos, cientos de personas vuelven sus mentes hacia las comunidades zapatistas en resistencia”.
Lo que sigue
Hace poco tiempo viajaron al sur de Francia, a una zona en la que la red aún no existía, en las ciudades de Avignon y Montpellier. “Participamos con compañeros de Promedios France en la presentación de documentales, frente a más de 200 personas. Informamos acerca de las agresiones perpetradas por los malos gobiernos de los tres niveles: federal, estatal y municipales, así como de sus instrumentos paramilitares como la OPDDIC y el Ejército de Dios, contra las comunidades zapatistas y adherentes de la Otra Campaña. Se apuntaron bastantes compañeros y compañeras para participar en levantar la red. Regresamos satisfechos”, relata Françoise.
Además, continúa el activista, están organizando junto a los llamados “faucheurs volontaires” (los “segadores voluntarios”, que se dedican a destruir los campos de maíz u otras plantas transgénicas), y a otros grupos, un homenaje al maíz mexicano que se llevará a cabo en la plaza central de la ciudad de Toulouse. “Será una nueva ocasión para manifestar nuestro apoyo a las comunidades en resistencia, en Chiapas, Atenco, Oaxaca, Guerrero y Michoacán”
Y hay más iniciativas, refieren los dos entrevistados: nuevas compras de tierra en común, trabajos y huertos colectivos, organización de préstamos de dinero sin intereses, debates, prácticas y otras experiencias que, dicen, “desearíamos compartir con los lectores de Desinformémonos en México y otros países, pues sabemos que son cosas modestas, que en sí representan muy poco, sobre todo si las comparamos con la resistencia de los pueblos zapatistas, pero queremos compartirlas, a ver si se amplían y conectamos con otras peleas y con las ganas de vivir otra vida distinta a la que nos quiere imponer el capitalismo”.
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